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AVE: las cuentas del Gran Capitán


Gonzalo Fernández de Córdoba ha pasado a la Historia por su extraordinario valor militar, su ingenio y por ser quien inspiró la famosa réplica de Shakespeare en Ricardo III (“Mi Reino por un caballo”).  A la muerte de la Reina Isabel de Castilla, sus enemigos se conjuraron contra el y le acusaron de corrupción. En defensa de su honor,  y en desagravio, presentó Cuentas ante el Rey Fernando el Católico:

“Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.”

A leer y analizar las cuentas del AVE, que el periódico El Mundo se ha encargado de publicitar este fin de semana, no he podido por menos que recordar la célebre anécdota.  51.000 millones de euros  han sido presupuestados en los últimos 30 años para tender los 2500 km de vías del AVE por Andalucía, Cataluña y Levante,  y el resto del dinero gastado y nunca auditado fue para “picos, palas, y azadones”.   El Km de Alta Velocidad cuesta en España 2 veces más que en el resto del mundo, y en alguna regiones como Cataluña, es de media 5 veces más caro.

El gran pecado del AVE, que diría Gonzalo de Córdoba si viviera, no es el dinero invertido en guantes perfumados, sino en haber abandonado a su suerte a la mitad Oeste de la Península.  El AVE ha sido un burdo pretexto para ni siquiera garantizar el mínimo mantenimiento de las infraestructuras ferroviarias existentes y heredadas.  Hoy, en 2017,  es ya literalmente imposible que los ciudadanos de Castilla, Extremadura, Galicia o Asturias usen habitualmente el tren para sus desplazamientos.  No les queda más remedio que utilizar sus coches particulares.

El último gran escándalo de la Gestión Pública de esta época extraña que nos ha tocado en suerte lo denunciaba INLUCRO.ORG en primicia hace unos meses, pero  ninguno de los Medios controlados por los Nacionalistas se hizo eco de la cuestión. En pocas palabras:  a muchos de los pensionistas y jubilados que viajan con el IMSERSO les “pasean” en el AVE para engordar las estadísticas.  Los destinos “preferidos” son Valencia, Alicante y Barcelona.

Para muestra un botón: unos pensionistas de Ávila, que van a disfrutar una semana de playa en Peñiscola durante los calores del mes de Febrero, salen de su casa a las 12 del mediodía,  y llegan a su Hotel pasadas las 23 horas.  Gracias a Google Maps sabemos que con un viejo autocar del IMSERSO habrían recorrido los 600 km en 8 horas, pero les tocó coger un autobús en Ávila, el Metro en Madrid, el Ave hasta Valencia y un viejo autobús hasta Peníscola.   Por suerte, estos señores mayores ya están acostumbrados: en sus últimas “vacaciones” a la Costa Brava, Valencia, Alicante y Málaga les ha ocurrido lo mismo.  La única excepción fue un viaje a Sevilla, donde viajaron en autocar.

Los portavoces de RENFE y del Ministerio de Fomento son aficionados a tomarnos el pelo con gran dosis de cinismo. El trayecto de Gerona a Barcelona les cuesta a los usuarios abonados 6 euros.  Es algo menos de los 8 euros que les cuesta a los vallisoletanos trasladarse a diario hasta Madrid.  Con ese dinero no pagan ni el sueldo de las azafatas. En comparación, si el viajero se sube a una de las viejas diligencias en servicio entre Ávila y Madrid, tendrá que abonar algo más de 8 euros por recorrer 100 km en 2 horas, y comprarse guantes y bufandas por si está rota alguna de las ventanillas.

El número de usuarios que cogen el AVE, de motu propio, es realmente ridículo si se comparan con las abultadas pero deficitarias cifras del trayecto entre Paris y Lyon.  Como diría el amigo Tartesos, de Cádiz,  en Cataluña no cogen el AVE ni los que viajan gratis.  De Barcelona a la frontera francesa viajan 40 personas los días de más afluencia, aunque la Prensa se encarga de poner una sordina a las reclamaciones de las concesionarias de esas obras.  Y en RENFE, los avispados gestores siguen analizando la posibilidad de premiar – de aquí a unos años – al viajero número 100 del Larga Distancia Madrid París, vía Barcelona y Lyon.

(c) Belge. 17/04/2017