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Monetarizar la Información: el Síndrome de Machado


Antonio Machado no se resistió a publicar unos versos que delataban, a la par, pesimismo político e impaciencia profesional. Conocía muy bien el mal que aquejaba sus contemporáneos.  No era sangre jacobina la que brotaba en sus venas: era  la inconfundible hidalguía cervantina la que llevaba impresa en su ADN.

La crisis del periodismo y de los medios de comunicación se gestó en España hace unos 25 años.  Las grandes cabeceras se habían opuesto, de facto, a regular la profesión y combatir el intrusismo, y algunas, como El País, se inventaron su propio Máster con la excusa de “mejorar” la formación. Por 500.000 pesetas de 1989, ofrecía salvoconductos profesionales a licenciados de otras carreras que ya trabajaban o iban a trabajar en distintos periódicos. No sé cuál sería la formación y preparación de los futuros periodistas en las distintas Universidades españolas, pero sí recuerdo con nitidez las pintorescas conferencias que se impartían en la Calle Yuste.

Puede que la diferencia que existe entre un trabajador protegido y amparado por un Colegio Profesional y el alumno de Máster que escribe en un periódico y locuta en una emisora de radio sea solo una cuestión de matices, como no aceptar la censura, no validar consignas políticas, no blanquear estrategias golpistas o no dejarse manipular.  La independencia de criterio y la pluralidad son plantas delicadas que no prosperan en cualquier suelo.

Se apuntaba Jesus Cacho, en un reciente artículo de El Confidencial, a criticar la actual deriva de un periodismo en crisis, a propósito de la enésima escena de cama entre políticos y comunicadores, y del nutritivo Fondo de Reptiles dopado con publicidad institucional de las administraciones y de los monopolios empresariales. A buenas horas nos acordamos siempre de Santa Bárbara. La enorme corrupción de los periodistas españoles, que contribuyó a colocar a Zapatero en la Moncloa, ha sido el principal obstáculo para que la Prensa entendiera  y se adaptara a tiempo a los profundos cambios que se estaban produciendo en la Industria de la Información.

Por ventura formativa, por azar o por intuición, quien escribe este artículo sabe desde hace 30 años que la Prensa estaba condenada a elegir un nuevo enfoque empresarial.  Aunque parezca que es un problema reciente,  la irrupción masiva de la prensa gratuita en los años 70 y 80 impuso al mercado una lógica implacable: la necesidad de decantarse entre la Información y la Propaganda.  Pero los gestores de las grandes cabeceras eligieron no elegir, simulando que periodistas, políticos, comerciantes y ciudadanos teníamos unos intereses compatibles.  La creación y desarrollo de Internet, y la perversa deriva de las Redes Sociales, han volado por los aires todas las corruptas ficciones de la Prensa y de los Medios de Comunicación.

¿Qué producto y/o servicio vende hoy un periódico?  Cuatro letras sobran para definir el modelo empresarial: NADA.  El comerciante verdadero ya no se anuncia porque no vende nada;  el ciudadano no compra el periódico porque recibe gratis la propaganda por otros medios; el lector no paga porque la información es redundante y tardía; el político, que nunca paga, prefiere otros medios más calientes y versátiles que convierten la actualidad en un espectacular circo de tres pistas.

A los jóvenes periodistas, a los que estafan con 5 años de carrera universitaria sin amparo normativo, les cuentan que la actualidad nunca duerme y que la búsqueda de la Información es un Sacerdocio Sagrado en cuyo altar deben estar dispuestos a sacrificar hasta su sueldo.  Se pasarán años trabajando como becarios, escuchando historias épicas y anécdotas edificantes sobre el Periodismo de Investigación.  Escucharán el Mito del Rigor Informativo y la Verificación  de las Fuentes en boca de los mismos prebostes que relataron el 11-M.

Tras el estallido de la Crisis Subprime, los Bancos Centrales de los países anglosajones han inundado el mercado de dinero. Tal inundación acabó con el Incendio en el Sector Financiero, pero ha provocado la aparición de un nuevo fenómeno: la “monetarización negativa” de la Economía Productiva.  Los más cursis entre los analistas palabrean conceptos y tópicos que se ponen de moda, como el de “capital disruptivo” pero son incapaces de explicarle a sus lectores en qué consiste esa “monetarización negativa” y cuáles son sus consecuencias más probables.

El mecanismo de la “monetarización negativa”  es tan sencillo como entender que nadie paga por un servicio que le ofrecen gratis.  Pero ese dumping social, económico y financiero, que no era legal en ningún país soberano, ha adquirido carta de naturaleza de la mano de grandes Fondos de Inversión norteamericanos. Periodistas y políticos de toda Europa ponen el cazo y miran para otro lado, mientras piratas y corsarios arrasan y arruinan uno a uno todos los sectores. En un futuro no muy lejano, su dictadura y tiranía serán inmisericordes.

La Prensa española ha traicionado a los anunciantes, a los ciudadanos, a los lectores y se ha quedado sin modelo de negocio.  La monetarización negativa que ha provocado en el sector, por pura codicia, hace que los periódicos ya no puedan competir ni con Google, ni mucho menos con decenas de miles de ciudadanos que producen información de calidad, en tiempo real y completamente gratuita. Ni siquiera las televisiones pueden rivalizar con el espectáculo en las Redes Sociales. En el pecado estaba la penitencia.

© Belge

El escándalo político de las prejubilaciones (2)


El verdadero escándalo de la prejubilación de los trabajadores de grandes empresas y corporaciones no es su coste financiero sino el error de diagnóstico. Al margen de que los sectores que más han abusado de esa estrategia son los que menos han renovado su plantilla, la Banca es un claro exponente de lo caro que les ha resultado cambiar empleados experimentados que conocían los riesgos del mercado por unos jovenzuelos serviles y codiciosos solo preocupados por sus comisiones.  Se habría ahorrado no pocos disgustos y mucho dinero, porque estos “viejos” trabajadores de 55 conocían a sus parroquianos tanto como su oficio.

El coste horario del sector bancario era, junto con la construcción, uno de los más elevados en España.  En los años 2007 y 2008, cuando estalla la Crisis Subprime, supera holgadamente los 40 euros por hora. Al prejubilar al 40% de los 270.000 empleados, con cargo a la Seguridad Social y ahorrándose unos 20.000 millones de euros en indemnizaciones,  bancos y cajas han aligerado su factura anual en más 1.000 millones de euros.

La segunda derivada de jubilar anticipadamente a la “élite” salarial del mercado laboral, es que 1 millón de personas activas, con contactos y conocimientos, se han pasado al submundo de la economía sumergida. ¿Cuántos empleos han resultado destruidos en España, en plena crisis, por estos nuevos “pensionistas”?  Los periodistas prejubilados en RTVE, con sueldos superiores a los 3.000 euros netos mensuales, se han estado paseando por tertulias, haciendo reportajes fotográficos y escribiendo con regularidad en los periódicos. Los empleados de banca han estado llevando contabilidades, trabajando como comerciales o asesores financieros, etc.  A diferencia de lo que venía ocurriendo hasta la fecha, no han sido las empresas privadas con los trabajos más “penosos” las que se han beneficiado de estas “amigables” prejubilaciones, sino los sectores mejor pagados, casi públicos y con la mayor esperanza de vida. El mundo al revés.

La tercera derivada es de tipo humana y social.  Los hijos mayores de los trabajadores prejubilados con 53 años tenían, a lo sumo, 18 años cuando sus progenitores fueron despedidos tras años de “buenos y leales servicios”.  Todo un referente moral  perverso para una generación de clase media acomodada que nunca tuvo que esforzarse demasiado. Su tentación de prestar oído a los cantos de sirena de radicales, populistas y demagogos constituye, como ya se puede apreciar, un verdadero riesgo para el sistema. Ese millón de prejubilados forzosos han sumado 4 millones de votos para Podemos.

(c) Belge

El escándalo político de las prejubilaciones


Decía un viejo sociólogo francés, cuyo nombre no alcanzo a recordar, que los jóvenes tienden a ser radicales y violentos hasta los 28 años. Pasado ese tiempo, se acomodan, se tranquilizan, y ya no suponen un “riesgo” para el Sistema, entendido como el conjunto de normas, tradiciones y equilibrios que hacen posible la vida en sociedad en un universo urbanizado y concentrado. Lo escuché hace más de 30 años, y lo he recordado en muchas circunstancias.

La nefasta llegada al poder de Rodríguez Zapatero ha traído a la vida de los españoles una “nueva” forma de hacer política, basada en el concepto marxista de la “confrontación” social. El Otro es el enemigo que impide “progresar” hasta el Paraíso.  Y lo peor, es que esa “praxis” de inequívoca identidad marxista está siendo financiada con generosidad por Bruselas con Fondos Europeos.  A los pocos e inexperimentados políticos que se atrevieron a denunciarlo, con datos asombrosos , les lincharon en los medios de comunicación.

La cultura totalitaria de la suspicacia enfrenta a las mujeres con los hombres, a los niños con los padres, a los alumnos con los profesores,  a los adolescentes con los viejos, a los que tienen un trabajo precario con los que tienen un contrato fijo, a los pobres con los ricos, a los urbanitas contra el mundo rural, a los que votan bien contra los populistas que votan mal, a los vecinos de los Bajos contra los que viven en los Áticos,  a los consumidores que usan Tarjetas contra los que pagan en efectivo…La lista es extensa, y en todos los casos los periodistas, sumisos, se encargan de delatar a los “malos”.

La confrontación generacional es, sin duda, una de las herramientas más destructivas de la Política, porque coloca violentas cargas de profundidad en el mismo corazón de la sociedad. La deflagración de la primera mitad del siglo XX fue tal en Europa que se llevó por delante la vida de 100 millones de seres humanos. Hicieron falta 100 millones de muertos para que la Política en Europa abandonara los perversos conceptos de la “lucha de clases” y se recuperara los conceptos cristianos de “comunidad” y de “familia”.

El estallido de la crisis subprime en 2007 fue un magnífico pretexto que usó Zapatero para enfrentar a los “jóvenes” con sus “mayores”.  Fueron cebados políticamente con Becas Erasmus, con generosas ayudas al alquiler, y con promesas demagógicas. Eran la Generación Mejor Preparada de la Historia, a la que unos viejos apalancados y corruptos estaban robando el futuro y obligando a emigrar.

Ese caldo de cultivo, unido a las maniobras de altos cargos del PSOE para crear el embrión de PODEMOS desde 2008, es la verdadera causa de la política de prejubilaciones en España.  En ningún otro país del mundo ha ocurrido nada semejante.  Toda una generación en activo, con poco más de 50 años, ha sido jubilada a la fuerza, con el agravante que se trataban de sectores regulados y profusamente financiados  desde los Presupuestos Generales del Estado.  Los periodistas de 52 años prejubilados en RTVE nada tienen que envidiar a los empleados de banca o de Telefónica que se han ido a casa con sueldos vitalicios de 3.000 euros al mes.

Desde 2008, ya se han prejubilado más de 80.000 empleados de bancos y cajas de ahorros, y se estima que en 2019 se habrán ido a su casa 120.000 de los 270.000 trabajadores del sector.  Se da la circunstancia que esas Cajas de Ahorro, en las que abundaba un personal contratado por razones políticas, han tenido que ser rescatadas con cerca de 100.000 millones de euros del FROB.  Si extrapolamos esas cifras, aparece que casi un 30% de toda la masa laboral ha sido prejubilada entre 2007 y 2017: Un millón de personas, con una edad comprendida entre los 53 y los 56 años.

Las consecuencias perversas

El verdadero escándalo de la prejubilación de los trabajadores de grandes empresas y corporaciones no es su coste financiero sino el error de diagnóstico. Al margen de que los sectores que más han abusado de esa estrategia son los que menos han renovado su plantilla, la Banca es un claro exponente de lo caro que les ha resultado cambiar empleados experimentados que conocían los riesgos del mercado por unos jovenzuelos serviles y codiciosos solo preocupados por sus comisiones.  Se habría ahorrado no pocos disgustos y mucho dinero, porque estos “viejos” trabajadores de 55 conocían a sus parroquianos tanto como su oficio.

El coste horario del sector bancario era, junto con la construcción, uno de los más elevados en España.  En los años 2007 y 2008, cuando estalla la Crisis Subprime, supera holgadamente los 40 euros por hora. Al prejubilar al 40% de los 270.000 empleados, con cargo a la Seguridad Social y ahorrándose unos 20.000 millones de euros en indemnizaciones,  bancos y cajas han aligerado su factura anual en más 1.000 millones de euros.

La segunda derivada de jubilar anticipadamente a la “élite” salarial del mercado laboral, es que 1 millón de personas activas, con contactos y conocimientos, se han pasado al submundo de la economía sumergida. ¿Cuántos empleos han resultado destruidos en España, en plena crisis, por estos nuevos “pensionistas”?  Los periodistas prejubilados en RTVE, con sueldos superiores a los 3.000 euros netos mensuales, se han estado paseando por tertulias, haciendo reportajes fotográficos y escribiendo con regularidad en los periódicos. Los empleados de banca han estado llevando contabilidades, trabajando como comerciales o asesores financieros, etc.  A diferencia de lo que venía ocurriendo hasta la fecha, no han sido las empresas privadas con los trabajos más “penosos” las que se han beneficiado de estas “amigables” prejubilaciones, sino los sectores mejor pagados, casi públicos y con la mayor esperanza de vida. El mundo al revés.

La tercera derivada es de tipo humana y social.  Los hijos mayores de los trabajadores prejubilados con 53 años tenían, a lo sumo, 18 años cuando sus progenitores fueron despedidos tras años de “buenos y leales servicios”.  Todo un referente moral  perverso para una generación de clase media acomodada que nunca tuvo que esforzarse demasiado. Su tentación de prestar oído a los cantos de sirena de radicales, populistas y demagogos constituye, como ya se puede apreciar, un verdadero riesgo para el sistema. Ese millón de prejubilados forzosos han sumado 4 millones de votos para Podemos.

(c) Belge

AVE: las cuentas del Gran Capitán


Gonzalo Fernández de Córdoba ha pasado a la Historia por su extraordinario valor militar, su ingenio y por ser quien inspiró la famosa réplica de Shakespeare en Ricardo III (“Mi Reino por un caballo”).  A la muerte de la Reina Isabel de Castilla, sus enemigos se conjuraron contra el y le acusaron de corrupción. En defensa de su honor,  y en desagravio, presentó Cuentas ante el Rey Fernando el Católico:

“Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.”

A leer y analizar las cuentas del AVE, que el periódico El Mundo se ha encargado de publicitar este fin de semana, no he podido por menos que recordar la célebre anécdota.  51.000 millones de euros  han sido presupuestados en los últimos 30 años para tender los 2500 km de vías del AVE por Andalucía, Cataluña y Levante,  y el resto del dinero gastado y nunca auditado fue para “picos, palas, y azadones”.   El Km de Alta Velocidad cuesta en España 2 veces más que en el resto del mundo, y en alguna regiones como Cataluña, es de media 5 veces más caro.

El gran pecado del AVE, que diría Gonzalo de Córdoba si viviera, no es el dinero invertido en guantes perfumados, sino en haber abandonado a su suerte a la mitad Oeste de la Península.  El AVE ha sido un burdo pretexto para ni siquiera garantizar el mínimo mantenimiento de las infraestructuras ferroviarias existentes y heredadas.  Hoy, en 2017,  es ya literalmente imposible que los ciudadanos de Castilla, Extremadura, Galicia o Asturias usen habitualmente el tren para sus desplazamientos.  No les queda más remedio que utilizar sus coches particulares.

El último gran escándalo de la Gestión Pública de esta época extraña que nos ha tocado en suerte lo denunciaba INLUCRO.ORG en primicia hace unos meses, pero  ninguno de los Medios controlados por los Nacionalistas se hizo eco de la cuestión. En pocas palabras:  a muchos de los pensionistas y jubilados que viajan con el IMSERSO les “pasean” en el AVE para engordar las estadísticas.  Los destinos “preferidos” son Valencia, Alicante y Barcelona.

Para muestra un botón: unos pensionistas de Ávila, que van a disfrutar una semana de playa en Peñiscola durante los calores del mes de Febrero, salen de su casa a las 12 del mediodía,  y llegan a su Hotel pasadas las 23 horas.  Gracias a Google Maps sabemos que con un viejo autocar del IMSERSO habrían recorrido los 600 km en 8 horas, pero les tocó coger un autobús en Ávila, el Metro en Madrid, el Ave hasta Valencia y un viejo autobús hasta Peníscola.   Por suerte, estos señores mayores ya están acostumbrados: en sus últimas “vacaciones” a la Costa Brava, Valencia, Alicante y Málaga les ha ocurrido lo mismo.  La única excepción fue un viaje a Sevilla, donde viajaron en autocar.

Los portavoces de RENFE y del Ministerio de Fomento son aficionados a tomarnos el pelo con gran dosis de cinismo. El trayecto de Gerona a Barcelona les cuesta a los usuarios abonados 6 euros.  Es algo menos de los 8 euros que les cuesta a los vallisoletanos trasladarse a diario hasta Madrid.  Con ese dinero no pagan ni el sueldo de las azafatas. En comparación, si el viajero se sube a una de las viejas diligencias en servicio entre Ávila y Madrid, tendrá que abonar algo más de 8 euros por recorrer 100 km en 2 horas, y comprarse guantes y bufandas por si está rota alguna de las ventanillas.

El número de usuarios que cogen el AVE, de motu propio, es realmente ridículo si se comparan con las abultadas pero deficitarias cifras del trayecto entre Paris y Lyon.  Como diría el amigo Tartesos, de Cádiz,  en Cataluña no cogen el AVE ni los que viajan gratis.  De Barcelona a la frontera francesa viajan 40 personas los días de más afluencia, aunque la Prensa se encarga de poner una sordina a las reclamaciones de las concesionarias de esas obras.  Y en RENFE, los avispados gestores siguen analizando la posibilidad de premiar – de aquí a unos años – al viajero número 100 del Larga Distancia Madrid París, vía Barcelona y Lyon.

(c) Belge. 17/04/2017