Gracias al trabajo de información de Manuel Cerdán, el periodista que aclaró el misterio del Caso Paesa, se han conocido esta semana dos hechos fundamentales sobre la investigación de los atentados de agosto en Barcelona. El primero descubre que se hizo una llamada de 4 minutos de duración al celular del terrorista de Las Ramblas, dos horas antes del atentado, desde un teléfono fijo de la Comisaría de los Mossos d’Escuadra en la Zona Centro de Barcelona. El segundo apunta a que el imán fallecido en la explosión de Alcanar era un confidente del CNI. Son dos piezas importantes del puzzle.
En las fotos de la explosión del chalet de Alcanar que publicaron los periódicos digitales, se aprecia que luce el sol. La misma mañana del día 17 de agosto cuando los TEDAX de la Guardia Civil se ofrecen a colaborar, los Mossos insisten en cerrar el incidente como la explosión rutinaria de un laboratorio de drogas. Mantienen esa misma tesis aunque la máquina excavadora enviada para desescombrar las ruinas provoca dos nuevas explosiones. La pregunta, evidente, es: ¿cómo va a nadie a arriesgarse a buscar “papeles” entre los cascotes y con qué finalidad?La explicación oficial que los Mossos le han dado a Fernando Andreu, el juez de la Audiencia Nacional que investiga el caso, es que llaman un poco antes de las 3 de la tarde para preguntar por un coche aparcado en la cercanía del chalet de Alcanar. Es decir: localizan a las 3 de la tarde, en agosto, el móvil de un joven propietario de 22 años en el marco de una investigación sobre drogas, sin más trascendencia, que se acaba de abrir a 300 km de distancia. La pregunta más obvia, en este caso, es: ¿cómo y con quién regresa a casa el joven yihadista de Ripoll si se deja el coche aparcado en Alcanar? La pregunta, menos evidente, que formula también el propio Cerdán en su artículo es: ¿Por qué no informan los Mossos de la existencia y contenido de esa llamada rutinaria hasta pasado un mes del atentado?(Visited 168 times, 1 visits today)