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Periodista especializado en Economía

Las paradojas económicas y humanas del Salario Mínimo


Buena parte de los economistas y analistas llega al debate sobre el Salario Mínimo Interprofesional a través del estudio razonado.  Y ni siquiera es necesario presumir que existan prejuicios y sesgos ideológicos. El salario es un parámetro importante, determinante, pero no más que la propia naturaleza humana. Hay personas más activas que otras, y un verdadero adicto al trabajo no se mueve por estímulos externos o incentivos.  A unas les gusta el agotador trabajo físico y a otras el estrés de la gestión multitarea; unas se encuentran más cómodas con un objetivo definido y otras prefieren trabajar por piezas. Unas quieren ganar más dinero, y otras no.

En mi caso, fue diferente.  Fue el asombro  el que me llevó a la reflexión. Siendo niño, me asombraban las extrañas paradojas que parecían darse en el universo de las relaciones económicas y financieras.  No acaba de entender que trabajando  se pudiese ser más pobre o que ahorrando se tuviese menos dinero.  Mi tío Eugenio, gran aficionado a la lectura y a la filatelia en Bruselas, me lo intento explicar, con 10 años: “Mira David: el fontanero que trabaja con hierros y tubos, tiene la casa llena de chatarra; el que repara televisores, tiene la casa llena de cables y televisiones; el que trabaja con dinero, tiene mucho dinero “.

Para quedar vacunado contra los conceptos económicos y las falacias políticas del marxismo luterano hay que leer a Ferdinand Céline y Jean Genet, dos prodigiosos escritores franceses del Lado Oscuro, y a Albert Camus. Los tres tienen en común su insobornable amor por la libertad.  “Ellos mandan hoy porque tu obedeces”.

La naturaleza del Trabajo es una característica que se deriva del estatuto jurídico del ciudadano. En la tradición occidental, heredada de Roma, el paradigma de las relaciones laborales lo conforman dos oposiciones lógicas: puede ser libre o preso, amo o esclavo. El sistema de recompensas e incentivos varía significativamente en cada caso. El esclavo al que el amo no puede mantener pasa a ser un “liberto” que busca desesperadamente un “trabajo” remunerado. Del mismo modo, el ciudadano que “caía preso” es condenado a “trabajos forzosos”. En el lado opuesto, el  hacendado tiende a buscar en el mercado buenos precios y prebendas administrativas con los que mantener su “casa”.

La premisa fundamental del debate sobre el Salario Mínimo en España es la hipocresía. Liberales y marxistas al uso fingen, por razones muy parecidas, que existe un mercado laboral único fácil de regular o desregular. Nos quieren hacer creer que las mismas leyes rigen para contratar a Lionel Messi y a Perico de Los Palotes.  La realidad, sin embargo,  es que los 4 tipos de “mercados” son jurídica, económica y moralmente incompatibles . La lógica laboral del liberto no es la del esclavo, ni la del preso es la misma que la del patricio.

¿A quién protege y a quién perjudica la creación y aplicación de un Salario Mínimo Interprofesional en una economía moderna?  Para contestar esa pregunta, hay que analizar – de entrada  -como afecta por separado a los 4 tipos de mercados.

Si el SMI es bajo, el coste de los presos, muy superior al de los libertos sin trabajo, actúa como un incentivo perverso. Aunque presiona a la baja el gasto de manutención de los esclavos, e incrementa el beneficio de los patricios, un SMI bajo eleva la factura social: la Deflación y la fractura de la sociedad que provoca inciden en mayores gastos fijos de seguridad. En lo político, crece el ejército de presos y libertos dispuestos a saquear Roma.

Si el SMI es alto, el coste de los esclavos que desean ser “liberados” crece y se reduce a corto plazo el beneficio de los patricios. Baja el coste de la economía penitenciaria y se reduce la factura social. Los libertos presionan los precios al alza y elevan el umbral de rentabilidad mínima de las empresas, obligando a “liberar” esclavos por falta de manutención.

Pero se da otra paradoja más curiosa, que suelen recalcar los más liberales de la escuela marxista: son precisamente los mercados laborales que no tienen regulado un Salario Mínimo los que más crecen y pagan las rentas salariales más altas. Es lógico. Son economías que no “liberan” sus esclavos. El contingente de “libertos” en las economías esclavistas que crecen es mínimo y el de presos más elevado que en otro tipo de sociedad.  Eso permite a los patricios mantener una política imperial más agresiva fuera de sus fronteras.

El umbral de rentabilidad

En EEUU y Alemania, el salario mínimo no regulado que cobran millones de trabajadores subempleados ronda los 3$ por hora.  Es una cantidad, similar al SMI,  que representa el coste marginal de supervivencia. No obstante, esa falta de regulación no impide que el porcentaje de economía sumergida sea tan significativo como en España.

Lo que significa este insólito hecho económico, bastante evidente cuando se quiere ver,  es que no baja necesariamente el umbral de rentabilidad de las empresas cuando se eliminan rigideces y determinados costes fijos. La intuición económica apunta, en sentido contrario, que se incrementa el beneficio de las empresas que compiten de un modo parasitario cuando se incrementan los salarios y los costes fijos que acarrea un mayor regulación. La prohibición de vender alcohol en EEUU creó más empresas, más trabajo y más beneficios reales que la liberalización del sector.  Del mismo modo, legalizar el tráficos de drogas en todo el mundo arrastraría consigo el probable desplome del flete internacional y un descenso significativo de la actividad portuaria en todos los países del mundo.

Eliminar la figura jurídica del SMI en España, como piden muchos liberales, llevaría a reducir el umbral de rentabilidad de muchas empresas, pero nunca incrementaría su cuota de mercado ni sus beneficios. Es más: lo más probable es que desaparecieran decenas de miles de empresas y se destruyera empleo neto.  Y si el mercado es global, mucho peores son las consecuencias.

Las derivas mercantilistas  conducen a un déjà vu del proteccionismo y a la tentación de contratar a la mitad de los pobres para acabar con la otra mitad. Lo que nunca cuentan del mercantilismo alemán y británico del siglo XIX e inicios del siglo XX, es que la deriva proteccionista surgió en un periodo de fuerte crecimiento económico y de pleno empleo.

(c) Belge. 22/11/2016

 

 

 

 

 

Presupuestos Generales del Estado 2017: impuestos o consecuencias


John Maynard Keynes no sería hoy keynesiano pero Karl Marx seguiría siendo alemán. Este sencillo aforismo condensa todo el debate sobre el gasto social. La elección de Donald Trump en EEUU ha supuesto un duro varapalo para todos los partidarios de una globalización puritana y totalitaria. En España, primero, y en EEUU, después, se han podido escuchar inquietantes pronunciamientos públicos sobre la calidad del voto y los derechos políticos de la mitad de la población. A duras penas han conseguido disimular su prepotente desprecio hacia quienes se oponen a sus planes.  Pero no es una fractura entre jóvenes favoritos de la Nueva Economía  y viejos  outsiders del Sistema, ni siquiera el manido salto generacional: es una disputa religiosa que tiene visos de convertirse en guerra larvada.

Gasto social, si sirve la metáfora, es que los hooligans y mercenarios del nacionalismo más rabioso en Vizcaya o Gerona dispongan de agua, luz y calefacción gratis mientras los ancianos de la montaña leonesa o palentina se pelan de frío con pensiones de miseria. Gasto social es enseñar matemáticas en euskera con acento de Cádiz a la nueva plebe, es entrenar a los hijos de la rancia élite catalana para que sigan siendo los amos del cotarro. Gasto social es la subvención a fondo perdido que reciben miles de empresas nacionalistas ruinosas para que sigan malversando recursos financieros, defraudando impuestos y maltratando a sus empleados.  Podría decirse, en resumen, que gasto social es corrupción económica, pero sería señalar con el dedo a las Viejas Castas y a los Nuevos Castos que ofrecen en un mismo pack luchar contra la corrupción e incrementar el gasto social.

En las Costas Nacionalistas del Cantábrico y del Mediterráneo, los empresarios que viven de la Cosa Turística, y de trapichear con contenedores internacionales de mercancías, no pagan los impuestos que deben a la sociedad. No es un problema fiscal, no es un problema moral, y no es tampoco un problema político. Es un problema de consecuencias. Son las consecuencias del creciente fraude las que han llevado España al borde mismo del precipicio. Hemos dado un paso atrás, en el último suspiro de mes de octubre, pero no es motivo para bajar la guardia. Sería, de nuevo, contraproducente intentar apaciguar con más “gasto social” a los desalmados que nos empujaban al suicidio.

Cataluña, Baleares, País Vasco, Navarra y ahora Valencia, aportan al conjunto de la sociedad española menos de 70.000 millones de euros, incluidas cuotas a la Seguridad Social, IVA e Impuestos Especiales. Causan un gasto mínimo de 300.000 millones y originan un déficit estructural real superior al 20% del Producto Interior Bruto de toda la nación.  Incentivar, con más gasto social, la estupidez moral, la mala praxis económica y el sectarismo político solo conduce a la tentación de hacer tabula rasa y poner los contadores a cero. Los nacionalistas nos pueden empujar a saltar al vacío, pero no nos van a salir alas para echar a volar.

© Belge. 22/11/2016

¿Cuánto poder adquisitivo hemos perdido los españoles?


Escondido a la vista. La escuela constructivista de la Bauhaus demostró, con una serie de experimentos ingeniosos, que lo más evidente es lo último que se ve.  La subida de los precios al consumo es uno de esos “objetos” de estudio que dejamos de percibir a fuerza de verlos.  Somos más o menos conscientes de los cambios cuando se producen de un modo brusco, pero el cerebro humano no registra pequeñas e insignificantes variaciones en el entorno.  La DGT puede modificar el límite de velocidad en un tramo y pocos conductores se percatarán de ello.  En el 90% de los casos, tenemos activado el piloto automático.

El Instituto Nacional de Estadísticas acaba de publicar que la variación de salarios en España desde el año 2008 ha sido del 0,7%.  Con el 7%, el grueso del esfuerzo de contención recae a partir de 2010 sobre los empleados públicos.  Por pura lógica, las series estadísticas y oficiales tienen un “sesgo” muy conservador, al infravalorar sistemáticamente la economía sumergida y los complementos del salario que se pagan en B.  Para muestra, un botón. Hace unos meses, le escuchaba al gestor de unos cotos de caza confesar que llevaba 20 años inventándose las estadísticas oficiales que remitía al INE. Y como el, la mayoría.

Es un dato menos sensacionalista que el que manosean periodistas y políticos en el debate habitual sobre las causas y consecuencias laborales de la crisis económica. Unos, por pereza profesional, y otros, por cínica demagogia, alimentan una confusión bastante notable sobre la realidad econométrica. La Opinión Pública tiene una cierta “impresión” de que ha perdido poder adquisitivo con los años, pero tiende a desconocer hasta que punto esa “cuantía” ha transformado sus hábitos de consumo y su forma de vida.

El salario más frecuente en 2016 equivale a 2 veces el SMI y es algo inferior al salario medio  registrado (2,5 veces el SMI). A su vez, la Presión Fiscal Media estándar varía del 33%  para los ingresos de Salario Mínimo hasta el 45% del Salario Medio. Con esas cifras, y la evolución de esas magnitudes desde 1990, es posible medir de un modo objetivo y riguroso la pérdida de poder adquisitivo que han padecido los españoles en los últimos 25 años.

Evolución del Poder Adquisitivo

Concepto 1991 2016 Ahorro 1991 Ahorro 2016
Salario Más
Frecuente
(12 meses)
105000
(Pesetas)
630 E
220000
(Pesetas)
1320 E
Tras Impuestos 70000
420 E
120000
750 E
– 16600 pts
– 100 Euros
– 120000 pts
– 720 Euros
Salario Medio 210000
1260 Euros
320000
1920 E
Tras Impuestos 130000
780 E
160000
960 E
+ 43500 Pts
+ 260 Euros
– 85000 Pts
– 500 Euros
Dispersión
Salarial
(100 empleados)
1/6 1/4
Pensión
Completa
40000
240 E
100000
600 E
Transporte
(1200 km/mes)
30000
180 E
85000
500 E
Agua, Luz,
Teléfono
6500
40 E
20000
120 E
Salidas, Ocio 10000
60 E
40000
240 E

Inflación INE desde 1991: + 280%
Inflación Real desde 1991: + 420%

Como se puede observar en la tabla, el ciudadano medio tipo ha perdido poder adquisitivo real hasta el punto de presentar un déficit estructural (ahorro negativo) que le obliga  bien a cambiar sus “hábitos” de consumo, bien a endeudarse para intentar mantener su “nivel” de vida.

La crisis  que provoca y agrava el Tripartit de Zapatero en 2007 al hacer un diagnóstico completamente  incorrecto de la situación económica y financiera agrava el déficit estructural del ahorro al dañar los ingresos medios recurrentes de la población.   La solución correcta no era “enfriar” el sector constructor en España sino penalizar el uso del coche.

La delirante política económica acometida por Zapatero a partir de 2004 llevó a millones de españoles a endeudarse en Euros (moneda fuerte) para comprar coches sobrevalorados (valor débil) a Alemania. El sectarismo del lobby nacionalista, con grandes intereses en el sector del automóvil, y la codicia de los comisionistas financieros ocultaron las consecuencias del fuerte incremento de la presión fiscal real al convertir pesetas en euros.

Con los dedos de una mano se pueden contar los periodistas y analistas que se dedicaron a explicar a los ciudadanos que debían “defenderse” contra el Euro, evitando endeudarse para comprar bisutería a crédito.  La inmensa mayoría se dedicaban a hacer lo contrario: alertaban contra una burbuja inmobiliaria imaginaria y recomendaban endeudarse para viajar o cambiar de coche.  Entre 2002 y 2008, se vendieron con crédito fuerte 3 millones de coches alemanes sobrevalorados, con un coste para España  (déficit estructural) de 30.000 millones de euros al año.

(c) Belge. 20/11/2016

 

 

 

 

Empieza la legislatura


Las Fuerzas del Mal han sido derrotadas. Una vez mas. Pero en la eterna contienda del Bien y del Mal, no hay batalla definitiva.  En esta ocasión, y en España, las fuerzas conjuradas de la izquierda  nacional catalanista han subestimado por completo la inteligencia política y el margen de maniobra de Mariano Rajoy.  También han infravalorado y hasta menospreciado la capacidad del Pueblo Soberano para entender  una guerra confusa y optar por el Mal Menor.

La definición del Mal político es tan clásica como la receta de la sopa de ajo.  En la mitología hebrea, que hereda la milenaria tradición de las tribus mesopotámicas, la disidencia de Lucifer (Ángel de la Luz) eleva el umbral de la discrepancia hasta  poner en peligro la supervivencia del Oasis (Paraíso).  Pero la antropología revela que toda esa cultura, de la que somos deudores a través del cristianismo, se manifiesta de un modo muy similar en casi todas las latitudes.  El Otro, el que está fuera, es un “bárbaro” y en muchos casos, ni siquiera es considerado como plenamente humano.

Pierre Bourdieu, el sociólogo francés seguidor de Adorno, demostró que el concepto marxista de Guerra de Clases es una falacia. Lo solía hacer de un modo sencillo en sus conferencias, recordando que los hijos de los obreros no quieren ser obreros, sino más bien dejar de serlo.  El trabajador  que describe Karl Marx es un “ángel” arrojado al desierto y que debe unirse a otros para  intentar asaltar los Muros del Oasis.

El gran acierto histórico del Partido Socialista, bajo el liderazgo de Felipe González, fue renunciar a los principios del Marxismo  y abrazar los preceptos de la Socialdemocracia.  Pueden parecer corrientes políticas hermanadas, pero en realidad son doctrinas antitéticas. Los conceptos que elabora Karl Marx nacen del Idealismo Alemán y de la Reforma de Martín Lutero, mientras que el pensamiento socialdemócrata (y democristiano) nace de la Revolución Francesa de 1789.  En un caso, quieren asaltar y saquear el Cielo, y en el otro, quieren tomar La Bastille para liberar a los presos encarcelados sin juicio, para restablecer el Imperio de la Ley en la Comunidad.

Las Fuerzas Mercenarias han sido derrotadas porque España sigue siendo, a pesar de 30 años de delirante sectarismo educativo, un país profundamente mediterráneo y católico.  Los conceptos totalitarios del idealismo alemán chocan frontalmente con los valores  de la Familia y de las Libertades Políticas que hemos heredado de la Civilización Romana.

Para superar su crisis, en esta legislatura, el PSOE debe volver a ser un partido socialdemócrata como Dios manda.  Y no será nada fácil mientras sigan creyendo que los marxistas luteranos son unos aliados naturales para su causa. Debe mirar a Roma y a París, y no a Berlín. Libertad  en Roma y Paris no era libertar esclavos, sino liberar presos políticos; Igualdad no era igualitarismo sino Imperio de la Ley para todos; Fraternidad no eran ni la Fiesta de la Primavera ni el Coro de la Patata, sino lealtad y solidaridad con los miembros de la Familia y de la Comunidad.

P. D.  Con todo esto, y un bizcocho, la economía y la bolsa española deberían empezar a recuperar el tiempo perdido.

(c) Belge 18/11/2016