Antes o después iba a ocurrir. En los escenarios previos que se manejaban sobre la implantación del Euro, antes incluso de que Grecia formara parte de la Unión Monetaria, se contemplaban las dificultades que podían atravesar en caso de crisis economías con culturas presupuestarias completamente diferente. De ahí la importancia que se dio, desde un principio, a los famosos criterios de convergencia de Maastricht. Eran básicamente 4 puntos. Estabilidad de Precios, Finanzas Públicas Saneadas, Tipo de Cambio Estable, Tipos de Interés Homogéneos. En realidad, se resumían a uno solo: política presupuestaria y fiscal rigurosa que permitiera controlar la inflación y mantener unos tipos de interés relativamente bajos, en línea con la política monetaria común impulsada por el BCE.Tras el éxito de la conversión al euro de los países que conformaban la primera división de la UE, llegó el momento de incorporar a los equipos de “segunda”. El interés de Alemania por ampliar su mercado al Este facilitó mucho las cosas en un periodo de relativa bonanza económica. Como consecuencia de la relajación de los criterios de convergencias, hoy Grecia se ha convertido en el verdadero Talón de Aquiles de la Unión Monetaria. Es un país relativamente pequeño, y su rescate financiero por parte de Francia y Alemania debería tener éxito. Sin embargo, tras el caso de la nación helénica, hay media docena de países europeos cuyas economías pueden verse sometidas a las mismas tensiones antes o después. Lógicamente, el precio a pagar por el rescate es la renuncia velada a la soberanía fiscal.Grecia es la punta del Iceberg de las tensiones que acechan a la UE. Los beneficios políticos del euro han sido escasos y han durado poco. El drástico ajuste presupuestario impuesto a los griegos va a tener efectos duraderos. No hace falta haberse doctorado en Ciencias Políticas para deducir un creciente rechazo popular a las instituciones comunitarias. Las ventajas de un gran mercado desabastecido son muy pocas, y el riesgo que se contagie el desafecto europeo, de una plaza a otra, y cuaje algún movimiento político hostil también es notable. Pero no todo es pesimismo. Una cosa está clara: la UE saldrá muy reforzada si logra sobreponerse a la crisis griega.¿Está resultando difícil la digestión de las últimas incorporaciones al euro? ¿Es razonable pensar que en pocos años todas las economías europeas serán asimilables a la alemana? ¿Tiene razón Krugman al afirmar que no es Grecia, sino España el corazón del problema financiero en la UE?