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La destrucción de empleo en Cataluña

La factura de la crisis política y social en Cataluña no es fácil de cuantificar. De hecho, constituye un verdadero reto para todos los economistas y analistas. ¿Cómo explicar y cuantificar el daño causado por el pulso de los independentistas en su loco desafío institucional? De entrada, hay que hacer un inventario de daños y diferenciar conceptos. No es lo mismo la pérdida económica que provoca la discordia social que emputece las relaciones entre amigos y familiares que el lucro cesante de las empresas afectadas en sus ventas o en el normal funcionamiento de sus negocios.

 

La confianza del consumidor y de las empresas catalanas está bajo mínimos, y va a seguir bajando en los próximos meses. Incluso en el más optimista de los supuestos, no se concretaría una solución antes del verano de 2018. Pase lo que pase en los próximos meses, la campaña turística de 2018 en Cataluña ya está irremediablemente comprometida. Es un cabo fundamental para medir el impacto económico inmediato de la crisis.

 

Las ventas, dentro y fuera de España, se resienten por el boicot comercial de los consumidores españoles, el menor crédito comercial  y por la menor productividad de los trabajadores. Según las declaraciones de representantes de la Patronal, algunas empresas han experimentado una brutal caída de su rentabilidad. La crisis institucional y la escenificación de la inseguridad jurídica que se vive en Cataluña han frenado en seco todas las inversiones programadas y van a acelerar la fuga de empresas. Las que no puedan cambiar su sede y proteger sus activos, echarán el cierre temporal o definitivamente.

 

SEAT es el buque insignia de la Industria Catalana. No ha concretado sus planes, si bien flota en el aire la sensación de que el Grupo Volkswagen podría estar valorando la deslocalización de algunas de sus fábricas a Marruecos. Da trabajo, en Martorell, a 63.000 personas, entre empleos directos e indirectos.  Habrá que estar muy atentos a la evolución de las estadísticas oficiales del sector.

 

El sector financiero es, sin duda, el gran damnificado por el pulso político. La fuga de depósitos ha forzado a La Caixa y al Banco Sabadell a hacer alarde de “españolidad” y trasladar su sede a Valencia y Alicante. Reiteran que no afectará al empleo en el sector, pero es una mentira piadosa: la huida de los ahorradores fuera de Cataluña agrava el tradicional déficit de capital que padece la región y dificultará toda la operativa crediticia. Se van a multiplicar los jubilaciones anticipadas.

 

Otro aspecto que se debería tener en cuenta, en este tipo de análisis, es el factor poblacional. En cada traslado que se produce, Cataluña pierde un consumidor. Hasta ahora, el saldo de las migraciones temporales era favorable, pero a medida que se resienta la actividad turística, la tendencia a la “deflación” se acentuará. Hay que tener en cuenta que esa región económica hay 2 ciudadanos pasivos por cada trabajador activo.

 

El enorme endeudamiento público de Cataluña impide, en la práctica, que las distintas Administraciones puedan salir al rescate de las empresas para frenar la contracción de la actividad económica. De modo que las empresas reducirán los desequilibrios en el mercado ajustando sus plantillas. Es probable que destruyan parte del empleo neto creado en los últimos 5 años.

 

Entre 2012 y 2017, la tasa de paro bajó en Cataluña del 24% al 14,85% actual.  Es una variación de casi 11 puntos, que también se observan en la salida de la recesión del año 1993. La mayor variación asciende al 17% y se registra entre las cifras de pleno empleo en 2004 y la hecatombe laboral de 2012. Dicho de otro modo: cerca de 1 millón de puestos de trabajo. Cada punto porcentual en las frías estadísticas supone que un contingente de 50 a 60.000 personas sale del paro y encara el futuro con un mayor optimismo.

 

La crisis política y social en Cataluña puede provocar que el paro se acerque al 30% de aquí al mes de octubre de 2018.  Equivale a una estadística redonda de 1 millón de catalanes que hayan perdido su puesto de trabajo. En la delirante lógica de los independentistas, serían casi tantos votantes radicalizados dispuestos a comprar sus baratijas ideológicas.  Nadie debe contar que hagan nada por evitarlo, si está en sus manos acrecentar el caos económico en Cataluña.

(c) Belge
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5 pensamientos sobre “La destrucción de empleo en Cataluña”

  1. Pues la Forcadell dice que era una broma y Zoido que no pasa nada que prefiere ver a esta tropa en la calle. En unos minutos todos fuera. Otra jugada maestra de Mariano. No tendremos un nuevo Bobby Fischer y nosotros sin darnos cuenta?

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