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5 trucos para apostar sobre seguro


Uno de los grandes mitos de la Edad Media es  la supuesta obsesión de los alquimistas por hallar la fórmula del oro.  Ha llegado intacto hasta nuestros días, solo que los alquimistas pueden ser gestores, ingenieros, matemáticos, informáticos o incluso políticos metidos a banqueros. El mundo de las finanzas se ha sofisticado de tal modo que es difícil establecer una línea divisoria entre lo que son inversiones especulativas o simples apuestas deportivas.  ¿Qué diferencia puede existir entre apostar por el resultado de un partido de futbol que dura 90 minutos y que empieza 0-0 y especular a que la acción de Telefónica suba o baje en las próximas 5 horas de sesión?

El valor intrínseco y el valor temporal de una inversión o una apuesta determinan la oportunidad de ganancia en función del resultado que se va dando en cada instante. Para los inversores en derivados es un inconveniente en la medida en que el emisor y creador de mercado el que marca y manipula en ocasiones los tiempos, pero para los apostantes puede llegar a ser una ventaja.  La expresión matemática es algo así como V=Max (0, Precio Subyacente – Precio Ejercicio). Dicho de un modo más sencillo: es la diferencia de precios siempre que sea positiva. En caso contrario, el valor intrínseco es nulo.

El valor temporal, por el contrario, es la prima que el inversor o apostante está dispuesto a pagar en función de la expectativa de ganancia.  Si el equipo local va ganando 2-0 a 10 minutos  del final del partido, la prima por el empate puede ser de 9 a 1.  A medida que se acerqué el final del tiempo reglamentario, dicha prima se dispara en sentido inverso a la probabilidad de que metan dos goles.  Por lógica, y como ha entendido el sagaz lector, la expresión matemática que fija el valor temporal es algo así como la fórmula del oro de los alquimistas.  Los 3 conceptos básicos son:  At The Money  (la apuesta está viva, el resultado es incierto), In The Money (la apuesta está prácticamente ganada, salvo bad beat) y Out The Money (la apuesta está perdida, salvo milagro).

Pero la Teoría del Mercado Eficiente le brinda al apostante, y al inversor financiero en menor medida, una pequeña ventaja añadida. Sabe que los faroles los carga el diablo y que alrededor de las apuestas deportivas gravitan muchas organizaciones interesadas en el trasiego de dineros. Una victoria cantada puede pagar un 3 o 4% de rentabilidad “segura” en un puñado de minutos. Es una cantidad superior a la que pueda conseguir un ahorrador en bonos del Tesoro en un plazo de 10 años.  Demasiada tentación como para que no ocurra nada.  La Teoría del Mercado Eficiente nos permite “intuir” que los “bad beat” y los “milagros” pueden darse con cierta frecuencia.

Todo inversor en derivados busca beneficiarse de la “volatilidad” sin querer admitir que dicho parámetro puede verse determinado – en mayor o menor medida – por el creador del mercado. Tiende a pensar que las “autoridades” impedirán el juego sucio. Necesita creerlo porque se resiste a admitir que el Mercado es Eficiente.  Pero la volatilidad es una ventaja para el apostante deportivo en la misma medida que es un inconveniente para el confiado inversor financiero. Apostar  10 a 1 ofrece un gran apalancamiento con un mínimo riesgo y da tiempo y oportunidad para cerrar la apuesta a favor de tendencia. Un euro a favor de tendencia, en los 14 partidos de Liga, producirá una rentabilidad de 14 euros. Menos si el Madrid o Barça juegan en casa. Pero para que un euro apostado contra la tendencia  sea rentable, solo es necesario que se registren 2 o 3 sorpresas por jornada.

(c) Belge