EL TURISMO ES UN GRAN INVENTO

Así se titulaba una de las películas de Paco Martínez Soria. Y yo, cada vez que oigo o leo que hay gente que reclama con tanto entusiasmo la identidad, el derecho a decidir, mayores cotas de autonomía, el derecho a la autodeterminación, la independencia, el restablecer las fronteras de los antiguos reinos dentro de España, etc… me acuerdo de ese gran invento que es el turismo.

Nuestros políticos, que son gente ilustrada, sabia y muy capaz, han convencido a buena parte de la ciudadanía de que estábamos mucho mejor cuando España no era España, sino una colección de “países” con identidad propia, lengua propia e instituciones propias. Debemos recordar que aquellas instituciones eran absolutamente democráticas y ofrecían a los ciudadanos (no había súbditos) todos los servicios propios del estado de bienestar.

Quienes marcharon a América en el siglo XIX y principios del XX, así como al terminar la guerra civil, en realidad no emigraron. Tenían un nivel de vida privilegiado, fruto de los grandes servicios que les proporcionaban las instituciones autóctonas de las regiones y reinos de España. Eso les permitía disfrutar de vacaciones pagadas, y como ganaban un salario espectacular podían contratar de vez en cuando un crucero para pasar una temporada al otro lado del Atlántico.

Les gustó tanto lo que vieron que muchos decidieron quedarse allí. Pero no eran emigrantes. Eran turistas. Más o menos como los simpáticos jubilados británicos y alemanes que llenan hoy las playas de las Canarias, la Costa Brava, Andalucía, etc…

Al cabo de los años aquel destino turístico en América acabó muy masificado. La gente iba allí y se encontraba con su primo, o con el vecino. Y claro, no era plan, era todo ya muy vulgar. Los barcos que llevaban a la gente a América empezaban a parecerse en el trato al pasajero a las compañías aéreas low-cost que conocemos ahora y la gente empezó a perder el interés.

Entonces los tour-operadores empezaron a ofrecer paquetes para conocer la Vieja Europa. Y como consecuencia a finales de los cincuenta y principios de los sesenta los españoles… perdón, las gentes de los diferentes reinos de España, empezaron a preferir hacer turismo en Francia, Alemania, o Bélgica. Y también ocurrió lo mismo. Les gustó tanto el destino que buena parte de ellos empezaron a establecerse por allí. Pero no eran emigrantes. Eran turistas.

Como todas las modas, aquella también pasó. Por lo mismo, la masificación. Sentarse a tomar un café en la Grand Place de Bruselas y de repente encontrarte con el vecino del quinto era muy cutre. Así que las agencias de viajes buscaron destinos alternativos.

Aún no tenía el apogeo que tiene ahora, pero en los setenta ya había personas muy activas que empezaban a practicar senderismo, rafting, etc… De manera que el mejor destino tenía que ser por fuerza un país con una naturaleza esplendorosa. Y se empezaron a ofrecer paquetes turísticos en Suiza. Y también fueron mayoría los que se enamoraron de Suiza y se establecieron allí.

Cuando España se modernizó lo suficiente ocurrió una tragedia. De repente desaparecieron las instituciones regionales que desde tiempo inmemorial tan buenos servicios venían ofreciendo a los ciudadanos. La culpa la tuvo el que todos sabemos, Franco, que más o menos tras veinticinco años de dictadura consiguió destruir aquello que tantos siglos había costado conseguir. La pérdida del control de los servicios al ciudadano y de las respectivas economías autóctonas por parte de aquellas instituciones tradicionales provocó que los salarios cayeran a niveles ínfimos. Y como consecuencia no resultaba posible hacer turismo en el extranjero. Hubo que conformarse con viajar en tren o autobús a hacer turismo rural para visitar a los abuelos, o los más pudientes quizá pasar una semanita en las Canarias o en Benidorm, etc… Al no poder viajar al extranjero ya no se produjeron casos de turistas enamorados del destino de vacaciones, y España dejó de perder población.

Ahora los políticos están esforzándose en recuperar aquellas instituciones que tan buenas fueron para los ciudadanos. Y tras casi cuarenta años de denodados esfuerzos se están empezando a recoger los frutos. Aún no es masivo, pero ya hay muchos que pueden permitirse ir de vacaciones al extranjero y que al enamorarse del destino se establecen allí. De inglés, francés o alemán no tienen ni puta idea, pero como la mayoría son jóvenes enseguida se adaptan y acaban hablando esos idiomas mejor que el español. Algo que no es de extrañar, puesto que en realidad el español muchos sólo lo han visto de pasada en el colegio, ya que han estudiado en catalán, gallego, euskera,… y pronto lo harán también en lleonés, fabla aragonesa, bable,… incluso se están haciendo algunas pruebas prometedoras para adaptar el silbo gomero para su uso en la enseñanza primaria, todo se andará.

Qué razón tenía Paco Martínez Soria. El turismo es un gran invento.

Saludos

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