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I love Trump


¿A quién no le gusta Homer Simpson?  Los analistas del futuro salvarán poca cosa de los escombros de la Cultura americana, a parte de la mítica serie de televisión Star Trek. La Historia de la globalización de EEUU va del capitán Kirk y su amigo Spock, al patriarca Homer Simpson y su jefe Monty Burns.  El Universo de Springfield es hoy tan fascinante como los mundos que exploraba el U.S Entreprise.

La elección de Donald Trump en las Presidenciales de noviembre ha dejado tan descolocados a sus detractores como a sus partidarios. La victoria de un outsider atípico y excéntrico es probablemente un caso único en los anales de las Ciencias Políticas. En pocos medios, exceptuando Inlucro.org, se acertó a entender y explicar lo que estaba a punto de ocurrir. Se repetía lo sucedido con el Brexit y la victoria electoral de Mariano Rajoy, hasta el punto que cabe preguntarse por el verdadero papel que están jugando los medios de comunicación en todo el planeta.

Aunque sea el chico más listo de la clase, no es razonable pensar que no existan instituciones que tengan un vivo interés en conocer las cosas que pueden ocurrir.  Buena prueba de ello es que los Servicios Secretos y los analistas rusos entendieron que la victoria de Hillary Clinton pendía de un hilo y su derrota podía ahorrarle a Moscú la vida de muchos de sus soldados. La pregunta es sencilla y directa: ¿como es posible que laa lectura relativamente obvia que hicieron los politólogos rusos no llegara, ni como simple reflexión, a las páginas de la Prensa Occidental?

Dos imágenes, dos iconos, que van de la peineta del mendigo americano a la mirada meliflua de Merryl Streep, del perdedor que se sabe feo a la ganadora perfumada que finge compasión y rebosa humanidad. La rabia política es una emoción mucho más poderosa que el odio, porque no busca ni el enfrentamiento ni la movilización social. El dedo levantado de los votantes de Donald Trump significa, literalmente: “jódete” y no es populista como escriben y repiten todos los memos.  Es hartazgo social.  El pueblo que ha votado en contra de la candidatura de la cínica y consentidora  Hillary Clinton, se ha cansado de las coartadas políticas y morales de los puritanos que fingen amar a los pobres y a los negros.

Crisis Subprime

La causa profunda por la que Donald Trump tenía opciones reales de ganar las elecciones hunde sus raíces en la gestión de la crisis subprime en 2007 y 2008.  Los pueblos aguantan estoicamente las penurias de una guerra y los sacrificios de una postguerra pero soportan mal los agravios de la bonanza económica;  no les gusta quedar relegados en las Fiestas.  El G-20 extraordinario de 2008 decidió que lo más urgente era salvar el comercio mundial y las comisiones que deja a los intermediarios, aún a costa de esconder las medidas proteccionistas de mayor alcance.  Se arbitró una suerte de Proteccionismo financiero de dos velocidades,  mediante la intervención y el control del crédito, que dejaba a la intemperie a las clases populares pero protegía a las élites sociales y empresariales.

La población no entendió lo que estaba en juego, y de esa falta de intelección ha nacido un sentimiento de frustración basado en la intuición de un agravio. Sabe que le han robado la cartera aunque no acabe de percibir cómo ocurrió. Entre el discurso liberal de la maravillosa globalización religiosa y económica y el cambalache de los sectores protegidos por “razones estratégicas” caben toda suerte de excepciones, subvenciones y ayudas encubiertas. Es lo que los anglosajones llaman “acuerdos  con el Cielo”.  Solo se puede entender una provocación como la del Muro con México, en ese contexto,  como la denuncia  de facto del Tratado de Libre Comercio de América de Norte (NAFTA).  El resto, pueblo llano, es solo la Carne de Cañón de unos Acuerdos  Comerciales que se firman en secreto y con más letra chica que gorda.

No es algo que ocurra solo en la América de Donald Trump. En la UE de Ángela Merkel, el desarme arancelario ha favorecido las importaciones chinas y la destrucción de empleo en el Sur Mediterráneo, y ha impulsado las exportaciones alemanas, suecas o danesas fuera de sus fronteras. En poco más de una década, Alemania ha triplicado sus exportaciones. La Deflación económica y financiera era muy buena….para los demás,  pero sin renunciar nunca a blindar la soberanía de su propio sistema financiero en casa.  Y sin necesidad de ir tan lejos, en España el gobierno consintió que Jordi Pujol firmara por su cuenta un acuerdo comercial bilateral con Marruecos para favorecer a los empresarios catalanistas a cambio de permitir una inmigración masiva. Si Donald Trump fuera español, tal vez se hubiera extrañado que el  país de origen presentara pleno empleo  y el país de destino, una tasa de paro del 25%. O que la tasa de paro de los ciudadanos de Marruecos duplicara la del resto de trabajadores extranjeros residentes en España.

La globalización de Merryl Streep, de Lionel Messi y de Pedro Almodóvar tiene, como se ve, más trampas que una vieja película de chinos. Pero está mal visto decirlo.  Está fuera de lugar decir que el cine o el fútbol cobran subvenciones multimillonarias, cuando todo el mundo sabe que son de interés general, y es demagógico afear que esta gente guapa y perfumada prefiera tributar en Panamá. El populismo, esa palabra del 2016 con minúscula, pone en jaque el progreso económico y en grave riesgo la Democracia Con Mayúscula.

Casarse por la Iglesia, juntarse por lo Civil


Cada vez que se publican las estadísticas relativas al número de parejas que se casan por la Iglesia o por lo civil, se reaviva el debate sobre la crisis de la Iglesia Católica. En España, en el primer semestre de 2016, se formalizaron 68.000 nuevos matrimonios y la mayoría, ante un juez.  Tan solo una de cada cuatro españolas se casa de blanco ante un altar. En lo que va de siglo, en pleno auge del islamismo más militante, el número de bodas que pueden definirse como “católicas” ha descendido del 75% (170.000) hasta poco más del 25%.

A pesar de las modas, y del carácter exótico de muchos eventos, conviene ser prudentes al analizar un fenómeno social complejo.  Es cierto que el catolicismo está siendo agredido simultáneamente desde varios frentes y no atraviesa su mejor momento.  Los historiadores comprobarán en el futuro que la elección de Juan Pablo II, primero, y de Benedicto XVI, no resultó demasiado acertada en un momento crucial.  Pero al margen de esa circunstancia,  hay motivos para pensar que es mayor la confusión y el ruido que un cambio más profundo en las creencias.

Las novias más jóvenes del siglo XXI sueñan con bodas espectaculares que resulten “inolvidables”.  Nada es demasiado “exótico”, pero todas acaban haciendo cosas muy parecidas y muy previsibles en los mismos sitios.  Un siglo atrás, sus bisabuelas no soñaban con celebraciones originales y excéntricas que fueran “inolvidables”,  sino  “un buen día”.   Se movilizaban familias enteras y los fastos del enlace podían prolongarse varios días.

Los ritos cambian, se adaptan a las circunstancias, pero suele permanecer la función social. Las jóvenes parejas huyen de la parafernalia y del coste que supone una boda religiosa, pero luego no dudan en encadenar 4 o 5 despedidas de solteros en los lugares más recónditos del país.  Viven tan cómodos su soltería de oro y publicidad que les cuesta mucho renunciar a ella.

El matrimonio, en Roma, es una institución que garantiza el cuidado y protección de la madre. Es una pieza fundamental de la Ciudadanía, al margen de cualquier consideración religiosa y antropológica. Dicha función, que sigue siendo tan importante  hoy como hace 2.000 años, es muy diferente al “emparejamiento” propio de las sociedades árabes.  Por simplificar y resumir: el matrimonio era propio de casas ricos y nobles, y el emparejamiento, cosa de plebeyos.  El auge de la Iglesia Católica vino a democratizar la institución, casando por igual a ricos y pobres.

Refutación de Bernard Henri Levy sobre el populismo


El populismo no es un brote de sarampión. Les jacqueries del siglo XVIII que trajeron la Revolución Francesa y acabaron con el Ancién Régime eran explosiones de rabia política provocadas por las malas cosechas y el creciente peso de los impuestos.  En pleno siglo XX, en Francia, Pierre Poujade era un simple comerciante que se rebela contra un sistema fiscal inicuo que castiga al mundo rural en beneficio de los urbanitas y sus voceros. Es por ello que se considera habitualmente el poujadismo un movimiento reactivo y conservador, frente a la Ilustración que ilumina a las Ciudades. Los Sacerdotes del Progreso, que siempre viven de la leva de impuestos, son los encargados de guiar al rebaño por el Camino correcto.

La tesis de Bernard Henri Lévy, el nuevo filósofo de mi infancia, cabe en el titular de una tribuna de opinión: el populismo es “sólo” un brote patológico que aqueja a una Democracia senil y acomplejada. Es la vieja teoría americana de la postguerra, popularizada por el cine, los medios de comunicación y las grandes agencias de prensa occidentales: el nazismo fue “sólo” el brote psicótico agudo de una sociedad alemana castigada torpe o injustamente por el Tratado de Versailles. Tony Judt, el gran historiador británico, ya denunció en su magna Postguerra  como el Ejercito americano ideó esa estrategia para “blanquear” a los distintos responsables y cómplices del mayor exterminio de la Historia de la Humanidad tras el “oportuno” fallecimiento de Roosevelt.  Fue así como la inmortal Viena de Las Luces, el verdadero foco del nazismo desde las postrimerías del siglo XIX, se convierte por arte de birlibirloque en “víctima” del populismo marxista y germano.  Enfermedad senil, si, pero de la vieja, aristocrática e ilustrada sociedad del Imperio Austro Húngaro.

En las trincheras y en los barros de la Primera Guerra Mundial, los perdedores y supervivientes de la mayor atrocidad de toda la Historia de la Humanidad provocada por capricho fueron tomando consciencia de que el enemigo no estaba enfrente, sino detrás de ellos. Se acabarían amotinando contra esas “élites” que se habían pasado 4 años de guerra asesinando a sus compañeros y amigos por la espalda. De modo que las penurias materiales de los años 20 no debieron ser nada en comparación con la frustración y resentimiento de ver  a los “ganadores” salirse con la suya y volver a subirse al Púlpito a sermonear al rebaño.  Y cuando la hoguera está caliente, cualquier material arde. El lema “el trabajo os hará libres” era una burla a los nuevos pastores de la República de Weimar.

Pero Bernard Henri Lévy se equivoca en lo básico, según nos parece. Los valores del marxismo luterano, que impregnan tanto la sociedad europea como la americana, son incompatibles con la Democracia Parlamentaria, tal y como acertó a analizar el propio Karl Marx en sus escritos. El populismo marxista se nutre de mecanismos y reflejos sectarios que potencian la cohesión en detrimento de la libertad. Ni el individuo libre ni mucho menos el sujeto político caben en ese tipo de organización militarizada.

 

La dialéctica del populismo cabe en el juego de manos de un pequeño aforismo. Si el Populismo fuera “sólo”, como señala BHL, la sustitución de la Razón Ilustrada por la Razón Demoscópica y la Canción mediática, entonces no habría ganado Donald Trump las elecciones en EEUU ni Mariano Rajoy en España.  La explicación de lo que se ha ido repitiendo a lo largo de 2015 y 2016 en regiones del mundo muy diferentes apunta, más bien, que a la “gente” no le importa ser pobre ni padecer penurias económicas si es libre , ni vivir encerrada y atada si se cree rica….pero no soporta saberse pobre y sentirse encerrada y acorralada.

© Belge 30/12/2016

¿Trae la Independencia una guerra civil a Cataluña?


El Desafío Soberanista, en marcha en Cataluña, es el enésimo episodio de las Guerras Carlistas. No ha pasado a mayores, de momento, porque ni a Francia ni a Alemania, ni al Reino Unido les interesa desestabilizar la región. De EEUU hablaremos otro día, tal vez cuando toque analizar sus extrañas estrategias geopolíticas en todo el Mediterráneo.

Leído en la Prensa una especie de análisis comentado del último informe de Convivencia Cívica Catalana sobre el coste que tendría para los pensionistas la Independencia y la ruptura de la Caja Única de la Seguridad Social, no me queda más remedio que analizar y publicar el que sería el escenario más probable. Tan predecible es, que cuesta imaginar un escenario alternativo.

La ruptura unilateral de la Caja Única, sin tiritas, supone la ruptura traumática del principio solidario de reparto. No se trata de una separación en el que un juez fije una pensión compensatoria para la mujer (economía catalana) y los desvalidos niños (jubilados).  De entrada, es un divorcio a hostias en el que los corruptos políticos y empresarios catalanistas se niegan a pagar sus deudas.  De hecho, ya han manifestado en ese sentido, y con total claridad, que no piensan reconocer y hacerse cargo de su parte (el 33% aproximadamente) del billón de euros de la Deuda Pública Global que suman Empresas, Familias y Administraciones.

La quiebra del criterio de reparto solidario llevaría a la nueva Hacienda Catalana a tener que hacer frente al pago de casi 2 millones de pensiones, con un desembolso cercano a los 30.000 millones de euros al año, y a España a tener que respaldar la totalidad de su Deuda. La consecuencia inmediata es que centenares de miles de pensionistas catalanes y ciudadanos intentarían cruzar la frontera y regresar a sus pueblos de origen, haciéndose pasar por españoles y votantes del PP de toda la vida. En buena lógica,  España no podría asumir ese esfuerzo y tendría que blindar la nueva  frontera.

La crisis humanitaria en territorio catalán tendría, a su vez, tres consecuencias más o menos directas. La primera sería una brutal caída de los ingresos turísticos reales (50.000 millones de euros de facturación) y del empleo; la segunda, traería el hambre y el racionamiento alimentario en Barcelona; la tercera sería el estallido de violentas revueltas entre facciones del independentismo, por un lado,  y un conflicto armado entre catalanes nacionalistas y catalanes españoles, por el otro.

El razonamiento que hacen los corruptos políticos catalanes, tanto los independentistas de baja intensidad como los radicales más significados, es erróneo por cuanto cuando postulan que el caos llevaría a las potencias vecinas a intervenir para separar a los contendientes y poner paz. Nunca en Europa ha ocurrido tal cosa, y los “mentes pensantes” del catalanismo no deberían contar la merienda ajena.  Nadie renuncia a sacar ventaja  primero y pescar en río revuelto.  Sobran ejemplos en la Historia reciente del Viejo Continente.

Los catalanistas Unitaristas no renuncian a alimentar el debate nacionalista con argumentos torticeros y tóxicos. No renuncian a sacar ventaja del pulso que se está librando y a conseguir un rédito de privilegios que les permita vivir del cuento durante los próximos 20 años.  Basta escuchar las primeras declaraciones políticas de los chicos de Ciudadanos, con Albert Rivera a la cabeza, para tener una idea clara de sus prioridades estratégicas.  “Vender” a la Opinión Pública que las pensiones públicas en Cataluña solo bajarían 144 euros al mes es tanto como blanquear y secundar toda la estrategia de Pujol y de los empresarios que patrocinan la aventura.

© Belge 28/11/2016