ÉRASE UNA VEZ

Erase una vez un joven inquieto, con grandes ideas, preocupado por solucionar los problemas de todo el mundo mundial. Ese jovencito abrazó la causa sin dudarlo. La causa marxista, claro, la única posible y defendible. Tendría por entonces unos dieciséis años.

Quienes lo convencieron para abrazar la causa eran ya adultos, algunos incluso peinaban canas. Se trataba de gente ilustrada y culta, muy leída. Muchos de ellos conocían profundamente la obra de Marx, Lenin, Kropotkin, Bakunin, Mao, Sartre, Wittgenstein, etc…  Algunos incluso habían estudiado en universidades extranjeras de prestigio, como La Sorbona. Muchos de ellos presumían de sus actividades clandestinas durante el franquismo, pero en realidad eran millonarios, o hijos de millonarios. No obstante los jovencitos los tenían en un pedestal como representantes de la única ideología que consideraban humana y verdadera. El marxismo.

El jovencito se creyó tan importante, moderno y formado políticamente como quienes lo reclutaron, y decidió que en lugar de proseguir sus estudios y en su tiempo libre apoyar en lo que pudiera, la causa iba a ser su principal ocupación. Los ilustrados que lo reclutaron lo convencieron para controlar con mano férrea la disciplina estudiantil. Primero en el instituto, y posteriormente en la universidad. En realidad no les interesaba que pudiera formarse, tan sólo que estuviera ahí, controlando la buena marcha de la causa.

Con el paso de los años la mayoría de estos jovencitos se encontraron con que en lugar de una titulación académica sólo podían poner en su currículum que “tenían estudios” de derecho, o de ingeniería, o de economía,… En esos casos la cúpula de su partido les buscó ocupación de concejal, consejero autonómico, o incluso diputado en el congreso.

Algunos de estos jovencitos eran realmente inteligentes y capaces, y por esa razón fueron capaces de sacar adelante sus estudios a la vez que controlaban el ambiente estudiantil.

Algunos años después los que fueron capaces de finalizar sus estudios fueron convenientemente enchufados por los ilustrados que los habían reclutado, y así, poco a poco, fueron copando el poder absoluto en los campus de las universidades españolas. Desde una tribuna gratis (el atril del profesor) se han dedicado los últimos cuarenta años a extender la buena nueva marxista entre la juventud española.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Desgraciadamente no se trata de un cuento de hadas, ni de un cuento de terror. Esta es la cruda realidad de la universidad que tenemos en España.

A alguno de esos jovencitos lo he sufrido yo como piquete en el instituto. Ahora se ha ganado ya una pensión vitalicia como ex-presidente del congreso de los diputados.

Saludos
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Un pensamiento sobre “ÉRASE UNA VEZ”

  1. Como la vida misma, Arnelas. Muchos son hijos y nietos de falangistas y cosas peores. Se disfrazan de izquierdas y obreristas para ocultar que sus padres y abuelos organizaban sacas nocturnas para robar y asesinar a sus vecinos y conocidos. Muchos de ellos eran delatores franquistas infiltrados, en la postguerra, y solo así se explica que obtuvieran privilegios, cargos, fueran nombrados funcionarios, etc….Cuando los vientos cambiaron, se fueron cambiando de chaqueta, y presumiendo de antifranquistas y luchadores por la libertad….

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