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Periodista especializado en Economía

PIGS in Muck. El origen de un acrónimo


El éxito económico de los países mediterráneos siempre despertó un cierto resquemor entre los funcionarios británicos destinados en Bruselas. Lo atestigua que a alguno de ellos, más culto e ingenioso que los demás, se le ocurriese motejarles, como PIGS.  Desde los años 90, formaba parte de la jerga y de la juerga comunitaria habitual para referirse despectivamente a Portugal, Italia, Grecia y España. Eran los cerdos voladores.

Le explicaba un guía franciscano a un grupo de turistas sefardíes el curioso origen de la matanza del cerdo en España. Toda creencia es fácil de impostar, pero resulta muy difícil cambiar los hábitos culinarios. Se invitaba a familiares, amigos y vecinos para alejar cualquier duda religiosa. El cerdo se convirtió de ese modo en un tótem que marcaba las líneas divisorias entre cristianos viejos, musulmanes, judíos y herejes.

Los cerdos católicos y ortodoxos de la Unión Europea  experimentaron un notable crecimiento económico entre 1995 y 2006, debido al fuerte tirón del consumo, al incremento del turismo y a la bajada de los tipos de interés en todo el mundo. A medida que iban engordando, se multiplicaban las maledicencias en los periódicos británicos y alemanes, de modo que cuando surge el debate inmobiliario en España, la prensa salmón encuentra un filón para dar rienda suelta a sus críticas y prejuicios religiosos.

Cuando estalla la Crisis Subprime en 2007, los cerdos voladores del Sur Mediterráneo se encuentran en una situación inmejorable. Su sistema financiero, centrado en la banca comercial tradicional, ha esquivado  el naufragio y sale reforzado. Pero la Banca es también su Talón de Aquiles. Las economías de estos países están muy bancarizadas y apalancadas. Su Deuda es relativamente pequeña, pero la aversión al riesgo es un parámetro voluble que fluctúa con el sentimiento del mercado.

A partir del verano de 2008, coincidiendo con el colapso de su banca de inversión, los periódicos económicos más importantes de la Triple A, como Newsweek, The Economist, Wall Street Journal y Financial Times, lanzan una batería de ataques contra los PIGS. Recae sobre el Financial Times el dudoso honor de popularizar el mote con un titular sensacional que impacta de lleno en los mercados: “cerdos en el fango” (PIGS in Muck).

Como apunte, para otro capítulo más extenso, conviene resaltar que en España se produce entonces unos de esos fenómenos políticos que acaban por determinar su Historia. En lugar de repeler la agresión y organizar la defensa, el gobierno  de Zapatero decide poner la otra mejilla y su partido político hace suya y amplifica la crítica económica y financiera de sus competidores.

Lehman Brothers


A toro pasado, se recrean en la suerte. La caída de Lehman Brothers, hace 10 años, cogió por sorpresa a casi todo el mundo. Unos estaban en la inopia y otros en la higuera.  Cuando la FED decide que la mejor estrategia es provocar la caída de Lehman Brothers en lugar de gastar fuerzas en apuntalar un edificio que se derrumba, pocos periodistas se acordaron de Meredith Withney. Hacía dos años que la mejor analista americana había recibido amenazas de muerte por publicar que Citigroup necesitaba acometer con urgencia una ampliación de capital de 30.000 millones de dólares.  Cuando la quiebra de Lehman Brothers desata un auténtico tsunami financiero en todas las plazas bursátiles del mundo, hacía justo un año que Ben Bernanke forzaba  la dimisión de Charles Prince, el todo poderoso CEO de Citigroup.

En febrero de 2007, se precipitaron los acontecimientos después de una declaración bastante pesimista de Alan Greenspan. De repente, se acaba el “chollo” del carry trade y el Yen se derrumba un 10%.  A los Gestores de Fondos de todo el planeta les entra las prisas por salirse del mercado con disimulo, y un 8 de agosto estalla “oficialmente” la Crisis Subprime cuando varios Fondos de Inversión de los mayores bancos occidentales son incapaces de hacer frente a los reembolsos.  En ese momento, falta un año entero para el colapso del histórico banco de inversión americano.

Durante 13 meses, la supina ignorancia de los periodistas y la corrupción de los políticos permiten que los gestores y directivos, culpables de provocar el mayor caos financiero desde los años 30, le endosen la factura de la crisis a clientes y contribuyentes. Aunque la FED maniobra a gusto, la estrategia que implementa no está exenta de riesgos. ¿Qué habría pasado si hubiera fallado el corta fuegos? Nunca lo sabremos. En aquel momento, la prioridad absoluta de la Reserva Federal era salvar el sistema de pensiones de los americanos, el colapso de AIG, por la crisis de los CDS, provocaría la suspensión de pagos de EEUU y llevaría la nación al borde de la anarquía.

Los mismos periodistas, analistas y políticos, que llevaban años sermoneando a la sociedad con el temible “riesgo moral”, permanecieron  callados mientras los grandes bancos británicos, suizos y alemanes se dedicaban a manipular en beneficio propio el mercado interbancario. Su descaro y cinismo no fue menor que el de un BCE que miraba para otro lado mientras los gobiernos “liberales” de Alemania, Francia y Reino Unido inyectaban ingentes cantidades de dinero público en sus bancos. Las últimas referencias que se han publicado al respeto apuntaban a que Alemania pudo rescatar ilegalmente a sus entidades financieras con más de 500.000 millones de euros.  El propio Banco de Inglaterra confesó una ayuda de más de 60.000 millones de euros en el Royal Bank of Scotland.

 

 

 

Y a todo eso, cayó Lehman Brothers. Fue una gran operación bursátil, pura orfebrería financiera, pero también el epicentro de un seísmo político y militar cuyas réplicas llegan hasta la actualidad. Debió ser tal día como ese cuando los ciudadanos del poderoso imperio de la Triple A anglosajona tomaban consciencia del precipicio que se abría bajo sus pies. El barril de petróleo se hundía de 150 a 50 dólares y se desploman las exportaciones en todo el mundo. El pánico  forzó la convocatoria de un G-20 extraordinario en Washington. Allí, los países más afectados por la crisis predicaban libertad comercial, muchas libertad, mientras concertaban medidas de proteccionismo financiero poco ortodoxas. La historia y descripción de esa ingeniosa estrategia que implementan EEUU y sus aliados a partir del G-20 de noviembre merecería, sin duda, un libro entero.

En noviembre de 2008, la Reserva Federal  aprueba y pone en marcha un ambicioso plan de rescate de las empresas americanas. Ha nacido el Quantitative Easing. La idea es imprimir dinero masivamente para adquirir  toda clase de activos financieros tóxicos, empezando por la cartera de cédulas y bonos hipotecarios que habían hundido el mercado. Los 3,7 trillones de dólares (3 billones de euros)  que la FED inyecta en la economía de los Estados Unidos sirven para que las empresas se deshagan de pasivos que lastran sus balances y reestructuren su deuda corporativa a tipo 0.

Las tres grandes Agencias de Calificación de riesgo empiezan una campaña para estigmatizar como arriesgadas las inversiones fuera del entorno económico de la Triple. Rebajan el rating de solvencia a sectores y países que no comprometen los intereses comerciales de EEUU.  Con ello, logra poner en marcha una dinámica que favorece la evasión de capitales de Sur a Norte y coloca al borde de la quiebra el sistema financiero de España, Italia y Grecia.

En paralelo, los grandes bancos de EEUU, Reino Unido, Alemania  y Suiza se ponen de acuerdo para manipular los índices de referencia Euribor y Libor y el mercado de bonos. Favorecen la financiación barata de sus empresas en detrimento de sus competidores y elevan hasta los 600 puntos básicos la Prima de Riesgo que los mercados les exigen a países como España, Italia, Portugal o Grecia.

¿Se vive mejor en España hoy que hace 30 años?


 

La ideología Progresista convierte la evolución humana en un Dogma de Fe, el progreso material en una religión. Su Vulgata es tan sencilla y perversa que da un sentido positivista a todos los cambios que observamos o padecemos en el entorno: todo es para bien, incluso si no vemos la mejora, especialmente si no alcanzamos a ver el beneficio de los cambios. ¿Quién va a negar que el tractor inteligente conectado a la Red  es “mejor” que el arado romano? El que se oponga al sutil sofisma de los sacerdotes marxistas y liberales será crucificado en la Vía Apia de cualquier medio de comunicación.

Entre el arado romano y el satélite de comunicación han transcurrido 100 generaciones de seres humanos. Son muchas y pocas, teniendo en cuenta que a la típica pareja progresista occidental contemporánea no le importará posponer su descendencia para no hipotecar los beneficios y las juergas del día a día. Son tan fervientes que creen que lo mejor para ellos es que nada cambie demasiado. Mejor ser jóvenes que viejos. Por ello, el límite para analizar y valorar los cambios no puede rebasar el tiempo de una generación. Es un ciclo natural de 25 a 30 años.

¿Es mejor la España actual que la que conocimos a mediados de los años 80? El debate económico, centrado en criterios objetivos, es más ilustrativo que la cuestión moral. El precio de un coche en 1988 se puede comparar con el coste que tiene hoy, y se puede medir la evolución del esfuerzo salarial correspondiente. Son realidades similares.  El precio de las cosas y funciones básicas es, sin duda, uno de esos criterios objetivos útiles para analizar el tiempo transcurrido.

Las infraestructuras nos hacen la vida más cómoda a corto plazo y generan réditos económicos a medio plazo, pero tienen unos costes elevados que pueden hipotecarnos a largo plazo. El beneficio de la obra pública puede verse comprometido, e incluso anulado, por el coste de la corrupción política y empresarial. Asfaltar mal una carretera deteriora los neumáticos e incrementa los accidentes de tráfico: a corto plazo incrementa el déficit público y a medio plazo hay que volver a asfaltarla. Un Ave que no se usa, un aeropuerto en el que no aterrizan aviones o un polideportivo con goteras son infraestructuras ruinosas que nunca se amortizan. Engordan la Deuda Pública y nos obligan a pagar intereses de por vida.

La organización y calidad de los grandes servicios públicos, como son la Sanidad, la Educación y la Seguridad, se utilizan sin rubor, en toda clase de informes internacionales para certificar que la humanidad “progresa” adecuadamente. El incremento de la esperanza de vida es, junto con la reducción de la “pobreza” en el mundo, el gran caballo de batalla de los progresistas, ya sean marxistas o liberales luteranos. Gracias a la lucha de clases o al capitalismo de mercado, cada día que pasa vivimos mejor.

Nos acercamos al Dios de Lutero que predestinó nuestras vidas, incluso cuando no somos conscientes de ello. Todo tiene un propósito.  Si crece el número de divorcios y separaciones, y cae la natalidad, es porque en 2018 somos más libres que en 1988. Los españoles ya no viven sometidos y condicionados por creencias arcaicas y obsoletas. Es el mecanismo de la doble negación, por el que el hecho es negativo pero la interpretación del hecho es positiva.

Del mismo modo, si la tasa de ocupación se desploma en la organización laboral del mundo urbano en relación con el mundo rural, es un hecho positivo para los progresistas porque significa que más gente está disponible y permite que el mercado ajuste mejor el equilibrio entre la oferta y la demanda, algo que redunda en beneficio de todos los consumidores.

Lo que demuestra – sin el menor género de dudas – que progresamos adecuadamente desde 1988 es que se ha duplicado el número de divorcios y separaciones y ha caído la natalidad a menos de la mitad; los niños que ya no nacen han sido sustituidos por inmigrantes precarios; la tasa de ocupación ha bajado 10 puntos y el poder adquisitivo de los salarios se ha reducido a la tercera parte; pagamos muchos más impuestos para mantener infraestructuras mal construidas y tenemos peores Servicios Públicos.

Progresamos tanto y tan bien, que en 1998 entregamos con gran fervor nuestra Soberanía Monetaria  a cambio de nada. No exigimos  ninguna garantía. La consecuencia, directa, es que la Deuda Global de las empresas, administraciones, bancos y familias, multiplicada por 4 en los últimos 20 años, nos mantiene atados de pies y manos. Es un hecho muy positivo, dicen los progresistas, porque al no tener libertad para gastar e invertir, ya no tenemos que preocuparnos por acertar en la elección de la política económica adecuada.

 

Cuánto Costaba, Cuánto Cuesta

Producto 1976 1986 1996 2018
Pan fresco (kg) 0,25 0,50 1 3,2
Leche 0,20 0,30 0,75 0,90
Café en barra 0,03 0,24 0,75 1,5
Tabaco 0,10 0,24 0,85 4,80
Billete de Metro 0,03 0,24 0,80 1,25
Litro de Gasolina 0,16 0,26 0,75 1,20
Coche 2.000 6.000 12.000 18.000
Piso en Madrid 8.000 66.000 130.000 200.000
PGE 4717 MM 80.533 MM 178.020 MM 318.443 MM
PIB 43.669 MM 0,243 billones 0,488 billones 1,162 billones
PIB per Cápita 1230 euros 6286 euros 12.292 euros 24.200 euros

 

 

 

 

Cómo Éramos, Cómo Somos

 

Infraestructuras 1985 2017
Carreteras y vías 155.000 km 165.000 km
Parque de Vehículos 9.273.210 30.366.603 
Viajeros Tren Larga Distancia 13.700.000 35.000.000
Viajeros Cercanías 0 423.632.000
Transporte pasajeros Renfe 198.000.000 487.894.000
Km de vía convencionales 13.575 11.508
Km de Vías Alta Velocidad 0 2.859
Transporte Aéreo Nacional 14.850.700 66.674.868

 

Población 1986 2018
Residentes 38.578.841 46.528.966
Población Interior 6.834.684 6.847.273
Población Periferia 26.873.446 33.175.261
Turistas 43.235.000 82.200.000

 

Mercado laboral 1986 2018
Personal Fijo 6.651.500 10.270.900
Personal Temporal 1.232.400 4.252.200
Parados 2.917.100 3.766.600
Pensionistas 5.532.492 10.026.896
Afiliados Seguridad Social 10.907.708 18.282.000

 

Sociedad 1986 2017
Asesinatos 125 323
Presos 24.511 64.017
Divorcios y separaciones 43.337 114.019
Bodas 196.343 158.545
Nacimientos 456.248 408.384

Genealogía del Mito de la España atrasada


Es un lugar común entre los economistas y políticos referirse a la España del siglo XIX como un país atrasado que ha dejado escapar la Revolución Industrial por culpa de la Iglesia Católica. La dificultad está en fechar ese relato que dura hasta nuestros días que ha ido socavando los cimentos de la sociedad y minando la autoestima de sus gentes.  Se suele decir que la pérdida de Cuba inundó la nación de pesimismo, pero lo cierto es que no afectó a una Economía que vivía un periodo de fuerte crecimiento. La explicación de esa paradoja puede ser tan sencilla como que España llevaba 400 años viviendo por encima de sus posibilidades demográficas. Un país pequeño, poco poblado y relativamente pobre se vio obligado a defender un orden católico y romano cada vez más amenazado por los herejes luteranos y calvinistas.

Entre el final del siglo XVII y la Revolución francesa, el censo de población crece un 50% en toda Europa, especialmente en las regiones septentrionales. Es un cambio fundamental que nutre las filas de los ejércitos y que se debe a las importaciones de maíz y patatas y a la evolución de las técnicas agrarias. Son esos nuevos excedentes de producción los que modifican el equilibrio de fuerzas en el Continente tras la Paz de Westfalia.  Y es esa nueva demanda, muchas veces insatisfechas por las malas cosechas, la que alimenta el fuego Revolucionario en Francia y toda la corriente de la Ilustración que desembocaría en la Toma de la Bastille en julio de 1789, tras un sinfín de revueltas campesinas.

Regiones meridionales como España e Italia presentan una orografía más difícil y suelos pobres que dificultan la aplicación de nuevas técnicas,  pero tienen organizado y optimizado su territorio de un modo descentralizado mucho menos feudal que el resto de Europa. España son 10.000 municipios en red, que funcionan con instituciones relativamente democráticas. El número de hijos que está dispuesta a entregar a sus Ejércitos es, por lo tanto, limitado. La “pobreza del suelo” de la que habla Lucas Mallada en su libro (Los males de la Patria) es la misma que permitió a los pueblos de Grecia, Italia y España  alumbrar una Civilización política, económica y cultural de más de 2500 años.

Todo se puede interpretar y racionalizar a la luz de nuestra propia escala de valores. La ideología concentracionaria, feudal y racista de los pueblos del Norte les permite explotar y saquear los recursos de los territorios que conquistan de un modo violento y eficiente. Alimentan a más soldados y tienen menos prejuicios humanitarios.  Desarrollan teorías supremacistas y políticas de limpieza étnicas en función de sus propias necesidades económicas y comerciales.  Coartadas para el saqueo y exterminio de los pueblos a los que someten.

Este último punto es fundamental para entender lo absurdas que resultan las teorías que intentan “racionalizar” el supuesto atraso económico y religioso de Italia o de la Península Ibérica.  La Ideología Concentracionaria y Racista de germanos y anglosajones choca frontalmente con los valores esenciales de la Civilización Greco Romana. El Imperio de los españoles en América no sigue una pauta depredadora ni busca aniquilar a los nativos, sino que se arruina literalmente en un esfuerzo titánico por administrar y “civilizar” un territorio demasiado vasto.

No debe ser una casualidad histórica que al poco tiempo de expulsar a los Jesuitas de España y del Nuevo Mundo, la sociedad española tuviera que padecer y combatir en sus tierras a la chusma y soldadesca francesa y británica. Por suerte para los historiadores, Goya pintó la cruda verdad de su tiempo  y no deja margen para interpretaciones edulcoradas  o tramposas sobre las dos Españas.  Una sociedad exhausta y arruinada por la Guerra contra los Protestantes y por la Administración de las tierras americanas se vio traicionada, apuñalada e invadida por soldados franceses y británicos. Tuvo que luchar sin armas, y tardaría casi una generación entera en empezar a recuperar el aliento.

El Mito de las dos España aparece por primera vez como referencia a la división entre absolutistas y liberales tras la Invasión de Napoleón en 1808.  La España que publica se presenta a sí misma como moderna, urbana, reformadora, europea, liberal,  Ilustrada y científica, y caricaturiza a la otra como atrasada, reaccionaria, católica, beata, caciquil, rural, ignorante  y castellana. Desde su origen, el Mito tiene todas las características de los muchos panfletos de la Leyenda Negra que se publicaron durante 300 años con cargo al Fondo de Reptiles dotado por los protestantes en su guerra de propaganda contra España. Todo literato, poeta de bajura o escritor muerto de hambre en Europa siempre podía ganarse unos peniques publicando chismes y falsedades sobre España. La guerra civil que se desatada entre los partidarios de defender la soberanía de la nación y los traidores a sueldo de Napoleón y Wellington les sirve de pretexto a los Protestantes para atacar a la Iglesia Católica. Todos los seudo intelectuales con pluma que sueñan con las luces de Paris saben que para vivir del cuento deben hablar mal de España y de la Iglesia Católica.

Entre 1808 y 1936, hubo más de 170 gobiernos en España, sin contar interinidades.  De media, un gobierno con una política diferente cada 9 meses. Hubo 5 contiendas militares, que podemos definir como guerras civiles, y se perpetran 10 magnicidios o intentos de magnicidios. Las cifras de este enfoque cuantitativo, inéditas en Europa, son elocuentes.  La inestabilidad política que deja la invasión de Napoleón  mantiene la herida abierta e impide planificar una política industrial nacional a medio y largo plazo. Si no fueran tan obscenas,  las críticas al mundo rural y a la Iglesia por parte de la Izquierda y las élites de Barcelona resultarían cómicas.

Fruto de esas teorías políticas y esa agresión religiosa subterránea, es constante la obsesión por despoblar Castilla y Extremadura e impedir su desarrollo económico e industrial. Hablar de éxodo rural y de polos de desarrollo para maquillar lo que es una verdadera política de limpieza étnica, con desplazamientos forzosos, y de saqueo institucional es un verdadero sarcasmo. El peso demográfico de Castilla, Extremadura y Aragón ha sido reducido a la tercera parte desde 1898. La despoblación de miles de municipios, con 2.000 años de Historia, ya es irreversible.

Aunque muchos economistas y políticos juegan a aquello de considerar que es el precio que pagamos los españoles por “modernizar” un país atrasado, rural, católico y castellano, lo cierto es que sus teorías son profundamente erróneas y absurdas.  Si fueran ciertas, ello implicaría que existen regiones en el planeta condenadas a desaparecer por “atrasadas”.  Pero ¿cómo sería eso posible?  Pequeños países, con orografía horrorosa y sin acceso al mar, como Suiza y Austria, encabezan todos los rankings de prosperidad universal, por no hablar de la calidad del suelo de Noruega o Suecia.  Si Castilla fuera una entidad nacional distinta de España ¿sería hoy una economía del Neolítico? Si Extremadura hubiera declarado la Independencia ¿sería hoy esa viva estampa de Los Santos Inocentes que tanto gusta a las élites nacionalistas de Barcelona?

El cuadro que encabeza el artículo refleja la realidad de 1890, cuando España era un país atrasado por  culpa de una Castilla rural.  Su renta era el 40% de Gran Bretaña, el 63% de Alemania, el 75% Francia y el 80% de Austria e Italia.  Es un nivel de riqueza ligeramente superior al que presentaba la economía española en 1976, tras décadas de “crecimiento”.   España estaba tan atrasada en el siglo XIX que, a pesar de padecer una guerra, seguía entre los 5 países más ricos del mundo.  En el año 2008, por fin, tras 30 años de crecimiento “democrático” y “europeo” intenso,  España ya era un país moderno, catalán, muy turístico…que se caía del G-20 con todo el equipo.

(sigue)