La lógica financiera de los tipos de interés negativos


¿Pueden los tipos de interés negativos provocar un gran crash bursátil en los próximos meses? La respuesta no es obvia, aunque probablemente acabe por ocurrir.  La curva de tipos negativos es tan perversa que los mercados con mono están pidiendo al dealer una dosis  mayor que la que puede suministrarle. Es cuestión de tiempo que los grandes gestores de fondos saquen la navaja para intimidar a los Bancos Centrales.

UBS, la Unión de Bancos Suizos, ha sido la primera en enviar un aviso a navegantes. No necesitaba ser sutil. “Se está presenciando el fin de un ciclo crediticio. El crecimiento de los beneficios es plano y el impacto en el mercado de valores se va a incrementar… El 77% de los crash bursátiles llegan de tras la publicaciones de resultados”.  Y más directos, si cabe, fueron ayer los expertos del banco suizo al explicar que “las fuertes ventas de bonos que se están produciendo”  no tienen porque hundir las bolsas en la miseria y hacer descarrilar los mercados (Willl a bond sell-off derail global markets).

Tipos de interés negativos

La fuerte revalorización de los bonos emitidos a tipo negativo, y adquirido por las instituciones monetarias, bancos y fondos de inversión, es una garrafa de gasolina en medio de una hoguera. Solo es cuestión de tiempo que explote. Los gestores que han optimizado la curva de tipos y atesoran en sus carteras de bonos rentabilidades del 15/20% están “locos” por levantarse discretamente de la mesa con todas las fichas.

Esta misma situación ya ocurrió en el segundo semestre de 2006 y permitió predecir con relativa precisión el estallido de la Crisis Subprime.  Hoy como entonces, se ha traspasado el punto de no retorno. “Es una moneda aire” dijo Alan Greenspan para explicar de un modo gráfico como las dudas y ansiedad de los operadores hacían ya ineficaz cualquier intervención de la FED y de los Bancos Centrales.

En aquella época,  un humilde servidor y analista acertó a ver que era un  atraco con rehenes.  Y de alguna manera, las Memorias que publica Luis de Guindos vienen a confirmar que teníamos bastante razón y que la crisis política y financiera de las cajas de ahorro en España se pudo y debió esquivar.

La lógica de la curva de los tipos de interés en negativo es la habitual en toda clase de productos financieros derivados. Hay que diferenciar claramente las emisiones que están in the money y las que están out de money.  Para los profanos, esto significa que si el emisor del bono es solvente (cosa que ocurre con el Tesoro de cualquier Estado), especular con la curva de rentabilidad es una opción, no una obligación. El tenedor siempre puede amortizar los títulos de su cartera de renta fija. En el caso de tomar deuda con tipos negativos, el gestor está “obligado” a especular con los activos en los que ha invertido por cuenta de sus partícipes.

Hay que entender que los Fondos que invierten en Renta Fija emitida con tipos de interés negativos no tienen “opción” a amortizar su cartera, ya que se sumarían el descuento del título a la comisión de gestión.  Un bono a 10 años emitido por Suiza o Alemania con un tipo de interés negativo del 1% devolverá el 70% del principal a los inversores.  Pero la quita será siempre mayor en la medida en que los partícipes quieran rescatar su dinero. En buena lógica, dichos Fondos serán ilíquidos y acabarán por suspender o condicionar los reembolsas.

En estos momentos, según los datos de la Industria Financiera que se han conocido este verano, el 28% de los títulos de Renta Fija que figuran en cartera de los Fondos fueron emitidos con tipo de interés negativo. Y ese porcentaje crece a gran velocidad. Es una lata de gasolina en mitad de la hoguera.

(c) Belge.  13-09-2016

BIG DATA: el negocio del control social


Cualquier lector apasionado de novelas de Ciencia Ficción está familiarizado con la lógica del BIG DATA.  Los grandes autores del género han desentrañado en sus obras toda la estructura interna del Control Social. Las dos novelas más famosas, sendas de autores británicos preocupados por el auge del totalitarismo, son 1984 y Un Mundo Feliz.  Han traspasado fronteras y sobrevivido al  paso del tiempo.  Los saltos generacionales son la inexorable prueba del algodón para cualquier composición artística o teoría científica.

 

El negocio del Control Social ha irrumpido con fuerza en la economía, de la mano de una globalización comercial y religiosa cada vez más agresiva en sus formas.  La pauta, recurrente, la ilustra la anécdota que contaba el magnate de la prensa Robert Murdoch cuando le preguntaban por el secreto de su éxito en los negocios. “La primera vez que llego a la Redacción,  pregunto educadamente donde están los baños; la segunda vez, voy directamente al servicio; la tercera vez, al que rechista, le meo en la oreja”.

Big data scoring es=&0=&una de esas pequeñas startups  creada hace unos años con el apoyo de MasterCard. Su equipo de trabajo es multidisciplinar y acaba de presentar un algoritmo que permite predecir la solvencia y disposición crediticia de un individuo en función de su rastro en las Redes Sociales.  Como es lógico, el producto se lo han vendido a los bancos.

El algoritmo, testado con éxito este mismo año, es capaz de realizar en dos segundos un rastreo por todo internet y saber si el solicitante de un préstamo lo pagará o no.  Según explica Robert Brunet, el responsable de la empresa,  resultan determinante el lugar de residencia, los amigos, los me gusta de sus redes, el perfil profesional, el puesto alcanzado, la posición social y hasta  ser mencionado en la Wikipedia.

Para ese viaje no se necesitaban alforjas, diría el español de la calle, mientras que un francés habría pontificado: “ils ont inventé le fil à couper le beurre”.   En dos segundos, cualquier director de sucursal bancaria con un mínimo de experiencia profesional era capaz de detectar con un 95% de acierto si un cliente que traspasaba la puerta por primera vez era de los que devolvía los préstamos o no.  Es tan improbable que el algoritmo de Big Data Scoring le conceda un crédito en EEUU a un negro que trabaja repartiendo pizzas como que un frutero ambulante consiguiera una hipoteca a 20 años en España.

No importa solo es el perfil individual, dice Brunet, sino lo que podría definirse como perfil social.  El problema que eso plantea, y que describía un viejo catedrático en Bruselas,  explicando la filosofía de Sartre a un alumnado somnoliento, es que lo NORMAL tiende a ser sustituido por lo NORMATIVO.  Dicho de otro modo: es mucho más fácil predecir el comportamiento de unos vehículos cuando impones las normas de tráfico y limitas el perfil de los usuarios que pueden usar las vías.

Por otra parte, el algoritmo de Big Data Scoring presenta un fallo de base: en la crisis subprime de 2007 no fueron los pobres los que dejaron de pagar sus créditos, sino los profesionales y la clase media más acomodada en los países más ricos y avanzados.  La fórmula de Robert Brunet no habría permitido anticipar la estrategia de Tabula Rasa que un humilde servidor explicó en octubre de 2006.

(c) Belge