El Reino del Kongo (II)

La colonización tardía del Congo fue el preámbulo del siglo XXI. Por resumir: los sueños de la razón positivista y de la globalización comercial producen monstruos. La locura nihilista que se deriva del Idealismo Alemán lleva dos siglos causando estragos en todo el planeta. La taxonomía tribalista que ha desolado Europa y África, con barniz de ciencia etnográfica, no es sino la enésima mutación del rancio feudalismo germano. Nos engañaron a todos con la historia de las naciones y pueblos europeos y nos han tomado el pelo con el cuento de las tribus africanas. Con las mismas coartadas científicas, los mismos embustes culturales y las mismas finalidades políticas.

Fue algo realmente fortuito.Fue el azar y no la necesidad el que impulsó a Leopoldo II de Sajonia-Coburgo-Gotha a inventar una nueva fórmula de colonización. Bélgica, un estado tampón creado para separar a católicos y protestantes de Francia y Alemania, era demasiado insignificante para aspirar a nada en el nuevo reparto colonial de los territorios del ancho mundo. Berlín, la capital del Reich, llegaba tarde a la fiesta y no sabía muy bien cómo romper la baraja. Leopoldo II era hijo de Leopoldo, un ambicioso y calculador príncipe alemán al que Francia había vetado en España. Tras quedar apartado del trono Inglés por la muerte de su vástago y de su esposa, y rechazar el de Grecia, había acabado por aceptar ser el Rey de los Belgas. Y de alguna manera extraña, todas las grandes cancillerías de la época debieron considerar que quedaban en deuda con aquel providencial aliado.

Con el pretexto de cartografiar el río Congo, Leopoldo II había financiado a fondo perdido al explorador Morton Stanley y otros  aventureros. Lo que tenía en mente era brillante:  una buena excusa para poder llegar al reparto de África en la Conferencia de Berlín con una propuesta ingeniosa. ¿Porque no crear en el corazón de África un gigantesco territorio a imagen y semejanza de Bélgica en Europa? ¿Un territorio neutral en el que el libre comercio estaría asegurado para todas las partes? Leopoldo II se ofrecía como garante y avalista del acuerdo. Así nació, con la bendición de la Alemania de Bismark, el Estado Libre del Congo. Era un No Estado: una finca privada de unos 15 millones de km2, administrada desde Bruselas.

(sigue)
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