Es un lugar común entre los economistas y políticos referirse a la España del siglo XIX como un país atrasado que ha dejado escapar la Revolución Industrial por culpa de la Iglesia Católica. La dificultad está en fechar ese relato que dura hasta nuestros días que ha ido socavando los cimentos de la sociedad y minando la autoestima de sus gentes. Se suele decir que la pérdida de Cuba inundó la nación de pesimismo, pero lo cierto es que no afectó a una Economía que vivía un periodo de fuerte crecimiento. La explicación de esa paradoja puede ser tan sencilla como que España llevaba 400 años viviendo por encima de sus posibilidades demográficas. Un país pequeño, poco poblado y relativamente pobre se vio obligado a defender un orden católico y romano cada vez más amenazado por los herejes luteranos y calvinistas.
Entre el final del siglo XVII y la Revolución francesa, el censo de población crece un 50% en toda Europa, especialmente en las regiones septentrionales. Es un cambio fundamental que nutre las filas de los ejércitos y que se debe a las importaciones de maíz y patatas y a la evolución de las técnicas agrarias. Son esos nuevos excedentes de producción los que modifican el equilibrio de fuerzas en el Continente tras la Paz de Westfalia. Y es esa nueva demanda, muchas veces insatisfechas por las malas cosechas, la que alimenta el fuego Revolucionario en Francia y toda la corriente de la Ilustración que desembocaría en la Toma de la Bastille en julio de 1789, tras un sinfín de revueltas campesinas.Regiones meridionales como España e Italia presentan una orografía más difícil y suelos pobres que dificultan la aplicación de nuevas técnicas, pero tienen organizado y optimizado su territorio de un modo descentralizado mucho menos feudal que el resto de Europa. España son 10.000 municipios en red, que funcionan con instituciones relativamente democráticas. El número de hijos que está dispuesta a entregar a sus Ejércitos es, por lo tanto, limitado. La “pobreza del suelo” de la que habla Lucas Mallada en su libro (Los males de la Patria) es la misma que permitió a los pueblos de Grecia, Italia y España alumbrar una Civilización política, económica y cultural de más de 2500 años.Todo se puede interpretar y racionalizar a la luz de nuestra propia escala de valores. La ideología concentracionaria, feudal y racista de los pueblos del Norte les permite explotar y saquear los recursos de los territorios que conquistan de un modo violento y eficiente. Alimentan a más soldados y tienen menos prejuicios humanitarios. Desarrollan teorías supremacistas y políticas de limpieza étnicas en función de sus propias necesidades económicas y comerciales. Coartadas para el saqueo y exterminio de los pueblos a los que someten.Este último punto es fundamental para entender lo absurdas que resultan las teorías que intentan “racionalizar” el supuesto atraso económico y religioso de Italia o de la Península Ibérica. La Ideología Concentracionaria y Racista de germanos y anglosajones choca frontalmente con los valores esenciales de la Civilización Greco Romana. El Imperio de los españoles en América no sigue una pauta depredadora ni busca aniquilar a los nativos, sino que se arruina literalmente en un esfuerzo titánico por administrar y “civilizar” un territorio demasiado vasto.No debe ser una casualidad histórica que al poco tiempo de expulsar a los Jesuitas de España y del Nuevo Mundo, la sociedad española tuviera que padecer y combatir en sus tierras a la chusma y soldadesca francesa y británica. Por suerte para los historiadores, Goya pintó la cruda verdad de su tiempo y no deja margen para interpretaciones edulcoradas o tramposas sobre las dos Españas. Una sociedad exhausta y arruinada por la Guerra contra los Protestantes y por la Administración de las tierras americanas se vio traicionada, apuñalada e invadida por soldados franceses y británicos. Tuvo que luchar sin armas, y tardaría casi una generación entera en empezar a recuperar el aliento.El Mito de las dos España aparece por primera vez como referencia a la división entre absolutistas y liberales tras la Invasión de Napoleón en 1808. La España que publica se presenta a sí misma como moderna, urbana, reformadora, europea, liberal, Ilustrada y científica, y caricaturiza a la otra como atrasada, reaccionaria, católica, beata, caciquil, rural, ignorante y castellana. Desde su origen, el Mito tiene todas las características de los muchos panfletos de la Leyenda Negra que se publicaron durante 300 años con cargo al Fondo de Reptiles dotado por los protestantes en su guerra de propaganda contra España. Todo literato, poeta de bajura o escritor muerto de hambre en Europa siempre podía ganarse unos peniques publicando chismes y falsedades sobre España. La guerra civil que se desatada entre los partidarios de defender la soberanía de la nación y los traidores a sueldo de Napoleón y Wellington les sirve de pretexto a los Protestantes para atacar a la Iglesia Católica. Todos los seudo intelectuales con pluma que sueñan con las luces de Paris saben que para vivir del cuento deben hablar mal de España y de la Iglesia Católica.Entre 1808 y 1936, hubo más de 170 gobiernos en España, sin contar interinidades. De media, un gobierno con una política diferente cada 9 meses. Hubo 5 contiendas militares, que podemos definir como guerras civiles, y se perpetran 10 magnicidios o intentos de magnicidios. Las cifras de este enfoque cuantitativo, inéditas en Europa, son elocuentes. La inestabilidad política que deja la invasión de Napoleón mantiene la herida abierta e impide planificar una política industrial nacional a medio y largo plazo. Si no fueran tan obscenas, las críticas al mundo rural y a la Iglesia por parte de la Izquierda y las élites de Barcelona resultarían cómicas.Fruto de esas teorías políticas y esa agresión religiosa subterránea, es constante la obsesión por despoblar Castilla y Extremadura e impedir su desarrollo económico e industrial. Hablar de éxodo rural y de polos de desarrollo para maquillar lo que es una verdadera política de limpieza étnica, con desplazamientos forzosos, y de saqueo institucional es un verdadero sarcasmo. El peso demográfico de Castilla, Extremadura y Aragón ha sido reducido a la tercera parte desde 1898. La despoblación de miles de municipios, con 2.000 años de Historia, ya es irreversible.Aunque muchos economistas y políticos juegan a aquello de considerar que es el precio que pagamos los españoles por “modernizar” un país atrasado, rural, católico y castellano, lo cierto es que sus teorías son profundamente erróneas y absurdas. Si fueran ciertas, ello implicaría que existen regiones en el planeta condenadas a desaparecer por “atrasadas”. Pero ¿cómo sería eso posible? Pequeños países, con orografía horrorosa y sin acceso al mar, como Suiza y Austria, encabezan todos los rankings de prosperidad universal, por no hablar de la calidad del suelo de Noruega o Suecia. Si Castilla fuera una entidad nacional distinta de España ¿sería hoy una economía del Neolítico? Si Extremadura hubiera declarado la Independencia ¿sería hoy esa viva estampa de Los Santos Inocentes que tanto gusta a las élites nacionalistas de Barcelona?El cuadro que encabeza el artículo refleja la realidad de 1890, cuando España era un país atrasado por culpa de una Castilla rural. Su renta era el 40% de Gran Bretaña, el 63% de Alemania, el 75% Francia y el 80% de Austria e Italia. Es un nivel de riqueza ligeramente superior al que presentaba la economía española en 1976, tras décadas de “crecimiento”. España estaba tan atrasada en el siglo XIX que, a pesar de padecer una guerra, seguía entre los 5 países más ricos del mundo. En el año 2008, por fin, tras 30 años de crecimiento “democrático” y “europeo” intenso, España ya era un país moderno, catalán, muy turístico…que se caía del G-20 con todo el equipo.(sigue)Genealogía del Mito de la España atrasada
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Forges se ha despachado a gusto, ha salido publicado en él expansión de hoy, por lo visto quería q fuese después de su muerte….
Quienes me conocen saben de mis credos e idearios. Por encima de éstos, creo que ha llegado la hora de ser sincero. Es de todo punto necesario hacer un profundo y sincero ejercicio de autocrítica, tomando, sin que sirva de precedente, la seriedad por bandera
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle para protestar los unos contra los otros.
Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.
Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.
Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo, si es que la hay. Tan solo porque son de los nuestros.
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.
– Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente
basura.
– Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
– Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
– Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
– Mediocre es un país que tiene dos universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
– Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
– Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
– Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante modo de vida.
– Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
– Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
– Es Mediocre un país, a qué negarlo, que, para lucir sin complejos su enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo.
ANTONIO FRAGUAS DE PABLOS (FORGES)
digno de leerse!
Expansión hoy!
Suscribo y firmo.
y mediocre es un pais donde algo como lo escrito se toma medio en serio.
De todas formas y en ultima instancia muchos de estos temas que recoge el escrito no son mas que el resultado de un diseño de pais elitista en el peor sentido.
Pero en esto pasa como en tantas otras cosa: se invierte la causalidad.
Consecuentemente, la confusión es lo que predomina en la mayoría de las personas.
Por ejemplo:vivimos una cada vez mayor globalización economica donde los agentes privados tienen cada vez mas peso pero al mismo tiempo la deuda publica es cada vez mayor lo cual en un principio no deja de ser una paradoja.
¿como definir ese proceso? ¿por qué sucede? ¿cómo se puede mejorar? ¿se puede ir a peor?
Y a cada una de estas preguntas existen existen diferentes respuestas.todo depende del color del cristal a traves del que se mire.
no me creo que Forges escribiera algo asi.
Saludos.
Pasa como con un artículo atribuido a Reverte, que circuló por las RRSS….lo de menos, es si resulta apócrifo. Como bien dices, revela la confusión del Siglo….Pero que España, hoy, es un país mediocre, sectario y excluyente, puede ir sin firma, o firmado por cualquier “autoridad”. Yo creía que era de Chisclas, jajaja, aunque luego me extrañó que publicara algo tan largo. En El País venía el desmentido, aunque creo que la firma es un tema secundario.
Pues es el pais que hemos construido y digo hemos porque todos tenemos cierta responsabilidad en esto, sea por exceso o por defecto.
Dicho lo anterior a mi no me gusta el articulo y entre otras cosas y por señalar lo evidente, peca de catastrofismo y de una cierta equidistancia en los temas que trata, que simplemente no comparto.
Saludos.
Claro que no gusta, y que parte de una necesidad de hacer “autocritica”. La mediocridad es el régimen del “medio” por oposición a la “meritocratia”, es el régimen de lo “políticamente correcto”….Se puede criticar desde la singularidad del individuo (libertad) o desde el elitismo social, pero no cambio el objeto