Cuando el río suena, agua lleva. Demasiada agua. El debate sobre el euro se está envenenando poco a poco. Tras la escalada verbal entre Alemania (el acreedor) y Grecia (el deudor), cuyos medios de comunicación están decididos a no ahorrar insultos, vejaciones y provocaciones, algunos políticos sienten la tentación de quitarse la máscara y “hablar claro”. Más allá de la salida de tono, se ha puesto sobre la mesa una cuestión esencial: ¿quién manda en la UE? Las formas abruptas de algunas declaraciones no deben ocultar que el Alemania ha dado un paso adelante, asumiendo el papel de “jefe del gobierno”. La canciller Angela Merkel se ha visto entre la espada y la pared. O rescata ella sola a Grecia, o se queda sin cobrar.Francia vive un sueño y se deja querer. El Reino unido sonríe desde el balcón. Alemania pone cara de póker y anuncia que está dispuesta a romper la baraja. España, no sabe a que carta quedarse. La UE vive un momento tan apasionante como delicado. Lo que se está ventilando en Europa en estos momentos es sencillamente quién paga la factura griega, 300.000 millones de euros. Francia juega a marear la perdiz y dejar que corra el reloj. Angela Merkel exige que el rescate de la economía griega corra a cargo de todos los países de la unión monetaria. Ante el riesgo evidente de que fracase su modelo de euro, está dispuesta a asumir el mando y anuncia una doble vuelta de tuerca en la política del euro fuerte
Arde Troya. Los ciudadanos de la vecina Grecia no están por la labor de dejarse pelar las barbas. Convocados a la huelga general por los dos principales sindicatos del país, se manifiestan en contra del Plan de Ajuste impuesto por Alemania y demás socios de la UE. Su protesta coincide con la presencia en Atenas de un equipo mancomunado de técnicos de la Comisión Europea, del BCE y del FMI, para auditar el estado de las cuentas griegas. La indignación ha cundido entre la población. “Los griegos sabemos que la situación económica es insostenible, pero estas medidas no son de recibo” explica un portavoz sindical. Creen que están siendo el chivo expiatorio de la crisis financiera, y que Grecia no ha hecho más trampas contables que las que antes hicieran países como Francia e Italia.El No francés en el referendo sobre la Constitución de la UE en mayo de 2005 puso patas arriba toda la construcción europea. Un primer traspiés serio. La ampliación masiva al este, un año antes, y las presiones por admitir a Turquía, no sentaron bien en Francia. Desde entonces, la hoja de ruta hacia una mayor integración política del Viejo continente es un camino de obstáculos sembrado de minas. George Soros ha hecho un diagnóstico certero esta semana al sugerir que se ha confundido estos últimos años la precipitación con la velocidad. Cree que los problemas del Euro no acaban en Grecia. Todo lo contrario. Cualquier medida que se adopte para rescatar la economía del país heleno no será aplicable a países como España, Portugal o Italia. La implantación del euro fue un error desde el mismo momento en que los países miembros renunciaron a ceder su soberanía fiscal.La política de los hechos consumados impuesta por Alemania está generando un sentimiento de hostilidad creciente entre las distintas poblaciones europeas que no acaban de ver ninguna de las ventajas reales de formar parte del club
Caballo de Troya monetarista. Griega ha anunciado que piensa restringir a 1500 euros la cantidad máxima de efectivo permitido por persona a partir del 1 de enero de 2011. Es el precio a pagar (a Alemania) por la ayuda prometida. Michel Foucault, autor del ensayo: “Vigilar y castigar”, habría disfrutado mucho con los avatares económicos actuales de la Unión Europea. Alemania impone sus condiciones. Por un lado, pretende auditar las cuentas públicas de Grecia, y por el otro lado, exige controlar de manera absoluta el tráfico interno diario del dinero. ¡Que no escape ni un euro a la mirada del acreedor! A cambio, el primer ministro griego ha exigido a la UE conocer en detalle el Plan de Rescate y las ayudas que van a recibir.La cuerda está tensa. Tal y como comentamos de modo desenfadado e irónico la pasada semana, Francia y Alemania pretenden evitar a toda costa sentar un precedente en Europa. Alimentar a la criatura extraconyugal sí, pero sin hipotecar el buen nombre de la familia. Quieren ayudar a Grecia, básicamente porque es el dinero de sus bancos y acreedores el que está en juego en el país heleno, pero evitar quedar comprometidos en futuros rescates necesarios pero desinteresados.El futuro económico y monetario de Europa avanza a trompicones. Se ha abierto el interesante debate de los límites razonables de la soberanía fiscal de (algunos) estados miembros, y en realidad se busca cercenar la autonomía fiscal del individuo en esos mismos países, con el pretexto de su indisciplina tributaria. La Europa de las Dos Velocidades es una cortina de humo para ocultar el doble rasero que podrá aplicarse a hombres libres y a ciudadanos incapacitados. Lo mismo que ha venido a señalar el inevitable Paul Krugman en unas recientes declaraciones: opina que la crisis actual del Euro no se debe a los crecientes déficits fiscales de algunos países, sino a la arrogancia de las elites políticas que aceleraron la adopción del euro antes de que muchos países estuvieran preparados
Tal y como sospechábamos el pasado viernes, los gestores se han colocado en el rango la posición de mayor ventaja. La forma de ganar dinero en esos casos es anticiparse, dejar preparada la emboscada, cobrar la pieza y salir por patas. Para quienes entraron en Rep o en Tef en la zona de los 9 euros, o por debajo, la decisión ahora es arriesgar a ganar más, en caso de falsa señal alcista y tirón, o recoger beneficios, una vez alcanzado el objetivo de un modo parcial.La conocida regla es válida en estos casos: “Que el último euro lo gane otro inversor” más arriesgado, más listo, etc…Ningún beneficio, por pequeño que sea, perjudica. Lo importante en estos casos es SIEMPRE la disciplina. Si nos hemos marcado un objetivo, y se cumple, no improvisemos sobre la marcha por la codicia de querer ganar más y más y más…. (12h10)
Nunca formaría parte de un club que me admitiera como socio. Pero toda regla tiene su excepción.
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