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Qué, quién, cómo, dónde, cuándo y para qué


Las preguntas del periodismo clásico que se enseñaban en las Facultades Universitarias y redacciones ya no sirven en el siglo XXI. Tampoco servían para el siglo XX, aunque acabaron siendo útiles para colonizar los terrenos colindantes de la Historia y de la Religión. Sirva un ejemplo práctico de relato al uso.

¿Qué? Un crimen, un atentado, un accidente, etc.

¿Quién? Fulanito

¿Cuándo? Ayer, siempre ayer

¿Cómo? Un (re)cuento incongruente, sin memoria

¿Dónde? Aquí. Lo que pasa “allí” no interesa

¿Por qué?  Fulanito es malo

La quiebra del periodismo en el siglo XX ha llegado de los territorios anexionados de la Política, de la Historia y de la Religión.  La prensa mercenaria y sometida a las estrategias de la Política ha acabado por contagiarse de todos sus males, pero es sin duda la fuerte crisis de la Historia y de la Religión la que ha llevado a la debacle actual.  El relato editorial de la Historia y de la Religión ya no se escribe de la misma manera.  A modo de inciso, basta analizar los sangrientos vídeos del Estado Islámico para descubrir las huellas de los patrocinadores y guionistas, y el mensaje comercial escondido tras las impactantes imágenes.  Un videojuego es una secuencia incongruente de imágenes impactantes y que se repiten de un modo rítmico. En el fondo, funciona como cualquier anuncio de propaganda.

Lo que conocemos y experimentamos como Globalización es, en realidad, una nueva forma de guerra de religión.  Han entrado en rumbo de colisión viejas estructuras y sociedades milenarias. Por resumir un concepto de mi Tesis doctoral que llamé TOTALIZACIÓN: los moradores de las ciudades tienden a verse a sí mismo como ciudadanos hermanados de un mismo todo.  Mi tesis, que no mereció un beca del Ministerio de Educación de los gobiernos del Psoe en los años 80, anticipaba más de 20 años la existencia de Internet tal y como lo conocemos ahora.  Por aquel entonces, no tenía del todo claro lo que buscaba.  Y por eso lo encontré.

El nuevo periodismo del siglo XXI, o periodismo en tiempo real que vengo practicando desde 1995, debe intentar contestar a una pregunta fundamental: Para qué. Aquí es necesario hacer otro inciso. En un universo abierto, tiene/tenía sentido formular la pregunta por qué. Es parte del método científico, que nace de la Fe y no de la disidencia religiosa como bien demostró René Descartes. Para conocer el Universo Abierto es necesario interpretar las causas. Una serie de causas fortuitas y/o accidentales originan consecuencias que hay que analizar como un historiador.

La pregunta para qué no trata de averiguar las causas morales de los hechos, ni esconde ningún proceso de intenciones, sino que se limita a analizar su estructura presente y describir su evolución probable en un Universo Acotado/Cerrado. Esto es así porque el hecho observado es necesariamente parte de una estructura. La principal consecuencia es que el “testigo”  (fuente) del Historiador pierde cualquier relevancia en el Método. ¿Para qué son necesarias las estúpidas declaraciones de cualquier político? ¿Para qué son útiles las filtraciones de testigos y protagonistas que podrán ser manipuladas y tergiversadas sin límite por importantes medios de propaganda? Tenemos maravillosos ejemplos de ello en este siglo. En España, sin ir más lejos, el HECHO más importante – el 11M –ha servido para generar confusión y alimentar dinámicas sectarias, pero no para acreditar un relato periodístico o histórico digno de ese nombre.

© Belge. 12-04-2016

 

 

UBER, kilómetro cero


La idea que transpira Madrid es que los ciudadanos se pasan el día circulando con el coche o viajando en el Metro. Es suficiente que se corte el tráfico rodado, como ocurrió en Bruselas el pasado 22 de marzo, para que una Ciudad entera se paralice. El sistema de gestión compartida del kilometraje urbano despliega la lógica oculta de un entorno que ha crecido hasta su límite natural. No caben más coches en las ciudades.  El aro de la M-40, si es que finalmente mide los 40 kilómetros prometidos,  se colapsaría definitivamente con 100.000 coches parados. Lo mismo con la M-30, la M-50 y con las casi 40.000 calles que componen el entramado viario de esos 600 km2 que llaman Madrid.

En teoría, una metrópoli como Madrid en la que tienen su sede el 40% de las 5.000 mayores empresas de España   genera suficiente actividad para mantener ocupada a una población de más de 3 millones de personas oficialmente censadas.  Pero de la teoría a la praxis, se plantea una serie de problemas logísticos. Ni los 3 millones de ciudadanos que viven extramuros pueden acceder con su coche a Madrid sin preparar un atasco monumental,  ni los 3 millones de habitantes de Madrid pueden sacar su vehículo del aparcamiento sin colapsar el tráfico.

La de UBER es un poco la misma lógica surrealista e interesada que impulsó a construir miles de compartimentos poco o nada estancos en los espacios públicos para “proteger” la salud de los no fumadores, en lugar de prohibir fumar. En lugar de favorecer el uso del transporte público y del taxi, se crea un incentivo perverso a la compra de vehículos privados infrautilizados con el pretexto de usarlos en común de un modo más eficiente.  Huelga decir que ganan los fabricantes de vehículos, los productores de petróleo, los intermediarios financieros y pierden consumidores, trabajadores y habitantes de las ciudades.

Por lógica, con 3 millones de unidades, el parque automovilístico en Madrid ocupa una superficie en reposo de 30 millones de m2.  Para los de letras: 30 de los 600 km2 de la capital de España.  Y para las maniobras de aparcamiento, necesita una superficie disponible exclusiva de 1.000 millones de M2.  En resumen: no se pueden mover. Dicho de otro modo:  se puede comprar, se puede admirar, se puede aparcar….y luego no se puede usar.  La solución UBER, muy al estilo protestante y puritano es: vamos a racionalizar el uso del coche que te has comprado pero que no vas a poder usar.  En un futuro no muy lejano, es posible que cada calle y vial debidamente privatizado cuente con su peaje y radar correspondiente.

El gran negocio de ciudades como Londres, París, Bruselas, Madrid o Barcelona salta a la vista. Si el 30% de su población mueve el coche a diario y recorre una media de 50 kilómetros, el consumo de carburante correspondiente asciende a 2.000 euros/año.  Para un municipio como Madrid, es un pellizco de 4.000 millones al año que equivale a todo su Presupuesto. El capitalismo anglosajón y protestante es pasear el coche.

©Belge

Predecir los atentados yihadistas


INLUCRO.NEWS

AICS es una empresa española creada en 2013 por Salvador Burguet y que ha desarrollado un método que busca anticipar donde y cuando se van a producir atentados de tipo yihadistas. Suena a ciencia ficción pero solo son herramientas que se aplican a la ingente cantidad de información que producen en todo el mundo las Redes Sociales y los distintos foros de intercambio.

A sus clientes potenciales con presencia en África o Próximo Oriente les avisan de la existencia de “riesgos ocultos”. Tratan y almacenan todos datos que pueden usar en el futuro, sea cual sea su formato.  Lo más curioso, señala Burguet, es que toda esa información es pública y se puede recopilar sin mucha dificultad, aunque tenga que multiplicar las entrevistas de prensa  para explicarlo. “No tenemos una bola de cristal, nuestro trabajo se basa solo en recoger y analizar los datos”

El Carry Trade y los fisiócratas


La agricultura produce bienes que valen más que el salario que cuesta producirlos. Es a grandes rasgos el principio de la Fisiocracia, la economía del Orden Natural. Uno de sus principales padre fundadores, Jacques Turgot influyó en todo el pensamiento de Benjamín Franklin. Su famoso lema “Laissez Faire” ha llegado hasta nuestros días, aunque ligeramente distorsionado. Turgot creía que cualquier torpe intervención racionalista y cartesiana estaba condenada a distorsionar los equilibrios preexistentes en cualquier sociedad.

Los Fisiócratas franceses no eran unos ingenuos optimistas: eran pensadores pragmáticos que estudiaron la economía de su época desde una óptica completamente diferente. Eran tan geniales que intuyeron con gran humildad que pocas decisiones podían mejorar el orden natural de las cosas. Creían que existía una generación de valor auténtica y otra derivada en forma de comercio, industria e incluso robo. Es un pensamiento económico tan moderno que resolvería por sí solo muchas aporías actuales del monetarismo y mercantilismo en el que estamos sumidos.

Una de las manifestaciones más divertida y delirante del monetarismo anglosajón actual, que ha arruinado ese experimento único en la Historia de la Humanidad que ha sido el Proyecto Europeo, es sin duda el famoso Carry Trade. Toma su nombre de un juego especulativo que consistía en tomar dinero prestado  a largo en Japón, al 0%, e invertirlo en Deuda Pública americana y europea al 5% a corto y medio plazo. Como disparar a un pichón atado. Tan lucrativo negocio llevó a la banca de inversión anglosajona y suiza a apalancarse y asumir riesgos monstruosos que acabaron estallando el 26 de febrero de 2007.

Que fuéramos uno de los escasos analistas en el mundo que avisara del desenlace de la Crisis Subrime ya en mayo de 2005 no nos confiere ninguna autoridad, solo evidencia que nuestro enfoque era correcto. La premisa era cierta entonces, lo era en 2010 cuando se instrumentó la crisis de Grecia, y lo sigue siendo hoy cuando el BCE pretende salvar al Deuschte Bank como la Fed salvó en su día a Citigroup: imprimiendo (falsa) moneda, día y noche. Con un agravante: la Reserva Federal nunca renunció al Imperativo de pragmatismo, y el BCE/Bundesbank castigó a las economías del Sur de Europa con su genuina Teoría del Riesgo Moral. Para intentar apuntalar el “valor” de sus propios instrumentos de Deuda y sus empresas, no se les ocurrió mejor idea que criminalizar a los deudores.

El actual Carry Trade que ha organizado el BCE/Bundesbank es mucho más perverso que precedente de Japón, en la medida en que castiga el ahorro REAL (Valor) de las personas para transferir recursos a directivos corruptos que han usado los balances de las empresas para saquear el sistema financiero en beneficio propio. Se han dedicado durante una década a importar masivamente deflación en Europa para alimentar una gigantesca burbuja comercial

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