Archivos de la categoría El Cajón

La crisis de Grecia (3)


Cuando el río suena, agua lleva. Demasiada agua. El debate sobre el euro se está envenenando poco a poco. Tras la escalada verbal entre Alemania (el acreedor) y Grecia (el deudor), cuyos medios de comunicación están decididos a no ahorrar insultos, vejaciones y provocaciones, algunos políticos sienten la tentación de quitarse la máscara y “hablar claro”. Más allá de la salida de tono, se ha puesto sobre la mesa una cuestión esencial: ¿quién manda en la UE? Las formas abruptas de algunas declaraciones no deben ocultar que el Alemania ha dado un paso adelante, asumiendo el papel de “jefe del gobierno”. La canciller Angela Merkel se ha visto entre la espada y la pared. O rescata ella sola a Grecia, o se queda sin cobrar.

Francia vive un sueño y se deja querer. El Reino unido sonríe desde el balcón. Alemania pone cara de póker y anuncia que está dispuesta a romper la baraja. España, no sabe a que carta quedarse. La UE vive un momento tan apasionante como delicado. Lo que se está ventilando en Europa en estos momentos es sencillamente quién paga la factura griega, 300.000 millones de euros. Francia juega a marear la perdiz y dejar que corra el reloj. Angela Merkel exige que el rescate de la economía griega corra a cargo de todos los países de la unión monetaria. Ante el riesgo evidente de que fracase su modelo de euro, está dispuesta a asumir el mando y anuncia una doble vuelta de tuerca en la política del euro fuerte

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La crisis de Grecia (2)


Arde Troya. Los ciudadanos de la vecina Grecia no están por la labor de dejarse pelar las barbas. Convocados a la huelga general por los dos principales sindicatos del país, se manifiestan en contra del Plan de Ajuste impuesto por Alemania y demás socios de la UE. Su protesta coincide con la presencia en Atenas de un equipo mancomunado de técnicos de la Comisión Europea, del BCE y del FMI, para auditar el estado de las cuentas griegas. La indignación ha cundido entre la población. “Los griegos sabemos que la situación económica es insostenible, pero estas medidas no son de recibo” explica un portavoz sindical. Creen que están siendo el chivo expiatorio de la crisis financiera, y que Grecia no ha hecho más trampas contables que las que antes hicieran países como Francia e Italia.

El No francés en el referendo sobre la Constitución de la UE en mayo de 2005 puso patas arriba toda la construcción europea. Un primer traspiés serio. La ampliación masiva al este, un año antes, y las presiones por admitir a Turquía, no sentaron bien en Francia. Desde entonces, la hoja de ruta hacia una mayor integración política del Viejo continente es un camino de obstáculos sembrado de minas. George Soros ha hecho un diagnóstico certero esta semana al sugerir que se ha confundido estos últimos años la precipitación con la velocidad. Cree que los problemas del Euro no acaban en Grecia. Todo lo contrario. Cualquier medida que se adopte para rescatar la economía del país heleno no será aplicable a países como España, Portugal o Italia. La implantación del euro fue un error desde el mismo momento en que los países miembros renunciaron a ceder su soberanía fiscal.

La política de los hechos consumados impuesta por Alemania está generando un sentimiento de hostilidad creciente entre las distintas poblaciones europeas que no acaban de ver ninguna de las ventajas reales de formar parte del club

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La crisis de Grecia (1)


Caballo de Troya monetarista. Griega ha anunciado que piensa restringir a 1500 euros la cantidad máxima de efectivo permitido por persona a partir del 1 de enero de 2011. Es el precio a pagar (a Alemania) por la ayuda prometida. Michel Foucault, autor del ensayo: “Vigilar y castigar”, habría disfrutado mucho con los avatares económicos actuales de la Unión Europea. Alemania impone sus condiciones. Por un lado, pretende auditar las cuentas públicas de Grecia, y por el otro lado, exige controlar de manera absoluta el tráfico interno diario del dinero. ¡Que no escape ni un euro a la mirada del acreedor! A cambio, el primer ministro griego ha exigido a la UE conocer en detalle el Plan de Rescate y las ayudas que van a recibir.

La cuerda está tensa. Tal y como comentamos de modo desenfadado e irónico la pasada semana, Francia y Alemania pretenden evitar a toda costa sentar un precedente en Europa. Alimentar a la criatura extraconyugal sí, pero sin hipotecar el buen nombre de la familia. Quieren ayudar a Grecia, básicamente porque es el dinero de sus bancos y acreedores el que está en juego en el país heleno, pero evitar quedar comprometidos en futuros rescates necesarios pero desinteresados.

El futuro económico y monetario de Europa avanza a trompicones. Se ha abierto el interesante debate de los límites razonables de la soberanía fiscal de (algunos) estados miembros, y en realidad se busca cercenar la autonomía fiscal del individuo en esos mismos países, con el pretexto de su indisciplina tributaria. La Europa de las Dos Velocidades es una cortina de humo para ocultar el doble rasero que podrá aplicarse a hombres libres y a ciudadanos incapacitados. Lo mismo que ha venido a señalar el inevitable Paul Krugman en unas recientes declaraciones: opina que la crisis actual del Euro no se debe a los crecientes déficits fiscales de algunos países, sino a la arrogancia de las elites políticas que aceleraron la adopción del euro antes de que muchos países estuvieran preparados

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30 años del Tratado de Adhesión a la CEE


De como nos la dieron con queso

Siendo español, un político debería fijarse siempre en lo que hace Gran Bretaña. Y porque lo hace. En la escena diplomática actual, se puede observar con absoluta nitidez como el “Premier” David Cameron está negociando mayores cuotas de poder comunitario y nuevos privilegios financieros para el sistema bancario británico y un trato de excepción para la City londinense. La probabilidad de éxito supera el 100%.

Caso inverso es el de España. Se cumplen 30 años de la firma del Tratado de Adhesión a la CEE y la ciudadanía debería preguntarse si tiene motivos para celebraciones o lamentos. El ansia de la sociedad española por “entrar” en Europa nos hizo confundir ensoñaciones y realidad. Como escribió Groucho Marx, nunca debimos entrar en un club que nos aceptaba como socios.  Se negociaron mal las compensaciones, con mucha precipitación, y 30 años después los balances económicos, comerciales y financieros son francamente negativos. Aunque mientan las hemerotecas, la memoria viva de millones de testigos permite recordar con precisión cómo era España y cómo era Europa el 10 de junio de 1985.

La suma de las ayudas directas recibidas por la clase política y empresarial entre 1985 y 2008, que no llega a los 20 billones de euros, ni siquiera compensa el desastroso coste indirecto para España de participar del “rescate” de Grecia. La masiva salida de capitales y la subida especulativa de la Prima de Riesgo acabaron por dar la puntilla en mayo del 2010 a una economía española que ya se tambaleaba. Cuando el Psoe de Felipe González llegó a la Moncloa, y empezó a negociar el Tratado de la CEE, la renta media de la clase media española rondaba el 70% de los ciudadanos de la República Federal de Alemania. Hoy, una amplia y mayoritaria fracción de esa clase media no supera el 45% de la renta de esos mismos alemanes.

Fue en 1993 cuando Alemania se quedó con el guisante en la mano, pero hasta 2011 España no se dio cuenta que le habían birlado la cartera. El análisis retroactivo de cómo el Reino Unido bloqueó en defensa propia las negociaciones del Tratado de Maastricht, o como la humilde Dinamarca se apeó del tren en marcha en último suspiro debería enseñarse en las facultades de Ciencias Políticas y Económicas. Una mezcla de ingenuidad y codicia nos empujó sin precaución hacia la mesa en que se repartían fabulosas ganancias.

Belge.  Análisis escrito y publicado el 10 de Junio de 2015