Decía el añorado José María Jiménez que no era lo mismo correr en el Norte que salir a ganar carreras en la Sierra de Madrid. De aquella entrevista que le hice, conservo un grato recuerdo. Con sus 19 años recién cumplidos, ya tenía algunos conceptos muy claros. Siguiendo el criterio del “Chava”, ese chico que no se atrevía a soñar con la gloria, hoy debemos recordar que no es lo mismo ir a ganar la Vuelta a Murcia o a Valencia que salir a pelear la Paris Roubaix.Sin desmerecer a nadie, el ranking de los mejores ciclistas de la Historia debe establecerse en base a las 10 mejores carreras, aquellas que todos desean disputar y solo unos pocos sueñan con ganar. Ranking de los mejores ciclistas de la Historia
Contaba un joven padre, por esos mundos de Twitter, que su ex le había demandado por no aceptar vacunar a sus dos hijos pequeños. Será un juez el que tenga que decidir si pesan más las dudas razonables del padre o los miedos de la madre. Es algo así como la versión 3.0 del viejo juicio de Salomón que la Biblia ha legado a la cultura universal. Pero aquí no cabe el atajo de dejar que opinen los niños, ni el subterfugio de administrar la pócima de Pfizer a la mitad para contentar a ambos progenitores. Para rizar el rizo, podría darse la circunstancia que el juez o la jueza hayan tenido que afrontar la misma cuestión de puertas para adentro.El juez del caso no puede eludir entrar en el fondo de un debate social que todas las instituciones se han dedicado a censurar. No es que de 12 a 18 años la voz de los críos tuviera peso específico, pero a los 15 años un adolescente ya puede rebelarse y patalear lo suyo. Al rebajar la edad de vacunación a 5 años, para blindar legalmente a las empresas farmacéuticas, la razón sanitaria se vuelve contradictoria. Las razones e intereses de los padres y de los educadores pueden no coincidir. ¿Qué derecho legítimo prevalece entonces?El funcionario togado que deba juzgar el caso no puede eludir el método científico, por más que busque parapetarse tras los informes oficiales de supuestos expertos. No puede hacerlo porque debe ponderar de un modo riguroso y objetivo si los niños corren mayor riesgo por contagiarse del COVID o por vacunarse. Para hacer correctamente su trabajo, deben determinar la tasa de mortalidad específica de las vacunas, pero los confusos estudios de los laboratorios no permiten conocer el dato preciso.En la sentencia final pesará más la sensación térmica que la propia temperatura objetiva. Si el juez percibe de forma nítida que el riesgo objetivo de mortalidad por la administración de las vacunas low cost de PFIZER o Moderna multiplica como mínimo por entre 10 y 50 el riesgo de fallecer por COVID, es probable que valore las objeciones del padre. En caso contrario, prevalecerá disfrazado de solidaridad el supuesto derecho a la conformidad social que pretexta la madre.Hasta aquí, lo que se plantea de un modo teórico en un mundo ideal. En la España real que nos toca padecer, el magistrado que dirima el caso buscará la estela dejada por otros casos similares. La abundante literatura que dejan estos pulsos y disputas será la coartada más cómoda para esquivar el peligroso debate de fondo sobre la ineficacia de la campaña de vacunación. Por más estadísticas oficiales que aporte el padre de las criaturas, mal abogado debería tener la madre para que el juez no falle a su favor.Lista de países en el mundo con mayor tasa de vacunación. Muertes oficiales por COVID registradas ANTES de iniciarse la campaña mundial de vacunación Muertes oficiales por COVID registradas DESPUÉS de completarse la campaña mundial de vacunación Los datos en España son congruentes:Mortalidad comparada en 2021 y 2022
La libertad no es divisible. Se pronuncia igual en las calles del País Vasco que en los docklands de Belfast, lo mismo en Sarajevo que en Belgrado. No es divisible pero es diversa porque el ser humano es débil por naturaleza: nace siendo un niño que no sabe si reír o llorar cuando da sus primeros pasos y descubre que lleva sobre sus hombros el peso íntegro del mundo. Lo explicó Jean Paul Sartre mejor que yo: “El hombre está condenado a ser libre”.La libertad es una condena que sólo unos pocos abanderan. El héroe carga con su destino y da un paso al frente. Para sobrevivir, lo más cómodo es mimetizarse con el entorno. Soldado que huye de los disparos sirve para otra guerra. Pero quién persigue la Gloria, busca la redención. Cuando Cassius Clay se declara Objetor de Conciencia para no ir a Vietnam, asume todo el peso de su condena. Le habría resultado más cómodo alistarse en la retaguardia, pero quiso dejar claro que no era su guerra: “Ningún vietnamita me ha llamado nunca negrata”. El Juez le despojó de su título de Campeón del Mundo, de su licencia para boxear, y le condenó a 5 años de cárcel.El tenista serbio Nolan Djokovic nos ha devuelto a los peores tiempos del Macartismo puritano con su negativa a pasar por el aro para jugar el Open de Melbourne. Novax Djocovid es el genial hastag de un usuario anónimo de Twitter que ilustra cómo la hoguera del Caso Djokovic ha prendido en las RRSS de todo el mundo para alimentar un debate público que los poderosos lobbies americanos pretendían mantener en sordina. Con su gesto, ha dejado patente la complicidad de unos y la cobardía de otros. Resulta verdaderamente esperpéntico que unos políticos, que se han pasado la vida esnifando coca en los lavabos, puedan reprochar a un deportista de élite que no cuide su salud y arriesgue la vida de los demás.No menos surrealistas resultan los pronunciamientos a favor de corriente por parte de destacadas figuras del mundo del deporte y del espectáculo que se han pasado la vida llegando a acuerdos con Dios, y con el Diablo, a cambio de sus 15 minutos de fama. ¿De qué leyes y de qué principios hablarán? ¿Cuáles son las reglas del juego y las normas tributarias que uno se puede saltar durante años con total alegría sin dañar el Interés General?Con la Predestinación y todo el aparato de propaganda del Puritanismo siempre pasa lo mismo desde hace 500 años. La aporía es recurrente. Si somos los buenos y los puros, ¿qué son los otros? ¿Y qué hacemos con sus bebés? Preguntaban en un programa de televisión a un público de puritanos norteamericanos si los hijos de los negacionistas, de los alcohólicos y de los negros eran culpables de su mala salud. Más del 50% contestó que sí. Los bebés de los antivax tienen la marca de la Bestia y no deben ir al Cielo (hospital) si enferman. Para du desgracia, esos bebés han sido condenados antes de nacer: No es posible retirarles la patria potestad a todos los negros, irlandeses, pobres, chicanos, alcohólicos y drogadictos de América.
(c) Belge
Periodista, autor de una trilogía sobre la Revolución Puritana en España
Nunca formaría parte de un club que me admitiera como socio. Pero toda regla tiene su excepción.
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