Cuatro años después, apurando la legislatura al límite de la embriaguez, la izquierda batasunizada de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez ha renovado su venal compromiso con Alemania y EEUU. Dos bochornosas sesiones de investidura han bastado para ilustrar lo que aquí y allí llaman democracia parlamentaria. Desde que Pedro Sánchez se hizo con el poder, abusando del artículo 113 de la Constitución, podría decirse que el parlamento ha estado legislando a puerta cerrada. Es más sencillo descontar los meses de normalidad institucional que sumar los meses que Pedro Sánchez estuvo gobernando en funciones, con una u otra excusa.
Durante dichas funciones, para animar a la claque socialista, el PSOE recurrió a los mismos monologuistas de siempre. Tiran de repertorio, no son muy originales, pero tienen oficio. En el fondo, el público es como un niño: le encanta escuchar siempre los mismos chistes. El más clásico de todos, a dos voces, sigue levantando al respetable de su butaca para aplaudir con las orejas: Si hay que ir (a la oposición), se va, pero irse (del poder) pa ná, es tontería. El que habla con voz profunda, cargada de autoridad, es Felipe González, y el que apostilla, Alfonso Guerra. El dúo Tip y Coll de la política española ya va echando años, pero cuando sacan a Page y Vara de teloneros, como que no es lo mismo.
¿Y qué me dice, Usted, de la Oposición? En realidad, muchos de los que critican el régimen constitucional del 78, también conocido como “Santa Transición al Feudalismo”, lo hacen porque no han caído en la cuenta que el Ministerio de Oposición no una cartera externa, sino implícita y latente. El Poder es Uno y Trino: El rey, el presidente y el ministro de oposición. En el fondo, si el cargo fuera explícito, y Alberto Nuñez Feijoo se sentara en el Consejo de Ministros, todos entenderíamos que la Carta Magna no es el comodín de la baraja, sino un texto sagrado, como la Biblia o Las Mil y Una Noches. Afirman que su autor pudo ser Charles Bukowski, cuando trabaja para la CIA en Langley, pero resulta asaz dudoso. Nunca estuvo tan borracho.
Son días de resaca. Despertamos y descubrimos que pecamos de ingenuidad cuando al final de La Sociedad Rota, escribíamos: “No es posible que consigan cobrarles 80.000 millones de euros a los contribuyentes sin la complicidad del Partido Popular. Elevaría la Presión Fiscal a la clase media en más de 8.000 euros por hogar cuando muchos de ellos solo llegan a final de los meses pares. Es una pura fantasía tributaria destinada a ganar tiempo y apurar la legislatura”. Craso error. Era una pesadilla. Errare humanum est.
P.D. La foto que encabeza el análisis siempre es actual. Da igual cuando la pongas.
Días de resaca
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