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El tabaco es muy malo


No lo digo yo, lo dice la ciencia y ellos no mienten, o si mienten?

Y a ver quien es el guapo capaz de enfrentarse con la OMS y todo su aparato mediático.

Yo acepto que me digan que el tabaco es malo, pero lo que no me pueden prohibir es que me haga preguntas.

Y cuando empiezo a hacerme preguntas, me pasa lo de siempre, que no me cuadran los números, hablando de números propiamente dichos, los primeros que no cuadran son lo de las muertes causadas, que varia el número según el sectarismo del que escribe y dicen tales barbaridades, que de ser ciertas, ya no quedaría nadie para contarlo.

No tiene nada bueno el tabaco? Si es así, porque de una persecución de siglos, no se ha extinguido su consumo, o más fácil, porque no han eliminado su cultivo y su comercio.

Si por el contrario si tiene algunas cosas buenas, según dice otra parte de la ciencia, porque a esta se le silencia, porque miente? quien decide quien miente? la ciencia? en este caso, tratándose de dos opiniones científicas, debería intervenir la ciencia “suprema”.

Tan importantes son el tabaco y los fumadores, para ser acreedores de una guerra santa tipo cruzada a nivel mundial? yo creo que no, que no somos merecedores de tanto interés, como para que los parlamentos más importantes del mundo estén años tras años, legislando en contra del tabaco.

Lo que yo pienso, es que “algunos” les va muy bien tener gato a mano que echarle la culpa.

Y así los “ciudadanos” no piensan en cosas malas, porque mira que si se ponen a pensar en la contaminación de su amado gas oíl, o en la contaminación industrial, o en el maíz ese que le ponen en la ensalada, o en el pan que compran en la gasolinera, o en la industria cárnica, etc. etc.

Con lo de la industria cárnica me ha venido a la cabeza una cosa:

Hay “ciudadanos” que NO fuman, que defienden que el toro bravo es un animal y que por lo tanto hay que protegerlo.

Pero que a los otros no, a los que van al matadero todos los días; porque esos son criados para carne, solo le falta decir “carne industrial”.

Ellos y nosotros


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La lectura del Antiguo y del Nuevo Testamento se impone, por aquello de las fechas señaladas. No se entiende el Jueves de Pasión, y el revolucionario mensaje de Jesús de Nazaret, si no se conoce la etimología y genealogía de algunos mitos.  No se puede entender el concepto de solidaridad, tal y como emana del cristianismo, sin dedicarle un tiempo a analizar algunos mitos de la Antigüedad. Para los pueblos nómadas que vivían del pastoreo a lo largo y ancho del Tigris y del Éufrates,  el Paraíso era un Oasis en medio del desierto. Son numerosas y constantes las referencias bíblicas a los primeros conatos de civilización mesopotámica. Su Dios, implacable en el vértice de una estructura  social rígida y jerárquica, es el que excomulga y expulsa a los disidentes y les condena a vagar por el desierto (infierno).

Miles de historiadores, teólogos y politólogos – además del sobrevalorado Niestche – han estudiado el impacto que supuso el cristianismo para Occidente. Pocos sin embargo se han interesado en conocer como debió influir la cultura romana en otras civilizaciones. Conocemos por la aventura militar de Aníbal la enorme fascinación y admiración que despertaba Roma. Para el joven Jesús, las maneras fraternales de toda la tropa romana desplazada a Palestina debió ser una especie de revelación, frente a la ortodoxia judía, el ejemplo vivo de la fuerza de la solidaridad imperial.

Los antropólogos han descrito un fenómeno universal curioso: la mayoría de los pueblos y clanes solo consideran plenamente “humanos” a los miembros de su especie. Para deshumanizar al otro, y diferenciar una y otras especies animales, algunas tribus precolombinas usaban diferentes palabras. El bárbaro balbuceaba (bla bla) griego o latín y amenazaba desde las fronteras una civilización de la que no formaba parte.  En la propia biblia, los gentiles eran todos los pueblos que no formaban parte de la nación elegida por Dios, los que se quedaban fuera.

Refugiados, emigrantes y simples oportunistas se agolpan en las puertas del Oasis, huyendo del infierno en que se han convertido sus vidas. Tocan a rebato: son los nuevos bárbaros que amenazan el Imperio y la Civilización. Nos dicen: ellos o nosotros. Y ahí empieza el verdadero dilema.  Está claro quiénes son “ellos”,  pero  ¿quiénes somos nosotros?  ¿Son “nosotros” aquellos que nos tildaban de PIGS hace unos días? ¿O estos otros jueces que se negaban a extraditar etarras huidos por temer que fueran torturados en España? ¿Somos “nosotros”  católicos vilipendiados, conquistadores genocidas y machistas maltratadores?  Desde hace 500 años, “nosotros” no somos nosotros. Desde que la herejía luterana dividió Europa, unos obedecen sin rechistar al Dios del Antiguo Testamento y otros rezan al Dios amable que se hizo humano.

(c) Belge

Ellos y Nosotros (II)


Nelson Mandela, inmortalizado en el cine por Morgan Freeman, tuvo mil años en la cárcel para entender que compartía la misma Fe que los bisnietos de los primeros holandeses y británicos que colonizaron Suráfrica. El Apartheid y la Lucha de Clases son dogmas de la misma religión. La película de Clint Eastwood narra las tretas y astucias del viejo líder del Congreso Nacional Africano para crear un “nosotros” sin perímetro definido y sin enemigos exteriores.  La pasión por el Rugby le proporcionó la argamasa que precisaba para cimentar una nueva comunidad nacional en fiesta.

Mandela tuvo éxito ahí donde Mahatma Gandhi había fracasado. A pesar de todos sus esfuerzos por evitar la partición de la Colonia India, los británicos dejaron sembradas las semillas de la cizaña entre musulmanes e hindús cuando se vieron forzados a abandonar sus lucrativos dominios. El conflicto de Cachemira que desembocó en la independencia de Pakistán se saldó con 1 millón de muertos.

Católico, Apostólico y Romano. El significado se pierde y puede ocurrir que los analfabetos más rabiosos acaben difundiendo la idea que es sinónimo de “rancio” y “viejo”.  Es sorprendente que en los tiempos de la Globalización incipiente no se advierta la modernidad absoluta del primer culto “universal” que rechaza la imposición de cualquier dogma de fe. Es una religión que se construye en base a los relatos de los apóstoles y testigos y que se va alimentando de todas las instituciones vivas de la cultura romana y mediterránea.  No hay ni rastro de “ellos” en el Nuevo Testamento.  El Enemigo Exterior de un Imperio político ya decadente no estaba en las Fronteras sino en su mismo corazón . Los bárbaros que sitiaban y saquearon el Oasis eran líberos y legionarios desmovilizados que reclamaban las soldadas pendientes y las tierras prometidas. A su manera, solo  intentaban  mantener vivo el sueño de esa Roma Eterna y Universal.

©Belge. 25-03-16

 

Un Convenio Regulador pasado por agua


Por desgracia en España es muy fácil, demasiado, encarcelar a un hombre. Basta una denuncia de tu pareja, o ex pareja para que pases una noche en 1 calabozo, o en 3 : el de la comisaría de tu barrio, el de la comisaría central y finalmente el del Juzgado.

No falta el habitual protocolo de lectura de derechos, fotos de frente y perfil, vaciado de bolsillos y efectos personales, engrilletamiento, permiso de los guardias para hacer tus necesidades, y charla con otros presos, por nombrar algunas. Una auténtica experiencia.

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