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La Revolución Puritana (28): la destrucción del Espacio Público

Entre lo que es Espacio Público, según Habermas, y lo que es Esfera Pública cabe algo más que un matiz. El propio filósofo rechaza la traducción del concepto original porque considera que el soporte, el canal y el marco configuran la Opinión Pública y la definen como sujeto activo de la acción comunicativa. Y tiene razón. El Espacio Público en el siglo XXI es ya tan diferente al que conocimos en el siglo XX que podría parecer que han transcurrido 100 años. Parafraseando a Marshall McLuhan, el miedo es el mensaje.

Así como el Sujeto, Verbo y Predicado componen la estructura elemental de cualquier lengua, la Locura, la Comunicación y la Fe son las tres dimensiones que articulan la sociedad humana. No es posible hallar un ser humano que no sueñe, que no haya nacido o que no tenga alma. Nacemos, vivimos y soñamos sin pedir permiso a nadie. Al mismo tiempo, como animales gregarios interpretamos pautas de comportamientos, observamos reglas y convenciones, respetamos las leyes que nos imponen.

Puedo comprarle a Habermas la idea de un Espacio Público Ilustrado que se derive del desarrollo de la Imprenta en el XVI y acabe pasando por el arco de la Puerta de Brandeburgo, pero chirría tener que pasar por alto la onda expansiva del Renacimiento Italiano en España y en Francia. Situar la modernidad en el Norte feudal del XVII se me hace extraño. Podemos borrar de un plumazo el Medievo, pero Roma ya sumaba un millón de habitantes hace 2.000 años. ¿Si el Coliseo no es Espacio Público, qué es?

El trailer que nos anuncian con tal estruendo que mete miedo nos muestra una Sociedad Digital al que le faltan dos dimensiones. Y un Espacio Público reducido al cartón piedra de un set de televisión. Así como el Live Aid de Wembley marcó un antes y un después en el devenir de la anglobalización, la esperpéntica censura al Presidente de EEUU durante las pasadas elecciones americanas augura el fin de la Democracia de la Representación. El cochambroso decorado se cae a pedazos. Nada envejece más rápido que los efectos especiales de una Serie B de ciencia ficción. ¿Dónde agoran los intelectuales de los que hablaba Habermas? ¿En Cuarto Milenio? ¿En Youtube? ¿Ese tal Rubius que promociona Twitter con disimulo es quizás el portavoz de la famélica legión de frikis llamada a ejercer de contrapoder en la Sociedad Digital?

La destrucción del Espacio Público – el de Roma, no el de Merimée – tiene como objetivo directo deshumanizar al ser humano para alcanzar una sociedad unidimensional. Los puritanos quieren amputar su alma y tratar la locura de soñar como una patología. Los musulmanes ya eran todos terroristas a los que había que vigilar, y ahora los católicos son peligrosos extremistas a los que hay que censurar para que no propaguen el populismo. En muy poco tiempo, creer en Dios y profesar que nos hizo libres será tipificado como delito grave. Tumbarán las cruces, quemarán las iglesias y sólo estará permitido el culto a Satán.

El Maligno es ingenioso y divertido: puede disfrazarse de cualquier cosa. Todo para mantener la atención de su audiencia. Es ecologista, feminista, animalista, globalista , laicista, y lo mismo puede declararse ateo que mediopensionista. Sabe que un hombre despojado de su alma es como un árbol sin su sombra: no tiene ninguna referencia para crecer.

(c) Belge
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