Dicen que el 10% de las 25,9 millones de viviendas que hay en España están vacías, pero las mentiras tienen las patas cortas. Para llamar la atención de los medios, en los últimos 10 años, no han dudado en engordar la cifra por 10. La estrategia inmobiliaria de los radicales de Podemos y de los grupos okupas que el catalanismo viene subvencionando desde el año 2002 pasaba por manipular las estadísticas oficiales y forzar un debate artificial en lo económico, sesgado en su ideología y políticamente envenenado. La obsesión confesa de todos esos agitadores (Montalvo, De la Quimera Inmobiliaria…Antoni Bosch, 2008) era conseguir cambiar la percepción natural del mercado que tenían los españoles, introduciendo una visión catastrofista basada en datos precocinados.Los agitadores nunca dudaron en propagar los bulos más inverosímiles, contando con la caja de resonancia de diferentes medios y televisiones. Tan extraordinario es el caso que como ocurre en 1984, la célebre novela de Orwell, los datos oficiales del sector que se han ido publicando cronológicamente entre 2004 y 2016 se contradecían unos a otros. La falta de congruencia en las series y de pudor político hacía decir a las ministresas que la vivienda seguía creciendo un 15% cada año desde 1993. Matemáticamente, eso equivale a decir que en esos 15 años (1993-2007) los precios medios se multiplicaron por 8,13. Que un piso de 40 millones en 2007 valía menos de 5 millones en 1993.A pesar de la barbaridad de las cifras publicada, ningún medio se esforzó nunca contrastar y verificar los datos. Doy fe que sistemáticamente muchos periodistas y medios se negaban a corregir los errores más burdos y las manipulaciones más descaradas. Para ellos, publicar que se construían 2 millones de pisos al año, o más, era un acto de FE CIEGA, su contribución a la causa generosamente financiada desde Cataluña.Uno de los mayores bulos propagados por radicales y antisistema consistía y consiste en magnificar hasta el absurdo el número de viviendas o pisos “vacíos” e inflar el número de desahucios – (confundiendo deliberadamente ejecuciones hipotecarias de primeras viviendas, con embargos de fincas rústicas y expulsión de okupas y morosos profesionales tras largas batallas judiciales) – para crear alarma social. Se da la paradoja que España sigue siendo, tras casi 10 años de crisis y deflación inducida, el país del mundo que registra el menor número de desahucios. Una ardilla podría saltar de okupa en okupa desde el paso de Canfranc hasta el puerto de Algeciras, sin tocar el suelo, y si además elige inquilinos morosos y periodistas venales, puede elegir recorrido.Las estadísticas oficiales son conocidas e implacables. Para evitar cualquier tipo de polémica, se elaboran fuera de España, en Bruselas. Un tercio de todos los pisos y casas que se construyen desde hace 40 años en todos los países del Mediterráneo son dotaciones turísticas. Eso significa que España cuenta con un parque de 8 millones de apartamentos en las playas. El resto, entre 16 y 17 millones de referencias catastrales según distintas fuentes, pueden considerarse como infraestructura inmobiliaria. Y entre 4 y 5 millones de fincas son infraviviendas con más de 100 años de antigüedad.Es cierto que entre 1997 y 2007 se ha construido mucho en España. Concretamente, se han visado y edificado 5 millones de viviendas , duplicando con creces la media del periodo 1977 – 1997. Como el sagaz lector habrá entendido, eso significa que entre 1976 y 2016 se han construido en nuestro país menos de 12 millones de pisos. 7,5 millones destinados a infraestructura habitual para una población que pasó de 32 a 50 millones de habitantes, y 4,5 millones para dotación turística.Es un auténtico prodigio matemático, sin parangón en la Historia de la ciencia, que radicales y perroflautas financiados con impuestos malversados por los políticos catalanes , afirmen que hay 3 millones de pisos vacíos en España. Eso implicaría, de un modo lógico indiscutible, que 48 millones de personas viven hacinadas en 8 millones de pisos distribuidos por todo el país, a razón de una media de 6 personas por piso. Un auténtico disparate.(c) Belge