Esta semana iba a escribir un artículo sobre bolsa pero, aunque no suelo hablar sobre otros temas, como historiador y como persona que le gusta usar el método científico en el pensamiento, no he podido evitar escribir unas palabras respecto a algo que lleva años molestándome; se trata de la mentira, de la creación de noticias falsas.
Cualquier persona puede tener unas ideas, y con una base solida, es decir, con premisas veraces, puede crear una hipótesis; pero si las premisas no son veraces, toda la hipótesis resultará falsa. Una hipótesis (recuerdo lo que es), no es otra cosa que una suposición hecha con unos datos. De ahí la importancia de la veracidad de los mismos.Cada uno es libre de tener una opinión o unas creencias, pero inventarse algo o manipular la realidad o la historia para que se ajuste a tu opinión o creencias me parece algo deleznable.Cuando estudiaba prehistoria siempre salía a relucir el caso del hombre de Piltdown, un fraude que tuvo mucho tiempo engañados a científicos del momento hasta que se demostró que no era el eslabón perdido, tan solo una manipulación, un engaño; los que perpetraron ese fraude no querían aceptar que los fósiles más antiguos estaban apareciendo en África y quisieron manipular la realidad para que se “ajustase” a sus convicciones, exactamente el mismo proceso que veo día a día en personas que siguen una política como si de un dogma se tratase.Lo que me sorprende de la sociedad en la que vivo es que, una cosa, una noticia o un comentario, se demuestra que es un fraude y la gente sigue apoyando a los que han cometido el engaño. Quizá si se viesen las cosas bajo un prisma más científico no se caería en ese error.Creo que la invención de noticias falsas con la intención de convencer a las personas para que compren unas ideas o sigan un dogma tendría que estar penado por la ley (desconozco si lo está o no, pero aún así, aunque exista una ley para ello, desde luego no está funcionando).Incluso sin usar el método científico, simplemente el sentido común, uno no creería o seguiría a una persona, un grupo, un partido político, o lo que sea, si se demuestra que se dedica a engañar o manipular en un intento de crear una realidad paralela ( o “para lelos”) que se ajuste a sus ideas. O así debería ser.Quizá resulte más fácil o más comprensible para algunos si mirasen a esos políticos o grupos o personas o medios de información que manipulan las noticias, como si de amistades se tratase. ¿Mantendrías la amistad con alguien que te miente? ¿alguien que monta una escenificación para convencerte de sus ideas? No sé, pero personalmente, no me gusta que me tomen el pelo y me sorprende que haya tanta gente que le de lo mismo.Todos tenemos una parte de responsabilidad en las cosas que suceden y, si consientes el engaño ¿cómo vas a quejarte cuando seas engañado?(Visited 321 times, 1 visits today)
Artículo impresionante, que suscribo. La Prensa, que siempre tuvo que luchar contra propaganda y manipulaciones, ha entrado de lleno en una nueva dimensión. Y no es un problema menor: en Rwanda, una sola emisora de radio provocó un genocidio con cerca de 1 millón de víctimas.
En el año 93, escribí un artículo para una revista de Mapfre, titulado Casandra. El tema que mencionas también era el hilo conductor de mi Tesis. No es casualidad: teníamos una asignatura de Historia sobre la metodología. Muy riguroso, todo, sin alegrías, ni literatura. Como analizar los hechos, minuciosamente, verificando las fuentes y el contexto.
Cuento esto, porque desde 2002 que vengo siguiendo/analizando/estudiando la evolución de la Hoja de Ruta separatista….la sensación es de estar condenado como Casandra a explicar/alertar en vano ….la retórica política (propaganda) ha sustituido la verdad de los hechos. Importa más el que la ciencia: da igual si es mentira, lo importante es conseguir votos y adhesiones
El Mito de Casandra es la impotenica de la ciencia, de la verdad, de la información, de la Historia, del conocimiento en definitiva….La credulidad anula la credibilidad….En el Reino de la Mentira, los Dioses manejan los hilos de los pobres mortales