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Periodista especializado en Economía

No hay pisos para tanto pufo


Con la alevosa y nocturna quiebra del Banco Popular, se vuelve a poner de actualidad la expresión que inventamos hace una década para intentar visualizar como el sistema financiero español estaba magnificando los problemas del sector inmobiliario para justificar y ocultar sus pecados.

Los números cantan. El saldo que importa la suma de todas las hipotecas concedidas en España no supera, en estos momentos, los 600.000 millones de euros.  En el pico de la demanda inmobiliaria, la hipoteca media que se firma ante notario llega a rozar los 156.000 euros. Corresponde a la promoción de 4 millones de pisos construidos y entregados entre 1997 y 2007.  Datos y hechos objetivos.

Las cajas de ahorro coparon el 55% del negocio inmobiliario en España, concediendo créditos al promotor e hipotecas con mayor facilidad que los bancos.  Esa es la razón por la que la crisis subprime que estalla en EEUU y en Alemania se contagia primero a unas entidades financieras que carecen de capital social y no responden de su mala gestión ante ningún accionista.

Cuando los políticos y directivos empotrados en bancos y cajas empezaron en 2008 a filtrar a la Prensa que el sistema financiero español acumulaba 300.000 millones en activos tóxicos, ya era evidente que mentían e intentaban engordar el pufo inmobiliario. 300.000 millones de euros correspondían a la promoción y venta de 2 millones de hipotecas, un hecho materialmente imposible.  Suponiendo – y es mucho suponer – que el 60% de toda una promoción hubiera quedado en el aire, la cantidad de dinero comprometida en los balances de las entidades financieras sería el resultado de multiplicar 500.000 pisos por un importe medio de 160.000 euros. Esto es: 80.000 millones de euros.

Entre vender a la Opinión Pública que el sistema financiero tiene un pufo de 300.000 millones en activos inmobiliarios tóxicos, o contabilizar 80.000 millones de euros, hay una diferencial notable, y no solo cuantitativa.  El 40% de 80.000 millones de euros son unos 30.000 millones de euros en provisiones, a repartir entre 45 cajas y una docena de bancos, no 130.000 millones de euros.

En sus mejores momentos, el Banco Popular tenía una cuota de mercado en el sector financiero del 15-20%. Es de suponer lógicamente que su parte de “pufo inmobiliario” estaba en esa proporción. El 15% de 30.000 millones de euros es una cantidad máxima de 4.500 millones de euros, y el 20% de 130.000 son 26.000 millones de euros. Entre una y otra magnitud, hay un mundo de diferencia.  Tanta, que para justificarla, el Popular habría tenido que tener en su cartera el equivalente a 100.000 millones de euros. La friolera de 600.000 pisos.

Desde que documentamos como una hipoteca AAA de la antigua CatalunyaCaixa era catalogada y vendida como “tóxica” a un Fondo Americano, con un 70% de descuento sobre el valor de tasación original de la finca,  es imperativo someter a cuarentena los balances que publican los los bancos para sus justificar movimientos accionariales y estratégicos.  La cifra que ha servido de pretexto para que el BCE y el FROB le apliquen el MUR al Banco Popular es sencillamente increíble. Desde que Ángel Ron impulsa el agresivo Plan Suma en 2006, el Popular no ha podido intermediar más de 100.000 pisos, con un valor de mercado de unos 25.000 millones.

En el conjunto del país,  las pérdidas que han ocasionado los 500.000 pisos que se dejaron de construir o se retrasaron suponen una perdida de 30.000 millones de euros, nunca 300.000 millones.  El resto del dinero desaparecido, por el procedimiento que sea, difícilmente se puede achacar a una supuesta burbuja inmobiliaria o a las dificultades financieras de las Promotoras y Constructoras.

 

¿Qué causó la Quiebra del Banco Popular?


 

En bolsa, hay unos pocos principios que no conviene olvidar nunca. Son las pequeñas reglas del manual de supervivencia. La principal causa del 99% de los problemas financieros de los pequeños inversores, de las pequeñas empresas y de los pequeños países es la codicia. Nubla el juicio de las personas más sensatas y no existe antídoto eficaz. El truco, que contaba Homero en la Odisea, sigue siendo válido 3.000 años después: para resistir los cantos de sirena hay que taparse los oídos y atarse al mástil.

Intentar coger al vuelo un cuchillo que se cae es un acto reflejo. Puede salir bien alguna vez, pero en el resto de ocasiones, el inversor sufrirá severos cortes. Una empresa cuya cotización tiende a cero no ha llegado a esa circunstancia de la noche a la mañana, ni por la caída accidental de un meteorito. A los niños en Bruselas, nos explicaban que la buena gestión es paciente y pausada, pero que la mala gestión llega de repente. “Il faut 30 ans à un arbre pour pousser et 10 minutes à un imbecil pour le couper”.  Se necesitan 30 años para ver crecer un árbol pero solo 10 minutos para talarlo.

Quiebra

Ángel Ron y Emilio Saracho han conseguido talar un árbol frondoso, que tenía casi 100 años de vida.  Conviene recordar algunos hechos, sin repetir lo que ya se ha publicado.  Unos pocos enlaces bastan para resumir la trayectoria del Banco Popular desde el año 2004. https://inlucro.org/la-crisis-del-banco-popular/

Las hemerotecas encierran verdaderos tesoros ocultos,  valiosas piezas de un puzle complejo.  https://inlucro.org/la-dichosa-hemeroteca/  Fue asombroso descubrir cómo salió Luis Valls y analizar o intuir las causas.  Pero también sirven para algo más prosaico, como recordar el famoso Plan Suma, y la codicia de unos directivos que soñaban con presentar un crecimiento de los beneficios de doble dígito. Y desde aquí sirvan estas líneas de homenaje a Don Victoriano, que volvió de aquella reunión echando humo, sin ahorrar una sola crítica a lo que consideraba un tremendo disparate.

Quiebra Banco Popular

En 2008, el Banco Popular ya era una entidad en crisis. Y aporto mi propio testimonio, directo, de cómo la Entidad había intentado venderme unos estructurados y unas participaciones preferentes al 6%. Tuve que hacerles ver a varios directores e interventores con los que tomaba café habitualmente del riesgo que suponía para sus clientes, dado el delicado momento que atravesaba el Banco y lo que se estaba negociando en Bruselas, más o menos en secreto.  No les cabía en la cabeza que el Popu pudiera dar “pérdidas”, dejando “colgados” a sus clientes.

Entre 2008 y 2013, el Banco Popular que dirigía Ángel Ron se empleó a fondo para captar “recursos”, como el más “pasivero” de los bancos.  Participaciones preferentes, varias emisiones de convertibles ruinosos, colocación de peligrosos pagarés y una ampliación de capital que tuvo en vilo a toda su red comercial durante casi 2 meses.  .   https://inlucro.org/la-nefasta-gestion-del-popular-desde-2007/

 

La primera ampliación de capital fue solo un parche, que permitió a los accionistas especular con el valor durante más de un año hasta duplicar el dinero invertido.  El contrasplit facilitó que los grandes accionistas pudieran prestar sus títulos a los Fondos Buitres. Como decía en su día Carlos Arenillas: el accionista que presta sus títulos para que un tercero los venda tiene muy claro que el valor caerá. Y de nuevo, mi propio testimonio.  En diciembre de 2015, era un cliente enojado que explicaba a quién le quería escuchar que el Popular se vería abocado a acometer una segunda ampliación de capital antes de 6 meses.  Y así fue.   https://inlucro.org/el-popular-amplia-capital/

Quiebra

La siempre intuida y deseada fusión con La Caixa, que parecía anunciar la campaña de publicidad con Pau Gasol, no dejó de ser un sueño del que el Banco Popular tuvo que despertar de un modo abrupto.  El equipo de Ángel Ron ya buscaba una fusión bancaria desesperadamente y estaba llamando a las puertas del Santander, del BBVA y del Banco Sabadell.  Nunca conoceremos el motivo por el que fracasó esta última operación   https://inlucro.org/la-fusion-popular-sabadell-esta-muy-avanzada/ , aunque cabe sospechar que el retraso que provocó el diabólico calendario electoral del año 2016 tuvo algo que ver en el portazo de algunos accionistas destacados.

La salida de Ángel Ron fue el principio del fin. Para no crear situaciones de alarma innecesaria, nos abstuvimos de publicar ningún análisis sobre la situación de quiebra creada y lo que iba ocurrir en pocos meses.  Hay dos clases de periodismo económico: el que provoca la alarma con la excusa de informar, y el que analiza la realidad e intenta prevenir a sus lectores.  Durante meses, los mercenarios de la Prensa fueron dejando muchos rastros, hasta que finalmente la situación llegó a un punto de no retorno y tuvimos la imperativa obligación moral y profesional de prevenir a nuestros lectores, amigos y usuarios

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¿ A quién le interesa provocar la quiebra del Banco Popular?


En la crisis actual que está soportando el Banco Popular,  es importante entender las perversas razones que impulsan a algunos lobbies de Barcelona a promover la quiebra y liquidación de la única entidad financiera española que no se ha beneficiado de ninguna ayuda directa ni indirecta. Provoca cierto sonrojo intelectual leer a analistas, políticos y periodistas catalanes y valencianos cuando se ponen estupendos y se oponen a cualquier tipo de rescate con un mínimo coste para los contribuyentes. Solo falta que nos hablen de riesgo moral y de las esencias liberales del mercado los mismos personajes que aplaudían con las orejas que se rescatara con 60.000 millones de euros de dinero público el corrupto sistema financiero catalán y con más de 40.000 millones las politizadas cajas de ahorro valencianas.

El Fondo de Reptiles es una expresión acuñada en su día por el poderoso Bismark para referirse al soborno de la Prensa y a la compra de periodistas.  La anécdota histórica es tan reveladora como divertida. En España, dicho Fondo siempre ha estado muy bien dotado, pero nunca tanto como en la actualidad.  El lobby catalán ha invertido mucho dinero para intentar “crear opinión” y provocar un cierto clima de “alarma” que deje al Banco Popular al pie de los caballos.

Como ocurre con el argumentario que los partidos políticos distribuyen habitualmente a sus periodistas y militantes,  los artículos que se han publicado en las últimas semanas siguen un mismo guión retórico.  El Banco Popular tiene una cartera inmobiliaria problemática, la compra del Banco Popular por parte de Santander o BBVA es un mal negocio que penaliza sus acciones, la fusión natural de Bankia y de Banco Popular sería poco menos que un intolerable rescate público que restaría valor a su privatización (apréciese la sublime contradicción), lo mejor para el mercado es que accionistas, bonistas y depositantes del Banco Popular pierdan sus ahorros, el Banco Popular no es un banco sistémico y no pasaría nada si quiebra.

En ese tipo de análisis patrocinado solo falta el verdadero motivo por el que intentan quemar el bosque: hacer desaparecer los rastros, las huellas y las posibles evidencias de una gestión frívola y arriesgada.  Siempre que un inversor compra, hay otro que vende, y uno de los dos se equivoca.  Es la regla de oro de la teoría del mercado eficiente.  La generosa contrapartida de bancos y cajas en el mercado desde el año 2006 deja un saldo de inversores y empresarios ganadores ( los que vendieron y consiguieron generosos préstamos) y un reguero de pymes, pequeños ahorradores y depositantes perdedores.  Pero lo que es obvio y notorio hoy, asumido por todos,  ya era conocido por unos pocos expertos y analistas del sector en el año 2003.  E incluso antes. En sus escritos de prensa, el gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, ya mostraba toda su preocupación.

En el año 2003, quién firma este artículo ya publicó varios análisis sobre el gran riesgo que entrañaba la expansión de los balances.  Entendía, desde el más puro y lego sentido común, que las Nuevas Normas Contables Internacionales propiciaban la venta indirecta de activos dudosos y comprometidos a los bancos y cajas menos vigilantes o escrupulosos.  Yo entendía en 2003, que cualquier empresario con un local comercial revalorizado y un balance un poco aseado podía “asegurar” una buena venta de su negocio por el sencillo procedimiento de pedir generosos préstamos o líneas de crédito con el pretexto de “crecer” y “expandir” el negocio.

Hubo muchas presiones políticas desde Berlín y Bruselas para levantar la mano en la gestión del riesgo, y que fluyera el crédito “a valor de mercado”.  Y no solo fuera de nuestras fronteras. En España, el incipiente debate social sobre el apetito inmobiliario de los particulares sirvió para ocultar la frívola y dudosa gestión del riesgo en las politizadas Cajas de Ahorro. No es ninguna casualidad que ese mismo debate existiera en el seno del muy conservador y riguroso Consejo de Administración del Banco Popular y que los partidarios de “expandir los balances” estuvieran locos por “echar” a Luis Valls Taberner.  Tampoco lo es que ahora quieran promover la quiebra que borre las pruebas que pudieran delatarles.

 

P.D (12/06/2017  Entrevista a Angel Ron.  http://www.abc.es/economia/abci-banco-popular-sido-solvente-hasta-ultimo-201706112241_noticia.html   Habla con toda la claridad posible)