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La Falacia de Peter


En el arte de la guerra,  Sun Tsu nada decía de los francotiradores  ni de los quintacolumnistas, pero algunos conceptos se deducen de los principios generales. Cuando el enemigo avanza, nos retiramos. Cuando el enemigo para y acampa, lo molestamos. Cuando el enemigo trata de evitar el combate, atacamos. Cuando el enemigo se bate en retirada, lo perseguirnos. Todo español nacido libre lleva un general  Quinto Fabio Máximo escondido detrás de la sonrisa, dispuesto a hacer de la indisciplina militar un arte.  Lo recordaba Pérez Reverte en una columna reciente, a propósito de las gestas de los soldados españoles en Francia y Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.

Decía en un análisis anterior que es un error dar por hecho que los empleados y directivos de una Organización, por símil con los soldados y oficiales de un Ejército, persiguen el Bien Común y el Provecho Propio.  La mayor parte de las guerras comerciales las ganan los traidores  y agentes dobles cuidadosamente infiltrados en las empresas. Un empleado que asciende hasta su nivel de incompetencia es casi siempre un quintacolumnista empotrado en la organización por la competencia.

Cazar un topo multinick no es tarea sencilla. Suelen esquivar los cepos del hortelano y no se dejan envenenar fácilmente. Se saben en terreno enemigo y no bajan la guardia.  Para tener éxito en su trabajo, un Community Manager necesita más paciencia que un agricultor. Y mucha imaginación para renovar estratagemas y aplicar las reglas de un juego sin reglas. Para ser el Mejor Community al Oeste del Mississippi, además hay que disfrutar trapeando Trolls tanto como un oso en una colmena.

Hacía pocos días que había cruzado el Mississipi, y me encontré de sopetón con una partida de caza mayor. No conocía entonces al Jefe de los Indios ni me imaginaba cuáles eran sus planes, pero estaba decidido a emular al mismísimo David Crockett.  Mi predecesor, que sufría cada jueves los siete males para redactar un newsletter que se mandaba a los suscriptores de la web, procuraba  anotar algunas ocurrencias de los foreros.  Yo vi una herramienta útil para hacer periodismo y rastrear la información financiera real sumergida en los foros. Era trabajoso pero duró poco. A los pocos meses habían suprimido la sección, y los lectores se quedaron sin noticia de cómo los Indios asaltaban la Colonia fortificada.

Al topo de los indios lo cacé un año más tarde. No conocía la fábula de la zorra y el cuervo de La Fontaine y acabó soltando el apetitoso queso.  Fue un juego de niño descubrir la identidad del directivo que le había filtrado la mayor (y única) exclusiva  que ha publicado en toda su carrera profesional.  Aunque cuando se descubre a un topo, hay que tener más paciencia que nunca para que nos guíe hacia su nial.

Cuando los Indios vieron que alguien les seguía el rastro, caparon algunas de las herramientas disponibles que permitían triangular e identificar a los Trolls más activos. En muchas webs en España, estos usuarios pueden llegar a registrar más de 100 cuentas falsas.  A pesar de la retórica oficial, cuesta entender que la “protección de datos” de los usuarios pueda llegar a amparar la profusa creación de identidades falsas para mentir, amenazar, difamar y lanzar bulos en las RRSS.

Nuestro topo multinick  usaba varias máscaras para meter cizaña en los foros, creyéndose amparado por el anonimato. Lo que nunca supo es que le descubrí muy temprano, cuando cometió el error de pedirme unos datos personales que a los pocos días aparecieron publicados en los Foros de Marca. Nunca supe muy bien el motivo de la obsesión del Topo con ese periódico deportivo, pero me resultó muy útil para conocer el tipo de información sesgada que le había comunicado a los Directivos de la empresa.

(sigue)