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ETA entrega las armas

El nacionalismo no da puntada sin hilo. Ha tomado la iniciativa y el 8 de abril se escenifica en el teatro internacional el final de la contienda en España. El terrorismo se ha prolongado durante más de cuatro décadas desde el final del Régimen franquista. Ha asesinado a 1200 personas y causado heridas a decenas de miles de víctimas inocentes. En la mitad de los casos, ni los autores materiales ni los patrocinadores de los atentados han sido ni siquiera inquietados por la Justicia.

Da cierta pereza hablar del pistolerismo en España. Aunque apareciera en el siglo XIX, en una sociedad dividida y controlada por las potencias internacionales de la época, y se extendiese con frecuencia a las cuitas empresariales y sindicales,  es en diciembre de 1973 cuando irrumpe en la vida política de los españoles para condicionar la futura Transición a la Democracia parlamentaria.  Los mismos que celebraron aquel atentado contra Carrero Blanco son los que se han pasado 40 años disculpando el terrorismo y pidiendo “soluciones políticas”. Suya es la victoria. Han sometido la Democracia española a un chantaje político y mafioso constante y ahora inician los trámites para reformar unilateralmente la Constitución en beneficio propio.

El nacionalismo domina el tablero por los flancos, pero necesita sacar a ETA de la ecuación para poder controlar el centro. El zugzwang de las dos últimas citas electorales le ha llevado a entender que el recuerdo de la impunidad de los criminales es hoy el único obstáculo real que les impide apropiarse de la Constitución y culminar su estrategia.

Esta semana, ha pasado bastante desapercibido que el PNV votara junto con el PP a favor de validar el Real Decreto de Reforma de la Estiba en los puertos españoles, a pesar de que no se le ha perdido nada en esa guerra. Esa votación es tan llamativa como la abstención táctica de Ciutadans, y solo puede significar una cosa: el nacionalismo ha decidido aprobar los Presupuestos Generales de Estado para 2017 y 2018 que presente el gobierno de Mariano Rajoy.  ¿Y qué mejor manera de hacerlo que brindarle una oportuna coartada a los políticos para justificar el acercamiento de los presos de ETA a las cárceles del País Vasco?

La celada que ha ideado el nacionalismo es de libro. Los terroristas entregan las armas pero no se disuelven, facilitando el ataque y acoso al PP por ambos flancos a la vez. Los nacionalistas necesitan aprobar los Presupuestos Generales para esquivar una nueva cita electoral que dejaría fuera de juego a los políticos catalanes y para completar el saneamiento de sus empresas con impuestos de todos.  Durante los dos próximos años, los medios afines al nacionalismo se van a emplear a fondo para desmoralizar a los votantes del PP, dejando meridianamente claro que bando ha ganado la guerra.
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