Hace 100 años, Pedro Sánchez se llamaba Primo de Rivera. Era un populista pragmático, catalanizado por osmosis, que llega al poder después de que tres terroristas a sueldo asesinaran a Eduardo Dato y le allanaran el camino. Durante los siguientes años, su acción política y económica consistió en extender el lamentable e ineficiente régimen catalán a toda España.
La moraleja del cuento no es, como habitualmente subrayan algunos, que el Rey consentidor y pusilánime tuviera que salir por patas, sino que los terroristas fueron protegidos por Alemania, indultados por el Dictador y, luego, amnistiados por el PSOE tras el Golpe de Estado de 1931. Los terroristas que habían contratado para provocar un cambio de régimen favorable a Cataluña y Alemania vivieron felices y comieron perdices.
Pep Pigdemont, el bufón al que PUJOL y MAS subcontrataron la faena por pura cobardía, y por estar demasiado ocupados gestionando sus cositas en Andorra, se dispone a blanquear la Moción de Censura anticonstitucional y el régimen catalanista y batasuno al que dio paso a cambio de un poco de pasta para sus descendientes. Si los asesinos de Duato se fueron de rositas, él no va a ser menos. Al fin y al cabo, no ha matado a nadie.
Hace muchos años que Felipe González indultó y amnistió a Pujol, al padre de Pujol y al abuelo de Pujol, y nadie se ofendió por ello. ¿A qué viene ahora tanto ruido por una amnistía de mierda?
Cataluña indulta a Sánchez y blanquea la moción de censura.
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