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El choque de tranvías belgas


Les Fourons. Ese nombre no le dice nada al común de los mortales, pero está unido a dos cuestiones trascendentales.  La Reforma Federal  de Bélgica y la guerra lingüística entre comunidades de orígenes muy diferentes. No es baladí recordar que el embrión de Bélgica nace en 1815 para separar a dos eternos contendientes: Francia y el Imperio Germánico.  Los Países Bajos, protestantes en el Norte y católicos en el Sur, eran un constante foco de conflictos, hasta que el Congreso de Viena de 1815 decide crear el Reino Unido de los Países Bajos,  bajo la corona de Guillermo I de Orange.  Pero el enjuague austriaco solo aguanta unos años, y en 1830, la burguesía católica y francófona de Bruselas se levanta en armas contra los holandeses y consigue proclamar la Independencia Nacional de las provincias del Sur.  En febrero de 1831, la primera Constitución de Bélgica consagra el francés como única lengua oficial, y en junio, es elegido un maquiavélico príncipe alemán, Leopoldo de Saxe-Cobourg-Gotha, como Rey de los Belgas.

Durante años, he presenciado cómo se podía  instrumentar  la cuestión lingüística para cambiar las alianzas gubernamentales. La  compleja realidad humana de esos enclaves territoriales da siempre mucho juego para hacer de una cuestión de principios una moción de censura.  Entre 1945 y 2010, Bélgica ostenta todo un récord mundial, con un total de 50 gobiernos caídos.  Algunos duraron menos de tres meses. 

La Historia de Bélgica nos brinda una valiosa lección sobre los mitos decimonónicos de la limpieza étnica y de la normalización lingüística: ninguna cesión territorial es suficiente, ningún agravio demasiado pequeño.   El enconado contencioso entre flamencos y francófonos por el control de Bruselas y de los ingresos que genera la pesada burocracia europea en la región ha venido a sustituir el viejo conflicto entre protestantes del Norte y la burguesía católica del Sur. Las reclamaciones territoriales que laten en el Viejo Continente son pequeñas erupciones de lava incandescentes que presagian fuertes seísmos religiosos.

Simplificar el mapa y reducir la diversidad, empujando las poblaciones a mudarse o desplazarlas por la fuerza, no solo no resuelve los viejos problemas existentes sino que añade nuevos contenciosos. En el supuesto que la Hoja de Ruta del nacionalismo catalán completara las etapas marcadas, veríamos como surgen nuevos conflictos en las lindes con Aragón, y como se incendia la sociedad valenciana.  La disputa por el agua sería el nuevo caballo del batalla del pancatalanismo en su afán por incrementar su “espacio vital”.  Antes o después, sería la causa más probable de una cruenta guerra convencional con lo que quedase de España.

Plantear una Reforma Federal en España, con los límites regionales de 1978, es una ensoñación nacionalista. Si dividimos una unidad en 17 partes, la cuota media resultante es equivalente al peso relativo de  las cuatro provincias catalanas.  La estrategia ideada por los redactores de la Constitución, al dividir Castilla en 6 trozos, debía ir encaminada a limitar su poder en un Senado que funcionara como Cámara  de representación territorial.  Toda la estrategia nacionalista, desde que en 1973 se planificara la Hoja de Ruta con la ayuda de EEUU, gira en torno a esa idea. La obsesión de los nacionalistas vascos y catalanes por descapitalizar y despoblar Castilla desde 1931 tiene su origen en la fuerte dependencia energética y alimenticia del País Vasco y de Cataluña.

En España, no es posible entender el origen y el peculiar desarrollo de la Guerra Civil sin analizar esa vieja obsesión de la burguesía nacionalista por vaciar de contenido el vasto territorio castellano que representaba el 35% de la población a comienzos del siglo XX. Millones de personas fueron expulsadas de sus casas y desplazadas al Este de la Península, tanto por el Bando Republicano como por el Ejército Nacional. No existen datos fehacientes, porque los historiadores no se han interesado nunca por ese ingente y premeditado saqueo económico que fue la Guerra Civil. La posible existencia de facto de una “pinza”  entre Nacionales y Republicanos les descoloca, en la medida en que les obliga a poner en tela de juicio muchas teorías de curso legal  y reconsiderar los hechos.

Entre 1936 y 1940, incluyendo el periodo de los batallones de “voluntarios”, millones de mujeres y niños fueron desplazados de sus casas por los contendientes de ambos bandos  y obligados a trabajar en unas condiciones de semi esclavitud.  Los historiadores olvidan, a menudo, que la economía y la generación de PIB no se pararon entre 1936 y 1940. ¿Qué valor atribuimos a la carga de trabajo que asumió la población desplazada en campos, fábricas, almacenes y casas? ¿Quienes se quedaron con esos recursos? Una vez que analizas esos asuntos, es casi imposible no relacionar la peculiar Dirección de la Guerra del Bando Republicano con la gestión de la Economía y de las Finanzas. 2 millones de esclavos que trabajen gratis durante 3 años representan una cifra actualizada de más de 250.000 millones de euros.

 

En el reino de la mentira.


Esta semana iba a escribir un artículo sobre bolsa pero, aunque no suelo hablar sobre otros temas, como historiador y como persona que le gusta usar el método científico en el pensamiento, no he podido evitar escribir unas palabras respecto a algo que lleva años molestándome; se trata de la mentira, de la creación de noticias falsas.

Cualquier persona puede tener unas ideas, y con una base solida, es decir, con premisas veraces, puede crear una hipótesis; pero si las premisas no son veraces, toda la hipótesis resultará falsa. Una hipótesis (recuerdo lo que es), no es otra cosa que una suposición hecha con unos datos. De ahí la importancia de la veracidad de los mismos.

Cada uno es libre de tener una opinión o unas creencias, pero inventarse algo o manipular la realidad o la historia para que se ajuste a tu opinión o creencias me parece algo deleznable.

Cuando estudiaba prehistoria siempre salía a relucir el caso del hombre de Piltdown,  un fraude que tuvo mucho tiempo engañados a científicos del momento hasta que se demostró que no era el eslabón perdido, tan solo una manipulación, un engaño; los que perpetraron ese fraude no querían aceptar que los fósiles más antiguos estaban apareciendo en África y quisieron manipular la realidad para que se “ajustase” a sus convicciones, exactamente el mismo proceso que veo día a día en personas que siguen una política como si de un dogma se tratase.

Lo que me sorprende de la sociedad en la que vivo es que, una cosa, una noticia o un comentario, se demuestra que es un fraude y la gente sigue apoyando a los que han cometido el engaño. Quizá si se viesen las cosas bajo un prisma más científico no se caería en ese error.

Creo que la invención de noticias falsas con la intención de convencer a las personas para que compren unas ideas o sigan un dogma  tendría que estar penado por la ley (desconozco si lo está o no, pero aún así, aunque exista una ley para ello, desde luego no está funcionando).

Incluso sin usar el método científico, simplemente el sentido común, uno no creería o seguiría a una persona, un grupo, un partido político,  o lo que sea, si se demuestra que se dedica a engañar o manipular en un intento de crear una realidad paralela ( o “para lelos”) que se ajuste a sus ideas. O así debería ser.

Quizá resulte más fácil o más comprensible para algunos si mirasen a esos políticos o grupos o personas o medios de información que manipulan las noticias, como si de amistades se tratase.  ¿Mantendrías la amistad con alguien que te miente? ¿alguien que monta una escenificación para convencerte de sus ideas? No sé, pero personalmente, no me gusta que me tomen el pelo y me sorprende que haya tanta gente que le de lo mismo.

Todos tenemos una parte de responsabilidad en las cosas que suceden y, si consientes el engaño ¿cómo vas a quejarte cuando seas engañado?

 

 

Elogio de la Guerra (II): El desafío independentista


El momento más actual de la Crisis de Cataluña, tras las movilizaciones del  1 de octubre, es una de esas muchas batallas que no se debieron perder y se recuerdan durante años. La escenificación del “choque de trenes”  ha contado con la ladina complicidad de muchas fuerzas políticas y medios de comunicación, dentro y fuera de España. El objetivo era y es el mismo desde que Zapatero y otros más listos que el planearon en 2007 utilizar la marca PSOE como cuenta ómnibus para blanquear la Hoja de Ruta catalanista e imponer a los españoles una nueva Constitución. Es un jaque estratégico, en el sentido definido en un análisis reciente. Solo falta que los conspiradores se ofrezcan a presentar una Moción de Censura para rubricar que el juego pasa al siguiente nivel.

Para nota al pie de página de este análisis, procede recordar que el Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy ha sido el político que más Conspiraciones encubiertas  ha tenido que sortear desde que fue elegido candidato por el PP. En 2004, un Golpe de Estado impide que llegue a la Moncloa, y entre 2004 y 2008, los principales Medios, generosamente patrocinados desde Barcelona, se emplean a fondo para que no repita como Cabeza de Cartel. La campaña de acoso no cesa, y a partir del año 2009, empiezan a “argumentar” la intervención económica de España al tiempo que justifican las incesantes y cuantiosas transferencias de fondos hacia Cataluña.  Cualquiera que tenga curiosidad científica puede buscar en El Mundo y en El País lo que se escribía a favor de la disparatada Reforma de la Financiación Autonómica que iba a arruinar a España para ayudar a las empresas catalanas.  Las mismas Cabeceras que aplaudían aquellos polvos y firmaban Editoriales conjuntos a favor de los lobbies catalanistas, son las que criticaban ferozmente el lodazal  y exigían el “rescate” de la economía española.

En mayo del año 2010, Zapatero provoca el Default de la economía española pero prefiere comprometer la Soberanía de España e hipotecar la acción de gobierno antes que convocar Elecciones Generales. Los Medios, que acosan sin descanso a Rajoy, le siguen consintiendo a Zapatero y sus socios de ERC todas sus ocurrencias y justificando sus disparates. Ocultan a la Opinión Pública que España ha sido intervenida y obligada a recortar el salario de los Funcionarios. En 2011, van más allá; dan por hecha la inevitable victoria de Mariano Rajoy en las Elecciones por mayoría absoluta y aprovechan la crisis del Euro para intentar precipitar el rescate financiero de España en pleno verano. No dignan informar a la ciudadanía de las circunstancias en las que se ha de aprobar la Reforma Constitucional del artículo 135, ni del contenido de la infame carta que Merkel y el BCE le remiten a Zapatero. Al revés: se multiplican los Editoriales y Tribunas reclamando la Intervención de España, a 2 meses del fin de la legislatura.

En la recta final de 2011, cuando Zapatero y sus socios catalanistas apuran la legislatura y los plazos legales para no entregar el poder, ocurre un hecho significativo que la Prensa silencia. El gobierno español firma un nuevo Tratado de Rota con EEUU, mediante el cual autoriza al Ejército americano a usar suelo español para almacenar ojivas nucleares y lanzar sus ataques militares. Ninguno otro Presidente español quiso nunca firmar ese acuerdo.

Resulta evidente que ese Acuerdo, que Zapatero firma 10 minutos antes de irse de Moncloa, forma parte de un pacto secreto  que los periódicos nunca se molestaron en investigar. Los periodistas y articulistas de todos esos Medios estaban demasiado ocupados cuestionando la legitimidad de Mariano Rajoy para gobernar.  De modo que les debió parecer tan natural que lo primero que se encontrara el nuevo Presidente del Gobierno, cuando llegó a su despacho de la Moncloa, fuera una Convocatoria de Huelga General firmada por UGT y CCOO.  A los 59 días de mudarse a la Moncloa, todas las fuerzas políticas de la Oposición y todos los Medios justifican y exigen el rescate de España por la mala gestión económica continuada del Gobierno de Rajoy, el más corrupto de la Historia. Conspiraron abiertamente en muchos foros internacionales para dañar la imagen de España y perjudicar sus intereses políticos y económicos. Pero, con lo que no contaron, fuera de España,  es que Mariano Rajoy fuera capaz de aprovechar los 10 minutos de cortesía, que le habían concedido para salvar las apariencias, para empezar a sacar a España del atolladero.

Es fácil imaginar la rabia que sintieron en muchos cenáculos privados al constatar que el buque timoneado por el novato no solo no se hundía, sino que ponía rumbo fijo a buen puerto para reparar las vías de agua.  Muy fácil de entender las inevitables tentaciones.  Los sabotajes fueron constantes desde marzo de 2012.  Tras una vergonzosa entrevista de Jordi Pujol  en La Sexta, su lacayo, Arturo Mas. se presenta el 20 de septiembre en Moncloa, justo cuando el BCE de Draghi daba carpetazo al rescate inminente de España.  Amenaza a Mariano Rajoy con un Choque de Trenes si no le garantiza un Pacto Fiscal similar al del País Vasco.

La legislatura económica y política, desde 2012 hasta 2016, fue un duro y largo Camina o Revienta. Escribimos y publicamos decenas de análisis sobre el particular, enumerando y explicando los muchos intentos de sabotaje a que fue sometida la acción de gobierno desde todos los flancos. No existe, probablemente, en toda la Historia de España un Gobierno más meritorio e íntegro que el que Rajoy presidió entre 2012 y finales de 2015. Cogió el timón de un barco que se iba necesariamente a pique, con toda su contabilidad falsificada y manipulada, y dejó la nave atracada en el Puerto, con todo el pasaje y la tripulación a salvo.  Cosas del famoso Ruedo Ibérico, muchos de los clientes catalanes del sistema financiero en quiebra a los que salvó de ser pasto de los tiburones, son los que gritan consignas demagógicas en contra del rescate de los bancos.

En 2016, todos los analistas políticos del mundo daban por acabado el ciclo de Mariano Rajoy. Casi todos. No sobreviviría a la alianza fáctica del Psoe, de Podemos, de Ciudadanos y de los Nacionalistas. Periodistas y políticos de diferentes signos y pareceres coordinaban sus acciones para crear un Estado de Opinión desfavorable a Rajoy. Es difícil que nadie vivo en este planeta vuelva a ser testigo de una Operación tan obscena como el lanzamiento de Podemos en España.  Fue un auténtico milagro, que explicamos en su día, que la Conspiración se fuera al traste y que Pablo Iglesias no consiguiera el Poder en abril de 2016. El bueno de Pancho Sánchez sigue sin entender lo que ocurrió. Y solo de milagroso puede calificarse que la repetición de las elecciones en España coincidiera con la votación del Brexit en el Reino Unido.

Desde que Jordi Pujol amenazó en marzo de 2012  a Rajoy con el Choque de Trenes, han pasado 5 años y 6 meses a lo largo de los cuales los catalanistas han ido modulando su amenaza y  conspirando con otras Fuerzas y lobbies, en función de las necesidades financieras de sus empresarios  y de la oportunidad electoral de sacar adelante una Moción de Censura.

(sigue)

Elogio de la Guerra


Flavio Venecio, un autor menor que vivió la decadencia del Imperio Romano, ha pasado a la posteridad por una frase suya: “igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum”,  que el ingenio popular condensó y mejoró: “si vis pacem, para bellum”.  Es el imperativo bélico: Quien desea vivir en paz, tiene la obligación de anticiparse a todas las amenazas.  Winston Churchill, que era un extraordinario parlamentario, conocía el aforismo castellano “Más vale honra sin barcos, que barco sin honra”  que acortaba poéticamente la célebre respuesta del Almirante Méndez Núñez al Ministro de Defensa: “Más vale sucumbir con gloria en mares enemigos, que volver a España sin honra ni vergüenza”.  En su réplica a Chamberlain, seis días después del Pacto de Munich, cierra su intervención en los Comunes, con una frase inmortal: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.

La labor de un periodista no es militar en una causa que crea justa: es informar y ser testigo de su tiempo. Pero, tanto si lo hace como si lo deja de hacer, se verá empujado a tomar partido. La mayoría elegirá un bando por dinero, prebendas o comodidad, y una ínfima minoría intentará mantenerse firme en la defensa de unos principios de independencia y de veracidad que son anteriores a cualquier regla o protocolo profesional. Si uno no siente esa pasión, es mejor que se dedique a trabajar como camarero.

El momento actual de la Crisis de Cataluña empezó en el año 2005, mucho antes que CIU acuñara la expresión “España nos roba”.  El debate sobre las balanzas fiscales se origina, en el entorno de ERC, en el año 2001, como reacción política a menores inversiones en Cataluña. La explicación estadística, silenciada, era tan sencilla como obvia: Cataluña se había beneficiado, como región, de un flujo extraordinario de inversiones en los años 80 y 90, con motivo de los JJOO de Barcelona, y el nacionalismo catalán se había vuelto adicto al dinero fácil que provenía de los Presupuestos del Estado.

Los periodistas españoles, de todo los Medios, podían haber explicado que Cataluña recibía mucho más recursos de los PGE que su peso histórico en la economía española, pero optaron por comprar el relato envenenado que vendía el catalanismo sobre la solidaridad. Al ser más rica, era “lógico y natural” que Cataluña contribuyera más. Pero al comprar esa mercancía adulterada, a sabiendas, estaban dando pie a campañas publicitarias tan infames como el “España nos roba” o “Apadrina un niño extremeño”.

En el año 2005, conforme avanzaban los trabajos de la Comisión Parlamentaria encargada de perfilar el anteproyecto del Nuevo Estatut de Cataluña que Zapatero había prometido aprobar sin rechistar, iba quedando cada vez más claro que los nacionalistas y sus serviles aliados socialistas se disponían a traspasar todas las líneas rojas definidas en la Constitución.  Definían Cataluña como nación, otorgaban al Tribunal Superior de Justicia la máxima autoridad judicial, reclamaban un Concierto Económico tan ventajoso como el del País Vasco e  imponían el deber de usar el catalán. Y lo que era infinitamente peor: “reformaba” unilateralmente la Constitución Española para dibujar una España plurinacional, plurisoberana y federal.

Podría parecer, escuchando al bueno de Pancho Sánchez, que todas esas ocurrencias que propone en 2017 como nuevas para resolver el conflicto catalán pueden ser objeto de un debate social y de “diálogo” entre las fuerzas políticas enconadas. Se trataría, pues, de regresar a las posiciones del año 2005 para blanquearlas y “obviar” ese insignificante pecado original que fue el 11-M-2004. Una verdadera entelequia. Si la Historia de España no hubiera alterado su rumbo aquel día, el disparatado sueño nacional de CIU y de ERC seguiría durmiendo en algún cajón.

El Golpe de Estado que están intentando dar los nacionalistas en Cataluña con la ayuda de la izquierda política española obliga a todos los ciudadanos a mirar de frente su pasado. Zapatero prometía, en 2003, ese Estatut concreto y esa reforma constitucional implícita si, contra todo pronóstico, llegaba al Poder. Y llegó, contra todo pronóstico, ese político que presumía de antiamericanismo y acabó firmando, justo antes de irse, el tratado militar con EEUU que ninguno de sus predecesores, antes, había aceptado firmar.

 

El Desafío Independentista del 1 de Octubre

 

El momento más actual de la Crisis de Cataluña, tras las movilizaciones del  1 de octubre, es una de esas muchas batallas que no se debieron perder y se recuerdan durante años. La escenificación del “choque de trenes”  ha contado con la ladina complicidad de muchas fuerzas políticas y medios de comunicación, dentro y fuera de España. El objetivo era y es el mismo desde que Zapatero y otros más listos que el planearon en 2007 utilizar la marca PSOE como cuenta ómnibus para blanquear la Hoja de Ruta catalanista e imponer a los españoles una nueva Constitución. Es un jaque estratégico, en el sentido definido en un análisis reciente. Solo falta que los conspiradores se ofrezcan a presentar una Moción de Censura para rubricar que el juego pasa al siguiente nivel.

Para nota al pie de página de este análisis, procede recordar que el Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy ha sido el político que más Conspiraciones encubiertas  ha tenido que sortear desde que fue elegido candidato por el PP. En 2004, un Golpe de Estado impide que llegue a la Moncloa, y entre 2004 y 2008, los principales Medios, generosamente patrocinados desde Barcelona, se emplean a fondo para que no repita como Cabeza de Cartel. La campaña de acoso no cesa, y a partir del año 2009, empiezan a “argumentar” la intervención económica de España al tiempo que justifican las incesantes y cuantiosas transferencias de fondos hacia Cataluña.  Cualquiera que tenga curiosidad científica puede buscar en El Mundo y en El País lo que se escribía a favor de la disparatada Reforma de la Financiación Autonómica que iba a arruinar a España para ayudar a las empresas catalanas.  Las mismas Cabeceras que aplaudían aquellos polvos y firmaban Editoriales conjuntos a favor de los lobbies catalanistas, son las que criticaban ferozmente el lodazal  y exigían el “rescate” de la economía española.

En mayo del año 2010, Zapatero provoca el Default de la economía española pero prefiere comprometer la Soberanía de España e hipotecar la acción de gobierno antes que convocar Elecciones Generales. Los Medios, que acosan sin descanso a Rajoy, le siguen consintiendo a Zapatero y sus socios de ERC todas sus ocurrencias y justificando sus disparates. Ocultan a la Opinión Pública que España ha sido intervenida y obligada a recortar el salario de los Funcionarios. En 2011, van más allá; dan por hecha la inevitable victoria de Mariano Rajoy en las Elecciones por mayoría absoluta y aprovechan la crisis del Euro para intentar precipitar el rescate financiero de España en pleno verano. No dignan informar a la ciudadanía de las circunstancias en las que se ha de aprobar la Reforma Constitucional del artículo 135, ni del contenido de la infame carta que Merkel y el BCE le remiten a Zapatero. Al revés: se multiplican los Editoriales y Tribunas reclamando la Intervención de España, a 2 meses del fin de la legislatura.

En la recta final de 2011, cuando Zapatero y sus socios catalanistas apuran la legislatura y los plazos legales para no entregar el poder, ocurre un hecho significativo que la Prensa silencia. El gobierno español firma un nuevo Tratado de Rota con EEUU, mediante el cual autoriza al Ejército americano a usar suelo español para almacenar ojivas nucleares y lanzar sus ataques militares. Ninguno otro Presidente español quiso nunca firmar ese acuerdo.

Resulta evidente que ese Acuerdo, que Zapatero firma 10 minutos antes de irse de Moncloa, forma parte de un pacto secreto  que los periódicos nunca se molestaron en investigar. Los periodistas y articulistas de todos esos Medios estaban demasiado ocupados cuestionando la legitimidad de Mariano Rajoy para gobernar.  De modo que les debió parecer tan natural que lo primero que se encontrara el nuevo Presidente del Gobierno, cuando llegó a su despacho de la Moncloa, fuera una Convocatoria de Huelga General firmada por UGT y CCOO.  A los 59 días de mudarse a la Moncloa, todas las fuerzas políticas de la Oposición y todos los Medios justifican y exigen el rescate de España por la mala gestión económica continuada del Gobierno de Rajoy, el más corrupto de la Historia. Conspiraron abiertamente en muchos foros internacionales para dañar la imagen de España y perjudicar sus intereses políticos y económicos. Pero, con lo que no contaron, fuera de España,  es que Mariano Rajoy fuera capaz de aprovechar los 10 minutos de cortesía, que le habían concedido para salvar las apariencias, para empezar a sacar a España del atolladero.

Es fácil imaginar la rabia que sintieron en muchos cenáculos privados al constatar que el buque timoneado por el novato no solo no se hundía, sino que ponía rumbo fijo a buen puerto para reparar las vías de agua.  Muy fácil de entender las inevitables tentaciones.  Los sabotajes fueron constantes desde marzo de 2012.  Tras una vergonzosa entrevista de Jordi Pujol  en La Sexta, su lacayo, Arturo Mas. se presenta el 20 de septiembre en Moncloa, justo cuando el BCE de Draghi daba carpetazo al rescate inminente de España.  Amenaza a Mariano Rajoy con un Choque de Trenes si no le garantiza un Pacto Fiscal similar al del País Vasco.

La legislatura económica y política, desde 2012 hasta 2016, fue un duro y largo Camina o Revienta. Escribimos y publicamos decenas de análisis sobre el particular, enumerando y explicando los muchos intentos de sabotaje a que fue sometida la acción de gobierno desde todos los flancos. No existe, probablemente, en toda la Historia de España un Gobierno más meritorio e íntegro que el que Rajoy presidió entre 2012 y finales de 2015. Cogió el timón de un barco que se iba necesariamente a pique, con toda su contabilidad falsificada y manipulada, y dejó la nave atracada en el Puerto, con todo el pasaje y la tripulación a salvo.  Cosas del famoso Ruedo Ibérico, muchos de los clientes catalanes del sistema financiero en quiebra a los que salvó de ser pasto de los tiburones, son los que gritan consignas demagógicas en contra del rescate de los bancos.

En 2016, todos los analistas políticos del mundo daban por acabado el ciclo de Mariano Rajoy. Casi todos. No sobreviviría a la alianza fáctica del Psoe, de Podemos, de Ciudadanos y de los Nacionalistas. Periodistas y políticos de diferentes signos y pareceres coordinaban sus acciones para crear un Estado de Opinión desfavorable a Rajoy. Es difícil que nadie vivo en este planeta vuelva a ser testigo de una Operación tan obscena como el lanzamiento de Podemos en España.  Fue un auténtico milagro, que explicamos en su día, que la Conspiración se fuera al traste y que Pablo Iglesias no consiguiera el Poder en abril de 2016. El bueno de Pancho Sánchez sigue sin entender lo que ocurrió. Y solo de milagroso puede calificarse que la repetición de las elecciones en España coincidiera con la votación del Brexit en el Reino Unido.

Desde que Jordi Pujol amenazó en marzo de 2012  a Rajoy con el Choque de Trenes, han pasado 5 años y 6 meses a lo largo de los cuales los catalanistas han ido modulando su amenaza y  conspirando con otras Fuerzas y lobbies, en función de las necesidades financieras de sus empresarios  y de la oportunidad electoral de sacar adelante una Moción de Censura.

(sigue)