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La estafa del Euro explicada a una turista suiza

Los suizos no forman parte de la Unión Europea, ni tampoco de la Unión Monetaria. Tienen fama de neutrales,  pero por alguna razón misteriosa han tomado partido por los Acreedores del Norte de Europa frente a los Deudores del Sur. Su visión profunda de España la conforma la típica colección de tópicos poco elaborados. Somos derrochadores, poco trabajadores y todo lo que disfrutan en España se debe al generoso maná de los Fondos Europeos.  La Península Ibérica surgió del mar mediterráneo en 1986, con la firma del Tratado de Adhesión a la CEE.

El calvinismo es una doctrina patriarcal que ha causado estragos en la psicología evolutiva de las mujeres. Cuando viajan a España o Italia sufren un marcado trastorno de personalidad. Lo que perciben sus cuerpos no se corresponde con lo que consiguen razonar. Solo hay dos formas de entender que ser suiza es una enfermedad rara: vivir en Suiza o meterse en vena la filmografía completa de Alain Tanner.

Una amiga suiza se maravillaba, entre vino y vino, de la magnífica red de carreteras que los españoles habían construido con los Fondos de Cohesión. A sus 50 años, se ha bebido ya todo los que el ser humano ha sido capaz de destilar, por lo que no acierta a entender que en un país tan extraño como el nuestro, los ciudadanos han contribuido a pagar con sus impuestos la mayoría de las infraestructuras de las que gozan gratuitamente los turistas.  En Suiza, sin ir más lejos, pagan por todo.

Entre el 1 de enero de 1987 y el 20 de diciembre de 2017, los españoles han contribuido al Gasto Público con una cantidad equivalente a 10/12 veces el PIB nacional a valor de mercado.  La cantidad es mucho mayor si se tiene en cuenta los intereses compuestos de la capitalización, pero por simplificar el razonamiento lógico vamos a suponer que dicha renta de intereses ha permitido neutralizar la inflación y mantener constante el valor del esfuerzo fiscal.

En los últimos 30 años, España ha recibido de Bruselas algo menos de 300.000 millones de euros y aportado algo más de 215.000 millones. Es decir: con independencia de la metodología empleada en el análisis macro económico que utilicemos, desde la firma del Tratado de Adhesión hemos recibido del resto de socios de la UE una suma inferior a los 85.000 millones de euros netos. Esa suma representa  el 0,7% de todos los impuestos que hemos pagado a Hacienda y a las distintas administraciones del Estado.

Es imposible convencer a un calvinista suizo que no somos vagos y  que no hemos derrochado en juergas los 12 billones de euros que Hacienda ha recaudado desde 1987, pero si deberíamos esforzarnos por hacer valer la increíble eficiencia que nos ha permitido asfaltar 166.000 km de carreteras,  construir 2500 km de líneas de AVE, y tener una sanidad universal de calidad  con tan solo 85.000 millones de euros.

 

 

Pero en realidad, tampoco son 85.000 millones de euros netos lo que hemos recibido, con fondos finalistas condicionados. Muchos de los Fondos FEDER, sin utilidad real, han generado más gasto público redundante que beneficio. Si contabilizamos el coste punitivo de la Deuda Pública ocasionado por el creciente déficit comercial a beneficio de Alemania desde que formamos parte de la Unión Monetaria,  el balanza es negativo.  Los intereses que los contribuyentes españoles hemos pagado de más, por el incremento de la Deuda Pública ligado a la política del Euro Fuerte, duplican con creces los intereses que habríamos seguido abonando con la Deuda Pública en pesetas.

Son muchos los intereses creados en España por hacer creer a los españoles que “gracias” a Europa, España ha modernizado su economía y sus infraestructuras.   Ese mito tan burdo, difundido por los lobbies del nacionalismo, tiene como objetivo silenciar las críticas y que la sociedad española no se cuestione el balance negativo de su paso por la Unión Europea.  En 1987, el PIB de la economía española figuraba en un séptimo puesto en el ranking mundial y en 2017 no es miembro, por derecho, del G-20.  La renta media de los españoles era el 60% de los ciudadanos de la RFA, y hoy no llega ni al 50%.

Balance

El balance económico de la entrada de España en la Unión Monetaria cabe en un cuadro sencillo pero elocuente. Si se acompaña con un mapa de los 155.000 km de carreteras que ya vertebraban el territorio en 1985, mucho mejor. La pregunta pertinente es: ¿a qué ha dedicado la clase política en España los impuestos recaudados en los últimos 30 años? Dependiendo del tipo de análisis que se realice, es una cantidad equivalente a un mínimo de 12 veces el PIB actual. Nada menos que 13 billones de euros. La cantidad total que hemos recibido de Bruselas, a cambio de reconvertir nuestra industria, abrir nuestras fronteras y entregar nuestro mercado a los competidores, asciende a 85.000 millones de euros. El Coste de los interés pagados para financiar el déficit comercial de una adhesión mal negociada supera los 60.000 millones de euros.

  1981 1986 1993 2002 2008 2017
Carreteras (km) 80.000
(150.000)
85.000
(155.000)
90.000
(155.000)
130.000
(155.000)
160.000 166.000
Inversión en carreteras 2.000 MM 2100 MM 3300 MM 4.500 MM 5.000 MM 5.000 MM
PIB 35.000 MM 57.000 MM 105.000 MM 750.000 MM 1.150.000 MM 1.150,000 MM
Impuestos 10.000 MM 15.000 MM 30.000 MM 230.000 MM 420.000 MM 450.000 MM
Ingresos CEE/UE 0 0 6.800 MM 15.000 MM 11.200 MM 9.000 MM
Pagos CEE/UE 0 0 4.450 MM 6.600 MM 10.200 MM 11.000 MM
Saldo Neto Acumulado 0 0 2.350 MM 8.400 MM 1.000 MM (2.000) MM
Déficit Comercial 0 0 10.000 MM 10.000 MM 100.000 MM 25.000 MM
Coste anual Déficit Comercial 0 0 800 MM 400 MM 3.000 MM 500 MM

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