Archivos de la categoría Economía de Escala y otros mitos de andar por casa

Año 1. Día 4. Un salario mínimo de 950 euros


Yes, we can.  Faltaría mas.  El gobierno de Pablo Iglesias ha querido cumplir una de las promesas que le hizo a sus followers. Subir el Salario Mínimo Interprofesional.  La cuantía ya es lo de menos.  950 euros al mes son 18.000 euros de coste anual para la empresa que abona el SMI.  A esa suma habrá que añadir en muchos casos el fuerte incremento de la cuota de autónomo que va a soportar el propio empresario.  En tan solo dos años,  el coste por hora productiva pasa de 13 a 17 euros.

Dicen los expertos que la anterior subida del SMI mandó al paro a 45.000 empleadas de hogar.  Es de suponer que regresaron a la economía sumergida de la que habían salido poco tiempo antes.  El verdadero drama se vive en todos aquellos sectores de actividad y mercados a los que  resulta casi imposible trasladar la subida de precios.

A ojo de buen cubero:  ¿Cuantos kilos de fruta, de carne o de pan debe despachar el empleado de un pequeño comercio para cubrir costes en cualquiera de los 8.000 pueblos de España? Cuantos litros de cerveza debe tirar una camarera para ser rentable? Respuesta correcta:  300 kilos de fruta, 100 kilos de carne, 800 barras de pan y 2 barriles de cerveza al día. Ciencia ficción de la buena: Un establecimiento rentable por cada 2.000 habitantes.

El lector, bondadoso él por naturaleza, tiende a pensar que las medidas económicas y fiscales que toma la Administración en España son neutra. En su magnánima ingenuidad le cuesta horrores imaginar que puedan existir otros determinantes. Si sus políticos del Psoe y Podemos han decidido incrementar el Salario Mínimo y subir los impuestos, no lo hacen para vaciar la España Interior de habitantes desafectos y de contribuyentes que nunca les van a votar. Lo hacen por nuestro bien. 

La realidad objetiva es que hace justo 30 años,  podía establecerse un comercio rentable en cualquier municipio español de menos de 500 habitantes. El SMI era de 55.000 pesetas y el salario más frecuente, de 80.000 pesetas netas al mes. En términos de poder adquisitivo equivalente, son 1700  y 2400 euros netos actuales. En términos empresariales y demográficos actuales,  equivaldría a un negocio rentable capaz de facturar 200.000 euros al año.  Un comercio de esa suerte por cada 5.000 habitantes.

La ideología concentracionaria que se oculta detrás de la palabrería marxistoïde y las decisiones arbitrarias de una Administración hostil, persigue la desertificación de la España Interior. Con más o menos disimulo antes de rubricar la adhesión a la Unión Monetaria, y con creciente cinismo, después. No es que la ciudad sobrepoblada y su periferia conurbada se rijan por otra lógica económica o empresarial diferente, pero se benefician de un chorro incesante de ayudas encubiertas.  El caudal de subvenciones que llega desde los Presupuestos Generales del Estado, por mil pequeños cauces, es constante.  No es nada extraño que en el paroxysmo del delirio marxista puedan llegar a prometer a todos los urbanitas que les votan una renta básica universal. ¿Qué diferencia habría con el modelo que conocemos en la actualidad?

P.D  “Si no pueden pagar 950 euros que cierren”  dixit Eduardo Garzón. Economista marxista, conocido por ser el hermano de Alberto Garzón,  ministro de consumo.

(c) Belge 

 

El Reino del Kongo (II)


La colonización tardía del Congo fue el preámbulo del siglo XXI. Por resumir: los sueños de la razón positivista y de la globalización comercial producen monstruos. La locura nihilista que se deriva del Idealismo Alemán lleva dos siglos causando estragos en todo el planeta. La taxonomía tribalista que ha desolado Europa y África, con barniz de ciencia etnográfica, no es sino la enésima mutación del rancio feudalismo germano. Nos engañaron a todos con la historia de las naciones y pueblos europeos y nos han tomado el pelo con el cuento de las tribus africanas. Con las mismas coartadas científicas, los mismos embustes culturales y las mismas finalidades políticas.

Fue algo realmente fortuito.Fue el azar y no la necesidad el que impulsó a Leopoldo II de Sajonia-Coburgo-Gotha a inventar una nueva fórmula de colonización. Bélgica, un estado tampón creado para separar a católicos y protestantes de Francia y Alemania, era demasiado insignificante para aspirar a nada en el nuevo reparto colonial de los territorios del ancho mundo. Berlín, la capital del Reich, llegaba tarde a la fiesta y no sabía muy bien cómo romper la baraja. Leopoldo II era hijo de Leopoldo, un ambicioso y calculador príncipe alemán al que Francia había vetado en España. Tras quedar apartado del trono Inglés por la muerte de su vástago y de su esposa, y rechazar el de Grecia, había acabado por aceptar ser el Rey de los Belgas. Y de alguna manera extraña, todas las grandes cancillerías de la época debieron considerar que quedaban en deuda con aquel providencial aliado.

Con el pretexto de cartografiar el río Congo, Leopoldo II había financiado a fondo perdido al explorador Morton Stanley y otros  aventureros. Lo que tenía en mente era brillante:  una buena excusa para poder llegar al reparto de África en la Conferencia de Berlín con una propuesta ingeniosa. ¿Porque no crear en el corazón de África un gigantesco territorio a imagen y semejanza de Bélgica en Europa? ¿Un territorio neutral en el que el libre comercio estaría asegurado para todas las partes? Leopoldo II se ofrecía como garante y avalista del acuerdo. Así nació, con la bendición de la Alemania de Bismark, el Estado Libre del Congo. Era un No Estado: una finca privada de unos 15 millones de km2, administrada desde Bruselas.

(sigue)

El Reino del Kongo (I)


Ya sea por razones fisiológicas, por sesgo cognitivo o pereza ideológica, suele ocurrir que lo evidente es lo último que se ve. Un buen libro cumple su función cuando descubre al profano la lógica oculta de las cosas que pasan. Congo lo es. Desde la primera página, es un bofetón de realidad con la mano abierta. El tono elegido para el relato es idóneo.

Empezaré por una anécdota extraña. Cuenta David Van Reibrouck que el invento de un humilde veterinario escocés salvó a Leopoldo II de la quiebra más absoluta. Un golpe de fortuna extraordinario. El libre comercio había arruinado a Leopoldo II, al convertirlo en propietario de un territorio tan vasto como el continente europeo del que no conseguía extraer ninguna renta. El neumático de Dunlop revolucionaba toda la Industria, convertía el Estado Libre del Congo en el primer exportador mundial de caucho y al monarca belga de origen alemán en el hombre más rico de la Vía Láctea.

La extracción del preciado latex de las lianas de caucho devino una despiadada servidumbre, una manera de pagar impuestos al Rey de los Belgas. Los habitantes del inmenso Reino del Kongo fueron reducidos, de facto, a la esclavitud. Los funcionarios y empleados del Monarca iban a comisión en el lucrativo negocio y no dudaban en emplear la fuerza y la violencia para incrementar la producción. En lugar de incentivos, los nativos recibían balazos. Locura y terror en el corazón de las tinieblas.

Los mercenarios locales, armados por Leopoldo II, disparaban con pólvora del Rey. Para evitar los abusos, y que se dedicaran a la caza furtiva para alimentar a sus propias familias, los funcionarios belgas les obligaban a justificar cada bala que disparaban. De ese modo nació la curiosa costumbre de amputar la mano derecha a los recolectores de caucho a los que asesinaban por no cumplir con la producción de latex asignada.

La globalización y la revolución industrial empezaron, como se ve, de un modo absurdo. El libre comercio en esa región de África Central provocó un genocidio y una catástrofe humanitaria sin precedentes, cuyas consecuencias se prolongan hasta hoy. A tientas, y sin proponérselo realmente, Leopoldo II de Sajonia-Coburgo-Gotha había inventado una nueva forma de colonización.

© Belge

El modelo feudal o la destrucción del amor


No es casualidad que la conocida Paradoja del Tuerto, la formulara Erasmo, un luterano avant la lettre. La lógica que subyace a la Reforma Protestante es la de la Envidia. La economía feudal se basa en un sencillo principio:la destrucción del valor. Todo lo que es gratuito es demasiado caro; lo que no se puede comprar debe ser destruido. La Paradoja del Tuerto es que la ventaja competitiva que exige a cambio de su sacrificio nunca es suficiente. En su infinita sabiduría, Dios hace dichoso al ciego y feliz al ignorante.

La Deflación impuesta en la Unión Monetaria por los Amos del Euro ha destruido la cadena del valor que sirve de substrato para la producción de riqueza. Lo que llaman Economía Digital o Economía Disruptiva es, en realidad, Economía Parasitaria. Donde subsistía rentabilidad, se ha concedido patente para el corso y las rutas comerciales rentables han sido sistemáticamente saqueadas.

No hay más cera que la que arde. El típico urbanita arcoiris, que vota al Psoe y a Podemos, odia a los taxistas y es fan de Uber, Cabify, Amazon y todas esas empresas llenas de colores que le llevan gratis al hamburguesa a casa. Gana 1200 euros al mes y le putea su jefe, pero es el Tuerto que disfruta sabiendo que un ejército de ciegos se juega la vida entre los coches por 2 euros. Cuando el esclavo llama al timbre, implorando una propina con los ojos, su dicha es completa. Hoy una criatura low cost, mañana tal vez un mayordomo. Le dejaban frente al televisor para que no diera guerra, viendo una y otra vez Pretty Woman. Se sabe de memoria la moraleja del cuento: por puta barata que sea, puede ser feliz si un pobre diablo le lleva los nuggets con salsa barbacoa a casa.

El modelo feudal – hacer la pelota a cambio de nada – es una economía de la sumisión que se basa en la renuncia al justiprecio. El esclavo renuncia a la libertad a cambio de una falsa sensación de seguridad. Se hace cómplice, a sabiendas, y asume su condición por un hueco en el pesebre. Cuando encarga algo por Amazon, o pide que un rider le lleve el bocata de chopped, está comprando el pack completo. Su primer contrato premium lo firma con una gota de sangre.

Los que contratan a los mercenarios para que asalten el buque mercante y vacíen sus bodegas llaman libertad de mercado y economía de escala al saqueo y reparto del botín. Si la docena de huevos, que cuesta producir 3 euros para consumo propio, se vende más barata, es por la magia potagia del sistema. Todos los recursos utilizados, todo el ahorro y la inversión, todo el trabajo, todas las comisiones y todos los impuestos desaparecen si se pronuncian las palabras mágicas: ¡libertad de mercado, competencia y economía de escala!

Leyendo lo que gana un rider y las distancias que recorre con su bici para llevar los pedidos, no podía por menos que hacerme cruces. Tengo calculado, desde siempre, lo que me cuesta entrenar y acumular kilómetros para coger algo de forma, y no baja de los los 0,20 céntimos. Un ciclista que aspirar a ser profesional entrena 30.000 km para poder competir con dignidad 5.000, con un coste de 7.000 euros. Sumada la cuota de autónomo y el IVA en proporción, la factura mensual no baja de 1.000 euros. Ni siquiera les llega para el bocadillo de chopped que transportan.
La moraleja del cuento ya la hemos enunciado en una anterior ocasión. La economía parasitaria colapsa cuando fallece el anfitrión. Los conductores de Uber y los Riders de empresas como Deliveroo sostienen la pirámide debajo del agua….mientras aguantan la respiración. Cuando se quieren dar cuenta, han muerto en combate y están desaparecidos: mojados, arruinados y endeudados.

© Belge