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La Revolución Puritana (38): ¡Es la inflación, estúpido!

Hace mucho que no hablamos de economía. De la inflación verdadera, no la de Merimée. Contaba un amigo lector de INLUCRO, en Twitter, que hay millones de contenedores varados en los puertos. En el fabuloso mundo del flete, 5 o 6 grandes compañías monopolizan e intermedian el mercado. El shipping se ha disparado de 2.000 a 8.000 dólares, paralizando por igual importaciones y exportaciones.. No están llegando las piezas de recambio para asegurar el correcto mantenimiento de los equipos o las reparaciones necesarias. En algunas revistas especializadas de ciclismo, avisan a los aficionados que cuiden de su material porque no llegarán los repuestos hasta..¡2023! Es lógico. Si en un container estándar cabe lo equivalente a 7.000 cajas de zapatos, no es lo mismo importar de China móviles que baratija. Desde la fábrica hasta la casa del cliente, el coste de la distribución se ha duplicado.

La arena en el engranaje del Just In Time, desde la fábrica hasta el cliente en tiempo real, no sólo supone que el coste de distribución se duplique, sino que se paralice la actividad comercial y se desinfle la demanda. Decimos que la Deflación es la Guerra porque es lo que caracteriza la destrucción del mercado. Siempre anticipa los primeros episodios de hiperinflación.

Lo que los académicos llaman “hiperinflación”, en realidad no es inflación. De hecho, es lo contrario: La ausencia de confianza, desaparición del crédito y colapso de la demanda solvente son el escombro y la ceniza que quedan cuando el mercado ha sido arrasado. Al negocio de la hostelería, cerrado y puteado por los marxistas y puritanos, ya no le preocupa que el cliente deje de gastar. Aforo limitado y economía estanca, intermediada por comisarios políticos, en la que el consumidor tiene que pagar el precio impuesto. Sobra gente confinada en Madrid para saturar la oferta que sobrevive. Fuera de Madrid y Barcelona, sin población, que se jodan y cierren.

La disparidad de conceptos que se refieren a un mismo fenómeno de naturaleza social y psicológica, ilustra la complejidad del juego económico. Hiperinflación, inflación, estanflación, deflación, inflación negativa y privatización de la inflación no son sinónimos. La analogía simulada le ha servido siempre de coartada política al monetarismo más rastrero. Todos los agentes económicos entienden o padecen lo que es la pérdida de valor adquisitivo de sus ahorros. Lo que ayer valía 10 hoy se queda en 9. La mayor parte de la población percibe la inflación como desgaste, y no como lo que es: un mecanismo natural de ajuste. La inflación es la temperatura del cuerpo económico, que le hace sudar cuando hace calor, y tiritar cuando se congela.

El Índice de Precios al Consumo no es un termómetro de la inflación: es un indicador que mide el grado de intervención de la economía. Por debajo de 0, significa que la privatización de la inflación es absoluta. Se convierte en un mecanismo de transferencias que raya con la apropiación indebida. Un IPC anual del 1% cuando la inflación estructural bordea el 7% equivale a un incremento de la presión fiscal del 6%. Y si el gran truco del diablo es hacer creer que no existe, el de los políticos es ocultar la pérdida de valor adquisitivo fijando los precios más sensibles.

Al cumplir los 18 años, todo ciudadano debería elaborar un Indicador que le permita medir la pérdida de valor adquisitivo de su propia cesta de la compra. Saber en qué se gasta el dinero que gana o recibe y el peso exacto de un paquete de tabaco, de un depósito de gasolina o del smartphone que acaba de comprar. Se dará cuenta que  si no vive en Madrid o Barcelona lo que suba el billete de Metro no le afecta. Se dará cuenta que buena parte de los 500 artículos que usa el INE para medir su IPC no figuran en su propia cesta. Es completamente invisible si no reside en uno de los 200 municipios elegidos por los funcionarios del Estado para la estadística oficial.

A medida que el adolescente crece y se hace adulto, su cesta de la compra se amplía, pero no mucho. La siguiente tabla lo ilustra.

Gasto tipo.  Septiembre – Diciembre 1995

 

Composición Gasto (euros) Peso relativo Inflación anual
Tef, luz, agua, casa 181 6% 8,1%
Coche 813 27% 3,2%
Hogar 607 20% 5,5%
Bares 348 12% 4,9%
Textil 245 8% 2,25%
Cultura 124 4% 3%
Bancos  25 1% 11%
Falsos Gastos 232 8% 5%
Mobiliario 425 14% 4,4%
Total 3.000 100%  

 

Las 100.000 pesetas de gasto tipo mensual han devenido 3.000 euros. Es una inflación anual compuesta del 6,6%, en línea con la que ha sido la tendencia estructural de los últimos 150 años en España. Con este sencillo ejemplo, es fácil calcular cuánto dinero ha sido saqueado por apropiación indebida de la inflación desde 2001. El 65% de todo el poder adquisitivo ahorrado, equivalente a 1,5 billones de euros. Una mitad ha sido transferida a Cataluña, y la otra mitad, a Alemania.

(c) Belge
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