Los apóstoles de la Iglesia de la Calentología han desembarcado a orillas del Manzanares, pero nadie ha alzado el estandarte de San Isidro para evitar el saco de la ciudad. Al contrario. El Felón ha proclamado que el cambio climático ha llegado al Corte Inglés. Los puticlubs de Madrid y alrededores no caben de gozo. Desde que el Psoe se ha ofrecido a correrse con todos los gastos de las huestes vikingas, no dan abasto a contratar extras.Al hilo de que el Usurpador ha tildado de negacionistas a todos los científicos íntegros y los ciudadanos cabales que rechazan los dogmas de la Calentología, la tarea más urgente es decapar el nacional socialismo de todas las manos de barniz y color que le dio EEUU para tapar la pestilente realidad germana y escandinava. Los nazis no eran cuatro locos, por más que la herejía puritana de luteranos y calvinistas pueda tipificarse de patología. Zumbados, un rato, como la niña del exorcista que nos llega por Lisboa, pero es el odio satánico y supremacista de los que se creen pueblo elegido.El mecanismo por el que individuos y sociedades feudales son propensos al totalitarismo mesiánico fue descrito con precisión científica por Jacques Bude, un catedrático belga de Psicología Social. En época de crisis, dejan de creer que Dios es un ser amable con el que es posible comunicarse, y se someten a la voluntad de una Divinidad inasequible, a la que deben obediencia ciega. Si son castigados por el caos que les rodea, y no alcanzan la Gracia, es porque no han sido puros. Esa divinidad caprichosa, con la que no se puede razonar, no perdona los pecados.Para combatir el peligro creciente de los puritanos ecologistas, lo primero es dejar de usar la palabra “nazi” como insulto. La invectiva sirve para inducir una respuesta emocional que inhiba las facultades cognitivas. Nadie quiere ser tachado de negacionista y censurado por el pecado de pensar. Es el “Cuidado, perro peligroso” que guarda la finca. Al describir a los nazis germanos y a sus primos escandinavos como 4 locos, y usarse el término como insulto, los americanos crearon un “tabú” social que impide analizar derivas políticas y religiosas muy similares. Nadie debe conocer las misteriosas razones de esa divinidad caprichosa que guió al pueblo hacia el caos. Si ahora exige pureza ecológica, hay que someterse a su voluntad y obedecer.El tren que arrastra Greta La Zumbada por todo el mundo, para movilizar un ejército nacional ecologista al servicio de Satán, ha contaminada ya 1000 veces lo que no contaminarán nunca en todo el planeta millones de adolescentes anónimos. Es una prueba de adhesión orientada a los niños a los que quieren reclutar. Si son capaces de tragar con esa verdad revelada y asumir sus disparatadas contradicciones, podrán entrar en la Secta Satánica de la Calentología como esclavos sexuales.La Declaración de Emergencia Climática del Parlamento Europeo el pasado 28 de noviembre abre la puerta para que la Comisión impulse su Hoja de Ruta Totalitaria. Tras despoblar el mundo rural en muchas regiones del continente, y confinar a las poblaciones en extensos suburbios, la dota de las armas administrativas y jurídicas que necesita para criminalizar y controlar a los individuos. Si no fuera por los valientes chalecos amarillos en Francia, esta conspiración puritana nos habría cogido a casi todos por sorpresa. Se trata de criminalizar al conductor, tras haberle vendido durante años lo buena que era la “movilidad”. Gato por liebre, para sacarle de su casa. Lo bueno era moverse, de un lado para otro, como en EEUU, pero ahora cada vez que le obliguen a desplazarse, le controlarán por razones ecológicas y le cobrarán los correspondientes peajes e impuestos verdes.El caprichoso Satán – el Dios Loki de los escandinavos y de los guionistas de Hollywood – se nos ha vuelto ecologista a la vejez, tras el holocausto crematorio de 15 millones de personas en 43.000 campos de concentración. Si ahora dice que lo mejor para el planeta es que las empresas, los conductores y los consumidores paguen muchos más impuestos, sus razones tendrá. ¡Achtung! Negasionista el que lo critique.(C) Belge