Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Mateo 7:15-18
Vaya por delante una confesión: no sé qué es exactamente el Eje franco-alemán.
No sé quienes lo componen, desde cuando actúa, ni siquiera me resulta claro cuándo actúa y cuándo no, a medida que cambian los presidentes. Tampoco sé siempre en qué asuntos está metido y en cuales no… pero, como dicen a veces los físicos: es necesario que exista para que la realidad tenga sentido.
El eje franco-alemán sería un poder que busca el control de los gobiernos de Francia y Alemania sobre Europa. Y, a través de Europa, la primacía en el mundo. Es decir, un poder que tendría como enemigo a cualquiera que se enfrentase a Francia y Alemania en Europa. O que haga sombra a la UE en el mundo.En Europa sería partidario de una Italia políticamente disfuncional que justifique que las decisiones se tomen desde la UE. De una Grecia caótica en la que gobierne Syriza, para que todos estemos de acuerdo en que Alemania le debe ajustar las tuercas y marcar el camino. Partidaria de una España dividida en partes como Checoslovaquia o Yugoslavia, una España que derive en nación de naciones para acabar convirtiéndose en un conjunto de pequeñas naciones (no en vano el nacionalismo nace y se hace fuerte… en las regiones fronterizas con Francia). De un Reino Unido que, o se fraccione empezando por Escocia, o se vaya de la UE…
Sería un poder que, dada su pequeñez, Alemania y Francia apenas suman unos 150 de los 500 millones de europeos (un 30%),
ha optado por estrategias anti. No se centran tanto en su propio crecimiento como en la capacidad de desbaratar los planes ajenos. Y, como tal, vivirían en una eterna hipocresía disfuncional: no tomaré ninguna medida práctica, demonizaré a quienes las intenten tomar, y no dudaré en utilizar todo mi poder para boicotear las medidas ajenas.Esta sería la posición de Europa respecto de la Guerra de Iraq, respecto de Palestina, respecto de Venezuela… Se apoya nominalmente la democracia y los derechos humanos. Pero se hace hipócritamente, ya que luego se tacha de belicista y criminal a todo aquel que pretenda hacer algo práctico para defender esos valores. Si Rusia, Cuba o China invaden y someten por la fuerza a los venezolanos, se pide democracia de forma abstracta. Si EEUU propone hacerles frente, se boicotean sus propuestas y se le acusa de no querer la paz.En España, a esta posición hipócrita que valida en la práctica los logros de los agresores y erosiona la respuesta de quién intentan hacerles frente, se le denominó equidistancia: comparar dos acciones como si no existiesen implicaciones morales, equiparando en la práctica a agresores y víctimas. Y en el mundo ha venido a denominarse como multilateralismo: que valga lo mismo lo que diga una dictadura militarista que una democracia. O, en la práctica, que las dictaduras puedan hacer lo que quieran a partir de un criterio de hechos consumados pero las democracias no puedan actuar para ponerles freno.
Los medios de comunicación serían uno de sus objetivos principales. Utilizándolos para sembrar desde ahí peligrosos prejuicios. Antiamericanismo, antiespañolismo, antiimperialismo, equidistancia entre agresores y víctimas, permisividad ante nacionalismos y totalitarismos de izquierda o islámicos, multilateralismo, multiculturalismo, corrección política bloqueante… una infinidad de prejuicios que, como aprendices de brujo, manejan de forma partidista aprovechando su influencia en los medios de comunicación. Sigue leyendo El eje franco-alemán, por sus frutos los conoceréis →
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