La epidemia de SARS COV 2 ha finalizado. Como vino, se fue. Nadie sabe porque ha desaparecido sin más. Se podía intuir, analizando la serie de datos, que iba a ocurrir a final del mes de abril, pero faltaba la verificación empírica. Al margen de los regímenes totalitarios en el mundo, que usan la emergencia sanitaria para sus maniobras políticas, en el resto de países democráticos la crisis sanitaria ha concluido. Es hora de hacer balance.
Lo primero que salta a la vista, tal y como se venía observando desde el mes de febrero, es que el virus se ha cebado con los países católicos y ricos. Prácticamente no ha tenido ninguna incidencia sanitaria real en el resto. Llama la atención el gran esfuerzo que han debido hacer para silenciar el hecho más notable de la epidemia de Coronavirus.
Región | Muertes | Población | Mortalidad | Gripe |
Asia | 28.000 | 4.600.000.000 | 0,006/1000 | 0,1/1000 |
África | 5.000 | 1.200.000.000 | 0,004/1000 | 0,1/1000 |
Oceanía | 200 | 50.000.000 | 0,004/1000 | 0,1/1000 |
América | 178.000 | 1.100.000.000 | 0,16/1000 | 0,1/1000 |
Europa | 250.000 | 750.000.000 | 0,33/1000 | 0,1/1000 |
Regiones Católicas | 200.000 | 300.000.000 | 0,66/1000 | 0,1/1000 |
Resto Europa | 50.000 | 450.000.000 | 0,11/1000 | 0,1/1000 |
Como se puede comprobar, a pesar de gran aparato mediático desplegado, la tasa de letalidad de la epidemia de SARS COV 2 en el mundo ha sido muy inferior a la de una simple gripe. Si exceptuamos las regiones católicas en América y Europa, unos 1.000 millones de habitantes con un registro de 300.000 bajas, en el resto del planeta, la tasa de mortalidad no supera el 0,02/1000.
La conclusión ya parece definitiva. El ataque se ha centrado en los países católicos y ricos, con una virulencia que es 10 veces mayor que la de la gripe estacional más letal registrada en los últimos años.