Publicado por Arnelas.
En aquella película Almodóvar, en un ejercicio de sectarismo propio de quien se cree brillante y no lo es, nos pinta un cuadro surrealista y desmesurado, como todo lo suyo, para poner a la altura del barro la educación en los tiempos de la dictadura de Franco. Almodóvar es un sofista que extrae los argumentos de sus tesis partiendo de premisas falsas que introduce en la mente de su público mediante la herramienta más potente que existe, la imagen. Lástima que no dispongamos hoy de un Sócrates que desmenuce sus argumentos y los reduzca a la nada. Durante la dictadura, con una gran precariedad de medios y con los vicios propios de un sistema falto de libertad de cátedra y carente del más mínimo atisbo de libertad de expresión, se obró un auténtico milagro: el mayor aumento del grado de alfabetización y escolarización en toda la historia de España. Hay que reconocer que ya en los setenta, poco antes de la muerte de Franco, la educación en España tomó un primer desvío poco prometedor. Se empezaron a sustituir los exámenes por las “fichas de autoevaluación” y en lugar de obtener un aprobado raspado se nos calificaba con un “progresa adecuadamente”, “conviene mejorar” y otro tipo de expresiones propias de la pedagogía moderna. Es decir, se comenzaron a denostar valores como el esfuerzo individual y el mérito. Desde el primer ministro de educación del PSOE en adelante la izquierda se dedicó con afán a la tarea de demolición del sistema educativo, desde dentro. Los ministros del trío calavera, la sucesión Maragall – Solana – Rubalcaba, aplicaron al pie de la letra al sistema educativo español la consigna de Alfonso Guerra para conseguir que no lo reconociera ni la madre que lo parió. Contaron para ello con el apoyo eficaz de los políticos nacionalistas y con la entusiasta acción de otros miembros y miembras menos ilustres de todas las familias políticas, que okuparon, con K de kilo, las cátedras y los mecanismos de selección del profesorado en un tiempo récord. Se esforzaron tanto que consiguieron a una velocidad de vértigo reducir a cenizas lo bueno del sistema educativo anterior para corromperlo y así disponer de una herramienta de adoctrinamiento “progre”. Todos ellos cometieron el pecado que Almodóvar pretende denunciar en su película y profanaron lo más sagrado que hay en la Tierra: la inocencia de los niños. Durante casi cuarenta años los niños españoles han sido adoctrinados en lugar de educados o enseñados. Se les ha transmitido una visión deformada de la historia reciente según la cual en uno de los bandos todos fueron buenos y en el otro todos fueron malos. Se ha despreciado la trascendencia de la historia de un país que dominó el mundo durante varios siglos y sustituido ésta por leyendas y sucesos intrascendentes enfocados a reforzar únicamente lo local, lo autonómico, lo aldeano. Se les ha inculcado una escala de valores y un código moral en las antípodas del de sus progenitores, desde el odio desatado contra la Iglesia, pasando por las consignas de “no pises la hierba, fúmatela”, hasta el uso indiscriminado de la píldora del día después, que compran porque “se les ha roto el condón” y consultan en la farmacia si es verdad que pueden tomarla en la mañana siguiente para seguir bebiendo toda la noche. Se les ha acostumbrado a no tener responsabilidades y a no escuchar nunca la palabra NO. Aquí han fallado todos. Los políticos, unos por acción y otros por omisión. Los padres, por delegar en indeseables la educación moral de sus hijos y no corregir a sus criaturas. Los intelectuales, unos por promover este pecado y otros por mantener la boca cerrada. Los artistas por servir de modelo a seguir. Los medios de comunicación, por aplaudir con las orejas esperando las subvenciones para mantener el negocio. Los jueces y fiscales, por eludir sus funciones y sus responsabilidades. No se salva ni uno. Esta educación sectaria ha anulado por completo el espíritu crítico de nuestros jóvenes, que comulgan con ruedas de molino cada vez que los apóstoles de la progresía los llaman a filas y muestran una inmadurez absoluta al alcanzar la edad adulta, manteniendo comportamientos propios de la adolescencia hasta bien pasados los cuarenta. Así, por ejemplo, en realidad no saben muy bien lo que cuestan las cosas ni lo dura que ha sido siempre la vida, y no se cuestionan que sus líderes progresistas han dirigido tras treinta años de gobiernos de izquierdas a la economía española a una tasa de paro juvenil superior al 50%, con el mérito añadido de que la otra mitad, la que trabaja de manera eventual, raramente tiene un salario que merezca ese nombre. Están convencidos de que la solución al problema de que su salario no sea suficiente para vivir pasa porque los ciudadanos a quienes sus líderes consideran “ricos”, es decir, los que ganan entre 40000 y 60000 euros brutos anuales, soporten un nuevo aumento de su presión fiscal, tan aberrante que en estos momentos ronda ya el 70%. Para que por ejemplo se puedan seguir regalando pisos de protección oficial por debajo de coste en los “sorteos” de los polideportivos municipales porque la Constitución, ese papel con el que muy a menudo se limpian el culo, dice que todos tenemos el derecho de acceso a una vivienda digna. Incluso aquellos pocos jóvenes que han tenido la suerte de conseguir un trabajo fijo en una gran empresa, con salarios brutos de entrada para titulados superiores que en los últimos años se acercan a los 40000 euros, piensan de esa manera. Los que hace ya años que peinan canas, a quienes les costó unos veinte años de vida profesional alcanzar ese nivel salarial, no pueden ni abrir la boca para discutirles su forma de pensar, porque automáticamente pasan a engrosar el colectivo de “fachas”. Cuando a estos jóvenes más afortunados se les intenta hacer ver que “el gobierno de cambio” se va traducir en un bocado generoso a su nómina no son capaces de verlo, y aplauden con las orejas las consignas de Pablemos y compañía, encantados de haberse conocido y de estar tan bien formados y mejor informados gracias a las redes sociales. La tragedia lleva ya unos años enseñando la patita y ahora tenemos en edad de merecer a los individuos más carismáticos de esa que según los indeseables que destrozaron la educación en España es la más y mejor preparada generación de la historia de España. De merecer el poder, quiero decir. Los padres de este invento, es decir, socialistas históricos ilustres y antiguos líderes nacionalistas, contemplan con pavor cómo las posturas más radicales les barren en un mercado electoral que creían tener dominado y sus partidos se acercan a la desaparición o a quedar como formaciones marginales. Pues bien. Llegó la hora de la verdad. Esta misma semana conoceremos el desenlace y veremos si los radicales consiguen ya el poder y establecen ese “gobierno de progreso y cambio” que han prometido y que nos llevará directamente al abismo o tienen que esperar a la siguiente oportunidad, que llegará más bien pronto que tarde. En realidad si finalmente se repiten las elecciones no supone gran cosa. Como mucho se retrasará esta catástrofe durante un ciclo de gobierno. El terreno, es decir, las mentes de esta juventud taaaaan bien preparada, está sembrado y bien abonado. Sólo tienen que esperar a recoger la cosecha. Toda la política exterior de los países europeos importantes se ha regido durante siglos por un principio ineludible: contra España. Lo que no han conseguido en su período de esplendor potencias como Francia, Alemania o el Reino Unido se va a hacer desde dentro. El fruto de estos cuarenta años de mala educación va a consistir en destruir a España como nación, como sociedad y como potencia económica. La suerte está echada. Cuando los iniciadores de este camino de locos pretendan recoger su la recompensa que creen haberse ganado recibirán desde el enemigo exterior la respuesta que merecen: Roma no paga traidores. Saludos(Visited 44 times, 1 visits today)
Excelente y desoladora descripción de la realidad. Ya se avista la alcantarilla por la que nos vamos a sumir muy pronto sin esperanza alguna.
Ninguna persona ha de obtener ventaja de su propio mal.
Buenas tardes,
No puedo estar más en desacuerdo con tu (me permito tutearte pues aunque no ha habido presentación si estamos en una comunidad o foro) opinión.
Evidentemente que mi negación requiere una explicación (algo que tengo intención de hacer) y de momento, ahora he querido salir al paso y marcar ciertas diferencias de opinión para que no exista una opinión unánime a la búlgara y sea considerado para el lector como ésta la única manera de desarrollarse en toda esta web . Yo, desde mi islote de pensamiento, intentaré dar mi punto de vista que, me temo, diferirá del de la gran mayoría de los lectores y/o participantes de este foro/web.
Una promesa debo y os la voy a pagar.
Antonio.
Buen articulo Arnelas,solo te falta hacer responsable se lo que se avecina al pp.Un saludo
El PP tiene su parte en el destrozo de la educación en España. Por omisión, por supuesto, de manera constante salvo en períodos electorales. En la transferencia de las competencias de educación a las autonomías. En callar cuando les ha convenido para poder seguir gobernando con apoyo nacionalista. En frenar la actuación de fiscalía y poder judicial por el mismo motivo. Etc…
“POR FIN”, Ya es tarde….mañana más.
Lo bueno si breve, dos veces breve:-)
El problema de la Educación en los últimos 40 años es que hasta la muerte de Franco un profesor como Pablo Iglesias nunca hubiera tenido oportunidad de dar clase más de un mes seguido.
Evidentemente, en Democracia ésto ya no se podían seguir manteniendo así.
¿Qué habrían tenido que haber hecho las Autoridades antes de la muerte de Franco? Pues en mi opinión, deberían haber convertido una carrera como Magisterio en una carrera de prestigio que exigiera unas notas de ingreso muy altas, acompañado a su vez con una mejora muy importante de los ingresos de este colectivo. De esta forma, en la Enseñanza, no habría entrado cualquiera y la calidad habría sido mayor.
Supongo que en los años 70, en pleno baby boom, esta medida hubiera sido un disparate desde el punto de vista económico a c/p, pero ahora, a l/p, está visto que el precio va a ser enorme.
El profesorado actual (y éso que hablo de lo que veo en una provincia tradicionalmente conservadora y no nacionalista) es un nido de rojos. Y cuando digo rojos, no estoy hablando de que sean de izquierdas, me refiero a que están radicalizados en buena parte.
Hemos dejado el alcázar y las puertas de la ciudad en manos del enemigo. La ciudad está perdida.
El sistema educativo actual incurre en una doble contradicción: la idea de una Educación Pública en Francia se crea y potencia para defender la NACION y el ESTADO. Por otra parte, el modelo – en Francia – se basa en el MÉRITO. Es un sistema de PROMOCIÓN del individuo.
Todos los sistemas tienen su propia coherencia interna. Si buscas la socialización y la integración, eliminas una vía de promoción, favoreces el control social y refuerzas el poder de las castas políticas.
Este verano, recorriendo el sur de Francia desde Irún, camino de Toulón, recorrimos parte de la ruta por carreteras nacionales, parando en los pueblos interesantes. Otros muchos, tan sólo los atravesamos. Lo que me llamó la atención, y me impresionó es que hasta en la más remota aldea, hay un monumento a los caídos en la Primera Guerra Mundial en lugares destacables, y en perfecto estado, a pesar de que la mayoría ya tendrá casi la centena. Éso, en España, sería impensable.
En España, monumentos así, estarían llenos de pintadas y amputados, o trasladados y escondidos en callejones olvidados o algún almacén municipal, o simplemente derribados hace decenios.
Pues si ves a los niños cantando La Marsellesa en el colegio, entonces ya te haces francés 😉
Cuando yo estaba en el cole, cantábamos el himno de España (con letra) con Don Julio, que además era vasco. Y Franco ya llevaba muerto 6 años.
En el Reino Unido es igual, en cualquier remoto lugar hay un monumento a los soldados caídos, respetado con mimo y veneración.
Y algo que me resulta muy llamativo es que la gente lleva ofrendas de flores y granadas a la tumba de Catalina de Aragón en Peterborough, a la que los británicos admiran por su desgracia y sufrimiento, honrando de esa forma su memoria. Igualito que nosotros.