Archivos de la categoría Análisis Económico

La estafa del euro explicada a un camarero español


 

A veces se gana y a veces se aprende.  La sentencia que encabeza este análisis estaba impresa en la servilleta de un bar asturiano auténtico. La bollería era casera y la sonrisa, natural. Es un extraño viajar por aquellas tierras del norte que conservan un no sé qué del pasado reciente.  Es como volver por unas horas a conocer el valor de las cosas que se pagaban en pesetas de ley. En los últimos y largos 10 años, a los ciudadanos españoles les ha tocado aprender que lo que Alemania finge regalo se lo cobra en carne y en oro. La Unión Monetaria y el Euro han reconvertido España en un país de camareros improvisados al servicio de hooligans británicos y borrachos alemanes.

Por razones tácticas, al gobierno le toca presumir de creación de empleo y recuperación del PIB, pero la realidad estadística es ambigua; en los últimos meses, 3 de cada 4 empleos creados en España han sido de camareros en zonas de gran afluencia turística, pero en el resto de España, muchos bares y restaurantes han tenido que echar el cierre por falta de clientes. ¿Cómo es posible que, bien entrado el verano, las terrazas de muchos establecimientos, en las que había que pedir la vez, sigan desoladamente desiertas?

A los economistas les gusta falsear los hechos significativos con planteamientos académicos  que conducen siempre a los mismos callejones retóricos.  Huyen de la evidencia. La pregunta pertinente sería: si los bares ganaban dinero y pagaban a sus empleados salarios mayores que los actuales, ¿por qué ahora venden mucho menos y tienen que despedir empleados?  Si ganaban dinero con un café a 75 pesetas, ¿cómo es que lo pierden sirviéndolo a 225 pesetas, tres veces más caro?

Hace 27 años, solía coincidir en el gimnasio el cocinero del bar donde iba a comer.  En aquella época, a Fernando le parecían muy pocas las 300.000 pesetas netas que ganaba al mes y soñaba con coger un local en  Benidorm.  Pero por más que miraba los anuncios en los periódicos, no le salía nada decente o simplemente asequible.  Acabó por dejar las cocinas del Mesón de Castilla para hacerse cargo de los menús  de la cafetería del Hospital de Nuestra Señora de Sonsoles.  Allí le seguí viendo unos años, hasta que perdí definitivamente el rastro.  El crecimiento económico de los 90 trajo consigo una subida notable de los salarios y de los costes laborales en el sector de la hostelería. En consecuencia, camareros y cocineros de mudaban con facilidad de un establecimiento a otro, y muchos eran los que intentaban dar el salto y abrir su propio bar.  Era relativamente frecuente encontrar municipios de 2.000 habitantes con 20 bares en activos.

Spanish way of life

En un sector tan  intensivo en mano de obra como es el de la restauración, los ratios son fundamentales.  Un establecimiento de tipo medio (50 mesas equivalentes), que trabaje las 6 franjas clásicas (desayunos, aperitivos, comidas, meriendas, cenas y terraza),  necesita abarcar más de 6.000 horas al año, con una docena de empleados, para satisfacer el estándar de lo que sería el Spanish Way Of Life.

 

El Spanish Way Of Life es un concepto teórico que no tiene  precio. Su intuición es de sentido común.  Un cliente español que desayune en el bar, se tome su ronda de caña, se quede a comer, eche la partida, acuda a cenar y aguarde en la terraza que baje el calor, se habrá pasado en el establecimiento un tiempo considerable, habrá consumido X kilos de alimentos y se habrá gastado una pequeña fortuna.

¿Cuál es el VALOR básico del SWOL teórico, al margen de la unidad monetaria que se use?  La respuesta es relativamente sencilla.  Son 1000 kilos de productos por cliente,  multiplicado por un coeficiente tributario, más un coste laboral mínimo anual equivalente a 250 veces el SMI, dividido por la capacidad del establecimiento. En nuestro ejemplo, dicho ratio sería el resultado de dividir 250 SMI por 200 clientes permanentes.

En 1990, el SWOL teórico de un establecimiento con 50 mesas (25 dentro y 25 fuera) era inferior a las 200.000 pesetas anuales.  En 1999, el SWOL era inferior a las 300.000 pesetas anuales. En 2004, dos años después de adoptar España el Euro como moneda oficial, el SWOL roza los 4.000 euros anuales.  En la actualidad, supera los 4300 euros anuales. Por lo que se deduce que el SWOL de un ciudadano español tipo de clase baja equivalía al 13% de sus ingresos brutos de 1990, pero ascendía al 30% en 2004 y a cerca del 40% entre 2010 y 2015.

Del concepto se derivan una serie de corolarios. El principal, tal vez, es que si se dispara el SWOL en una proporción de 1 a 3 en pocos años, el dueño del negocio necesitará compensar la caída de la clientela con un fuerte incremento de la rotación. En buena lógica, en el perímetro de un municipio o de un barrio ya no cabe el mismo número de bares y cafeterías. La segunda es que la fuerza laboral del sector tenderá a desplazarse a aquellas zonas o regiones que garanticen una fuerte rotación de la clientela y soporten una merma de la calidad del producto y una marcada subida de los precios. El bar que daba trabajo a 12 personas ha reducido su franja de actividad, ha despedido a camareros y cocineros cualificados, ha subido los precios y ofrece peores productos, pero el tercer corolario que se deriva del análisis del concepto es, sin duda, el más perverso.  El cliente, que ha dejado de sentirse cómodo con el servicio ofrecido, pasará menos tiempo y gastará menos dinero en ese tipo de establecimiento que ha descapitalizado su modelo de negocio.

La falsa moneda expulsa la verdadera

Con la entrada de España en la Unión Monetaria,  la falsa moneda ha expulsado la verdadera. El turista, que desayuna bollería industrial saturada de grasas insanas,  bebe cerveza para emborracharse, come paellador y pizza congelada, se sienta pleno sol con 40 grados,  cena a las 7, y monta broncas a las 12 de la noche, ha sustituido al genuino cliente que daba su valor de mercado a un bar.  El turista está dispuesto a pagar el doble y acepta que le sirvan sucedáneos de cualquier producto.  Los camareros de aluvión, mal pagados, no saben lo que es un café con hielo ni, por supuesto, como se tira una cerveza, y los cocineros improvisados nunca aprenderán a guisar unos callos, un sencillo cocido o unas tristes lentejas.

 

El SWOL está desapareciendo como patrón de valor. En muy pocos años, su valor teórico habrá superado el 50% de los ingresos de una clase media empobrecida.  El estándar de vida universal que en 1990 costaba 500 pesetas, y se podían permitir los ciudadanos más humildes, en 2020 superará los 50 euros por día. En consecuencia, las cafeterías y bares serán reconvertidas en locales de paso en los que unos toman café aguado con pasteles de Mercadona  y otros se emborrachan con cerveza barata.

Desde un punto de vista empresarial,  un bar es el típico negocio familiar que se ha vuelto completamente inviable con el Euro como moneda. Para mantener a flote su balance, necesita que sus 200 clientes “permanentes” se gasten un mínimo de 6.000 euros al año o que el mercado soporte una intensa rotación.  Con los salarios más frecuentes que se pagan en España desde el año 2001, es algo materialmente imposible.  El coste por cada una de las horas de las 6 franjas de negocio supera los 200 euros. Un euro por cada cliente potencial.  Los bares de media España cierran cada vez más pronto y abren cada vez más tarde: en los próximos años se habrán perdido cerca de 1.000 millones de horas de trabajo productivo en el sector.

 

La crisis del sector hostelero encierra una extraña paradoja económica y empresarial.  Bares y cafeterías han pagado mayores salarios a sus empleados en los años 90 que en los últimos 15 años , a pesar de que su facturación en pesetas era forzosamente menor.  El típico local de barrio, explotado de 12 a 12 por una misma unidad familiar de 4 o 5 miembros,  dejaba 1 peseta de ganancia neta por cada 2 pesetas facturadas. El mayor margen de beneficio lo dejaba la humilde tasa de café de la sobremesa. El coste del producto y de la energía representaban el 15% del PVP, de modo que con solo 100 clientes al día el bar se garantizaba unos ingresos anuales de 1 millón de pesetas.

La función del clásico camarero español, que se extiende hasta su sustitución progresiva al final de los años 90, no necesita mayor glosa antropológica. No es nada sencillo tirar correctamente una caña de cerveza o preparar un buen café, pero mucho menos estar atento al cambio de humor de cada cliente. Es un tipo de “mediador” social (Gate keeper) del que habla la Teoría de la Comunicación.

El Tratado de Maastricht, cuya mayoría de cláusulas se negociaron y firmaron con total opacidad, impulsó una fuerte corriente migratoria en el Sur de Europa a partir de la segunda mitad de los años 90.  La hostelería no resistió la tentación de abaratar costes laborales, especialmente en zonas de gran afluencia turística, y el camarero “mediador” tiende a ser remplazado por trabajadores de origen rumano e iberoamericano.  En la mayoría de las cocinas, el resultado fue absolutamente desastroso.

La explicación económica de la paradoja es sencilla.  El sector de la hostelería evoluciona parejo al índice de precios delos alimentos, el cual marca, en gran medida, el incremento de los salarios más bajos.  Sube el precio del pan y de los alimentos más básicos y suben los salarios de un modo equilibrado.  En cada momento de efervescencia económica y comercial del pasado reciente de España, subían los precios en las cafeterías y subía el sueldo de sus empleados.  De ese modo,  cualquier bar que diera copiosos menús del día por 900 ptas y copas por 500 ptas hace 25 años, ganaba dinero pagando 150.000 pesetas a sus camareros y 300.000 pesetas a sus cocineros.

Si al calor de los Juegos Olímpicos de Barcelona se comía a la carta por 2500 pesetas, en el año 2002 el precio de una cena ya no bajaba de 60 euros por comensal. Los españoles con salarios más básicos habían empezado a experimentar una brutal caída de su poder adquisitivo desde 1998, cuando se fijan las paridades de la Unión Monetaria y arranca la fase de anticipación al Euro y redondeo al alza de los precios.  Entre 1998 y 2003, el precio de muchos alimentos se multiplica por 3.

Deflación y pérdida de poder adquisitivo

El bosque del crédito artificioso instrumentado por Alemania para engrasar el lanzamiento del Euro no dejó ver lo que se cocía en los fogones. Camareros y cocineros cualificados se ven empujados a emigrar a la Costa Mediterránea en busca del nuevo El Dorado, al tiempo que el sector hostelero intenta afrontar el marcado descenso del número de clientes abaratando sus costes laborales y subiendo los precios.

2007 le da la puntilla a la Hostelería. La gestión de la crisis de la Unión Monetaria por el BCE destruye 5 millones de empleos en España y deja a la clase media en precario, pendiente todos los meses de pagar las letras de sus coches y la hipoteca de su casa. La ciudadanía sanea sus cuentas dejando de acudir al cine, a las peluquerías y a los bares.

En términos actuariales,  la Unión Monetaria ha provocado en España una caída del 75% del poder adquisitivo de los salarios. Es un experimento de una crueldad sin precedentes.  El Salario Mínimo Interprofesional de 1990 permitía a la ciudadanía más humilde pagar sus impuestos y llegar a final de mes, manteniendo su SWOL.  Para disfrutar del mismo nivel de vida, hoy, necesitaría ganar 3.000 euros al mes.

Del otro lado de la barra, camareros y cocineros ganan lo mismo o menos que lo que ganaban en 1990, pero atienden a jubilados subvencionados del IMSERSO, a hooligans británicos y borrachos alemanes. Su sueño de montar su propio bar o restaurante se ha esfumado.En resumidas cuentas, y a modo de conclusión del análisis, puede afirmarse de un modo rotundo que la Unión Monetaria, dirigida con mano de hierro por Alemania, ha arruinado en España el sector constructor, el sector inmobiliario, el sector financiero, el sector hostelero, el sector ganadero y el sector del comercio minorista.

© Belge

La estafa del euro explicada a un camarero (2)


La crisis del sector hostelero encierra una extraña paradoja económica y empresarial.  Bares y cafeterías han pagado mayores salarios a sus empleados en los años 90 que en los últimos 15 años , a pesar de que su facturación en pesetas era forzosamente menor.  El típico local de barrio, explotado de 12 a 12 por una misma unidad familiar de 4 o 5 miembros,  dejaba 1 peseta de ganancia neta por cada 2 pesetas facturadas. El mayor margen de beneficio lo dejaba la humilde tasa de café de la sobremesa. El coste del producto y de la energía representaban el 15% del PVP, de modo que con solo 100 clientes al día el bar se garantizaba unos ingresos anuales de 1 millón de pesetas.

La función del clásico camarero español, que se extiende hasta su sustitución progresiva al final de los años 90, no necesita mayor glosa antropológica. No es nada sencillo tirar correctamente una caña de cerveza o preparar un buen café, pero mucho menos estar atento al cambio de humor de cada cliente. Es un tipo de “mediador” social (Gate keeper) del que habla la Teoría de la Comunicación.

El Tratado de Maastricht, cuya mayoría de cláusulas se negociaron y firmaron con total opacidad, impulsó una fuerte corriente migratoria en el Sur de Europa a partir de la segunda mitad de los años 90.  La hostelería no resistió la tentación de abaratar costes laborales, especialmente en zonas de gran afluencia turística, y el camarero “mediador” tiende a ser remplazado por trabajadores de origen rumano e iberoamericano.  En la mayoría de las cocinas, el resultado fue absolutamente desastroso.

La explicación económica de la paradoja es sencilla.  El sector de la hostelería evoluciona parejo al índice de precios delos alimentos, el cual marca, en gran medida, el incremento de los salarios más bajos.  Sube el precio del pan y de los alimentos más básicos y suben los salarios de un modo equilibrado.  En cada momento de efervescencia económica y comercial del pasado reciente de España, subían los precios en las cafeterías y subía el sueldo de sus empleados.  De ese modo,  cualquier bar que diera copiosos menús del día por 900 ptas y copas por 500 ptas hace 25 años, ganaba dinero pagando 150.000 pesetas a sus camareros y 300.000 pesetas a sus cocineros.

Si al calor de los Juegos Olímpicos de Barcelona se comía a la carta por 2500 pesetas, en el año 2002 el precio de una cena ya no bajaba de 60 euros por comensal. Los españoles con salarios más básicos habían empezado a experimentar una brutal caída de su poder adquisitivo desde 1998, cuando se fijan las paridades de la Unión Monetaria y arranca la fase de anticipación al Euro y redondeo al alza de los precios.  Entre 1998 y 2003, el precio de muchos alimentos se multiplica por 3.

El bosque del crédito artificioso instrumentado por Alemania para engrasar el lanzamiento del Euro no dejó ver lo que se cocía en los fogones. Camareros y cocineros cualificados se ven empujados a emigrar a la Costa Mediterránea en busca del nuevo El Dorado, al tiempo que el sector hostelero intenta afrontar el marcado descenso del número de clientes abaratando sus costes laborales y subiendo los precios.

2007 le da la puntilla a la Hostelería. La gestión de la crisis de la Unión Monetaria por el BCE destruye 5 millones de empleos en España y deja a la clase media en precario, pendiente todos los meses de pagar las letras de sus coches y la hipoteca de su casa. La ciudadanía sanea sus cuentas dejando de acudir al cine, a las peluquerías y a los bares.

En términos actuariales,  la Unión Monetaria ha provocado en España una caída del 75% del poder adquisitivo de los salarios. Es un experimento de una crueldad sin precedentes.  El Salario Mínimo Interprofesional de 1990 permitía a la ciudadanía más humilde pagar sus impuestos y llegar a final de mes, manteniendo su SWOL.  Para disfrutar del mismo nivel de vida, hoy, necesitaría ganar 3.000 euros al mes.

Del otro lado de la barra, camareros y cocineros ganan lo mismo o menos que lo que ganaban en 1990, pero atienden a jubilados subvencionados del IMSERSO, a hooligans británicos y borrachos alemanes. Su sueño de montar su propio bar o restaurante se ha esfumado.

En resumidas cuentas, y a modo de conclusión del análisis, puede afirmarse de un modo rotundo que la Unión Monetaria, dirigida con mano de hierro por Alemania, ha arruinado en España el sector constructor, el sector inmobiliario, el sector financiero, el sector hostelero, el sector ganadero y el sector del comercio minorista.

(c) Belge

Los mitos de la Globalización totalitaria


Tres son los mitos sobre los que descansa la globalización: la oferta y demanda, la economía de escala y la división internacional del trabajo por especialización.  Sin volver al eterno debate entre libre cambistas y proteccionistas  – son liberales cuando van ganando y proteccionistas cuando van perdiendo – puede sostenerse que los 3 dogmas fundamentales de la civilización anglo luterana son de naturaleza inequívocamente religiosa. Que ni siquiera el propio Darwin fuera nunca darwiniano, lo acredita un hecho poco conocido: fueron todas las iglesias protestantes la que declararon una guerra sin cuartel a la teoría de la selección de las especies, al tiempo que la doctrina católica la aceptó sin dificultad.

Es un juego de niños demostrar sobre el papel que la famosa Ley de la Oferta y la Demanda es una tautología  (nadie puede comprar algo que no se vende) y buscar los abundantes ejemplos empíricos que invalidan la curva.  Ni siquiera es un caso particular que sirva para alimentar el debate académico, ya que en la práctica diaria se verifica que si la Demanda baja, baja la Oferta pero no el precio, y si sube la Demanda, suben el Precio y la Oferta.

Más sencillo aún es demostrar de un modo científico que la Economía de Escala es una superchería religiosa.  En la naturaleza, la resistencia del aire o fluido frente al avance de un cuerpo extraño no es proporcional a la velocidad, sino que se eleva al cuadrado.  Las leyes económicas no pueden invalidar las leyes de la física.  A medida que se incrementa la escala, algunos gastos por unidad producida tienden a 0, pero otros se disparan al cuadrado.  Por supuesto, los sacerdotes de la nueva religión dedican más tiempo a silenciar los hechos incontestables que invalidan su credo que a demostrar científicamente sus teorías.

De los 3 mitos de la globalización anglo luterana, la creencia en los beneficios de la especialización por la división internacional del trabajo es, sin duda, la más cínica.  La lógica bananera de los intercambios internacionales arrastra tal carga de corrupción política y tal reguero de crímenes impunes que cuesta tomar en serio el argumentario de sus defensores.  La ruina política, económica y moral del Proyecto Europeo tienen mucho que ver con el desarme arancelario que se aprueba a partir de 1993.

El balance de todas las magnitudes que se puedan analizar deja clara una evidencia que todos los políticos europeos reconocen en petit comité:  Alemania – el país más proteccionista de la historia europea – es la gran (y única)  ganadora de la UE.  Su joint venture táctico con China y con Marruecos ha dejado un saldo de 11 millones de empleos destruidos en el Sur católico de Europa, y un incremento catastrófico de su Endeudamiento  exterior.  No se puede sostener, con un mínimo de rigor, que Marruecos produce tomates de mayor calidad y menor precio que España, del mismo modo que es imposible defender que China sea capaz de producir, comercializar y distribuir a 20.000 km de distancia  mercancías con un precio que tiende a 0.

No es turismo, es una invasión


 

La economía debería ser la ciencia que estudia la consecuencia lógica de los incentivos perversos en el mercado. Todo sistema intervenido tiende a recuperar el equilibrio de una forma u otra. Pero a diferencia de otras instituciones humanas, los mercados son relativamente predecibles: es lo que propicia la especulación y el cálculo racional. La incidencia del turismo en el mercado inmobiliario español es un caso de libro.

Sentado a la sombra de un árbol en una plazoleta del Puerto de La Cruz en Tenerife,  en el verano de 2003, un anciano me dijo algo muy sorprendente: no conocía ya a más de 3 personas de su infancia en la ciudad que le había visto nacer.  Creo recordar que quedaban algunas casas viejas y debí pensar que aquellos solares debían valer una fortuna. Pero lo que contaba aquel hombre entristecido sobre la transformación de su pueblo es la constatación empírica, una vez más, de que la falsa moneda expulsa la verdadera.  Los contemporáneos de aquel tinerfeño acabaron por vender sus tierras, locales y casas al mejor postor y emigraron.

El caso de Tenerife no es muy diferente del de Mallorca, de la Costa Brava, de Málaga y de muchos otros enclaves turísticos del litoral Mediterráneo.  Millones de jubilados y turistas alemanes, británicos y escandinavos aprovechan la proverbial hospitalidad de la sociedad española para abusar de nuestras infraestructuras y bajos precios, y me molesta sobremanera que se permitan envidiar nuestras carreteras o nuestra sanidad pública.

Con la creación y diseño de la Unión Monetaria a la medida de las necesidades de Alemania, lo que se está observando con absoluta nitidez es que el Euro está funcionando como un tremendo incentivo perverso. No solo está afectando a la Economía y a los Mercados en la UE, hasta el punto de provocar recesiones y quiebras,  sino que está amenazando equilibrios fundamentales de la Política y de la Religión en todo el Continente.

La Deflación impuesta por Alemania a los PIGS tiene muchas lecturas.  En estos últimos 15 años, desde la desgraciada conversión al Euro, han pasado muchas cosas en la UE, y pocas de ellas pueden considerarse buenas o sanas. La prueba del algodón del carácter perverso de la Teoría de la Devaluación Interna (en los PIGS católicos y ortodoxos del Sur) es que se han sucedido una tras otra las crisis financieras, económicas, políticas y morales.  Desde el año 2004, no ha ocurrido nada bueno en la Historia del Proyecto Europeo: llevamos 14 años achicando agua.

No es turismo

El turismo era considerado un vector de comunicación entre los pueblos de Europa, con sus detractores y partidarios: en la última década, se ha convertido en la UE en una fórmula ladina de colonialismo patrocinada por los Ministerios de Exteriores.  El Reino Unido y Alemania descubrieron que les resultaba mucho más barato mandar a sus jubilados y ancianos a España que atenderlos en sus propias casas, y empezaron a usar la política monetaria europea para mantener hundidos los precios en Portugal, Italia, Grecia y España.

Pisos turísticos. Precios del alquiler

 

Con la recuperación económica en España, y la inestabilidad geoestratégica en los demás países del Mediterráneo,  los precios del sector inmobiliario están estallando el corsé impuesto por Alemania. La Deflación artificial del mercado inmobiliario español no está resistiendo el incremento de la demanda provocado por una economía digital P2P.  Ciudadanos suizos, daneses o británicos que pagan 3.000 euros de alquiler por pisos viejos en sus países han descubierto que pueden alquilar calidad en muchas zonas por debajo de los 1.000 euros. El negocio que están promocionando en secreto las clases medias de esos países, es que pueden alquilar un piso todo el año por menos de 10.000 euros, disfrutarlo durante meses, y alquilárselo a sus compatriotas 6 meses al año.  Han salido documentados en la prensa de países como Francia, casos de jubilados que viven 9 meses en España, y realquilan 3 meses el piso a sus vecinos y conocidos.

No es un fenómeno nuevo.  Listillos de la Pompeu Fabra, que ya he citado en numerosas ocasiones, presumían de haber vendido sus pisos en Barcelona en 2003 para irse a vivir de alquiler a Mataró. Poco a poco, muchos vecinos de Barcelona hicieron lo mismo, y ahora se encuentran en la tesitura que esos pisos vendidos a intermediarios extranjeros han sido transformados en apartamentos turísticos, con rendimientos opacos que pueden superar los 20.000 euros al año.

El PER del alquiler turístico

Los otros listillos, los ministros de Zapatero que alardeaban de PER para justificar su retórica política contra el sector inmobiliario, ahora callan como putas.  Es lógico: si un piso turístico bien situado renta 20.000 euros al año, por el método del PER alcanza un valor de mercado mínimo de 600.000 euros.  ¿Cómo encaja ese modelo con la Deflación impuesta y la famosa Teoría de la Burbuja? Pues sencillamente no encaja.  La libertad económica P2P que facilita cualquier APP ha servido para demostrar que la realidad del mercado y el valor de uso están muy por encima de los precios impuestos a la baja para favorecer la colonización de algunas regiones.  La gran diferencia entre el periodo 2003-2004 y el momento actual, es que un porcentaje significativo de la oferta inmobiliaria ya pertenece a esos jubilados e inversores alemanes, franceses y británicos.