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UBER: ¿Qué hubiera dicho Jesús Cristo?


El famoso poema del pastor luterano Martín Niemoller, atribuido al dramaturgo Bertold Brecht, fue en realidad un sermón que bien pudo titular: la confesión. “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.”

Los mecanismos de solidaridad entre los miembros del cuerpo social determinan la fortaleza de esa sociedad y su capacidad para resistir toda suerte de adversidades.  En un entorno ideológico y cultural que promueve el atomismo social, sobran los motivos para no solidarizarse con los demás.

 

“Cuando los nazis piratearon a los músicos,
guardé silencio,
porque yo no vivía de la música.
Cuando arruinaron los cines,
guardé silencio,
porque yo no iba al cine.
Cuando cerraron las librerías,
no protesté,
porque ya no compraba libros.
Cuando vinieron a por los taxistas,
no pronuncié palabra,
porque yo no era taxista.
Cuando finalmente callaron los periódicos,
ya no había nadie a quien informar”

En un entorno de deflación como el que nos ha impuesto Alemania desde el año 2008, lo más sencillo es recelar de los demás y buscar el provecho inmediato. Si el precio de las cosas baja, aquellos que mantienen intactas sus rentas consiguen más por menos. Lo hacen a costa de aquellos empresarios que tienen que echar el cierre, de aquellos inversores que tienen que liquidar sus activos, de aquellos colectivos que tienen que renunciar a ejercer sus legítimos derechos.

La cultura mercantilista de los protestantes, desde el final de la Edad Media, aborrece del Justiprecio de los católicos. De nada sirve explicar que el kilómetro que recorre un coche tiene un coste fijo, ya sea con licencia de Taxi, con licencia VTC, o como simple particular.  El mantenimiento de las infraestructuras supone otro coste fijo, que corre a cargo de todos los vecinos, y el porcentaje de personas que sufren un accidente de tráfico es atendido con los impuestos de todos los contribuyentes.

P.D.  Cambiaré de opinión sobre UBER el mismo día en que uno de sus coches franquiciados acuda a prestar servicio a los vecinos de cualquier pueblo de Teruel con las mismas facilidades que a un ciudadano de Barcelona o Madrid.

El desafío de UBER a la Justicia Española


De aquellos polvos estos lodos. En 2014, analizábamos que el abierto desafío de la multinacional UBER a las resoluciones judiciales cegaba la vía a cualquier fórmula de acuerdo entre el gremio de los taxistas y las nuevas plataformas de transporte desregulado. Aquí uno de esos textos que anticipaba el inevitable encontronazo.

“¿Está desafiando abiertamente UBER a la Justicia española?

Prepotencia. Pocos casos tan esclarecedores a la vez que esperpénticos como el que brinda la actualidad en torno a la prohibición en España de la multinacional UBER. Los directivos de esa empresa, refugiados en algún lugar de EEUU, han decidido desacatar las resoluciones de la Justicia española.

(El juzgado mercantil número 2 de Madrid ha ordenado el cese cautelar de actividades y la prohibición de la aplicación en todo el territorio nacional. No es primera vez que la multinacional desacata abiertamente una decisión judicial y desafía la soberanía política y jurídica de los países en los que desembarca. El cuento de la economía colaborativa esconde prácticas contrarias a la libre competencia. Dicho de un modo sencillo, lo que las empresas americanas pueden hacer en el resto del mundo, las empresas europeas no lo pueden hacer en EEUU. )

La aplicación UBER permite a cualquier ciudadano usar sus vehículos particulares como taxis sin pagar impuestos. A pesar del grave riesgo que hacen correr a los pasajeros, por no respetar ninguna de las normas de seguridad básicas, el ahorro que consiguen los clientes no es especialmente significativo.  A pesar de la nefasta Comisaria Europea de Agenda Digital, Neelie Kroes, la prohibición de la aplicación UBER sigue haciendo camino en la UE. España se ha sumado a países como Bélgica, Holanda y Francia en defensa del sector regulado del Taxi y del Transporte.

Los asombrados espectadores de unas y otras cadenas de televisión han podido asistir al “experimento” de contratar un servicio de taxi a través de una plataforma P2P prohibida expresamente por un juez. Y seguramente la pregunta unánime que se formulan es porque Hacienda no se dedica a cazar a los conductores que ejercen de manera ilegal como taxistas, poniendo en grave riesgo la vida de sus pasajeros como se pudo observar en las imágenes de televisión. El valor de una sanción ejemplar hecha pública supera con creces cualquier edicto de los tribunales.

Desde la plataforma que se dedica a esa forma moderna de piratería, directivos anónimos vierten lágrimas de cocodrilos en forma de comunicados de prensa. Señalan que la decisión del Juzgado de los Mercantil 2 de Madrid es desproporcionada y discriminatoria y no piensan acatarla. Por si acaso, los “valientes” responsables de UBER que se burlan abiertamente de la Justicia y del Gobierno no aparecen por España cuando declaran que “su” propia ley está por encima de la legislación española. Una actitud mafiosa que ilustra mejor que ningún discurso los verdaderos riesgos de aprobar el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE.

¿Crees que el gobierno debe perseguir a los conductores que usen la aplicación UBER? ¿El riesgo del abierto desafío jurídico planteado por una empresa americana obliga a sancionar de un modo ejemplar y disuasorio a los conductores para evitar males mayores? ¿Las nuevas formas de piratería y economía sumergida obligan a actualizar las estrategias defensivas?”

(C) Belge (diciembre 2014)

P.D   La lógica del transporte colaborativo, en este otro análisis de 2015

UBER, kilómetro 0

La idea que transpira Madrid es que los ciudadanos se pasan el día circulando con el coche o viajando en el Metro. Es suficiente que se corte el tráfico rodado, como ocurrió en Bruselas el pasado 22 de marzo, para que una Ciudad entera se paralice. El sistema de gestión compartida del kilometraje urbano despliega la lógica oculta de un entorno que ha crecido hasta su límite natural. No caben más coches en las ciudades.  El aro de la M-40, si es que finalmente mide los 40 kilómetros prometidos,  se colapsaría definitivamente con 100.000 coches parados. Lo mismo con la M-30, la M-50 y con las casi 40.000 calles que componen el entramado viario de esos 600 km2 que llaman Madrid.

En teoría, una metrópoli como Madrid en la que tienen su sede el 40% de las 5.000 mayores empresas de España http://www.iberinform.es/Noticias_Iberinform/noticia/mitad-empresas-espana-ranking-5000-madrid-2009.html  genera suficiente actividad para mantener ocupada a una población de más de 3 millones de personas oficialmente censadas.  Pero de la teoría a la praxis, se plantea una serie de problemas logísticos. Ni los 3 millones de ciudadanos que viven extramuros pueden acceder con su coche a Madrid sin preparar un atasco monumental,  ni los 3 millones de habitantes de Madrid pueden sacar su vehículo del aparcamiento sin colapsar el tráfico.

La de UBER es un poco la misma lógica surrealista e interesada que impulsó a construir miles de compartimentos poco o nada estancos en los espacios públicos para “proteger” la salud de los no fumadores, en lugar de prohibir fumar. En lugar de favorecer el uso del transporte público y del taxi, se crea un incentivo perverso a la compra de vehículos privados infrautilizados con el pretexto de usarlos en común de un modo más eficiente.  Huelga decir que ganan los fabricantes de automóvil, los productores de petróleo, los intermediarios financieros y pierden consumidores, trabajadores y habitantes de las ciudades.

Por su interés, recomendamos la lectura del siguiente artículo:  http://www.publico.es/actualidad/uber-capitalismo-radical-disfraza-economia.html