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La insoportable levedad de Peter (2)


No todas las empresas tienen una organización ágil e impoluta como MAPFRE.  En el polo opuesto,  un monopolio como Telefónica es un dinosaurio que encabeza una manada de zombis y vampiros parasitarios. Ninguno de ellos sobreviviría a una auditoría minuciosa de las ayudas encubiertas y prebendas de las distintas administraciones del Estado. Son estructuras piramidales, politizadas hasta el absurdo, que sus directivos ordeñan tres veces al día.

En el Instituto Nacional de la Seguridad Social nadie ha sabido explicarme como este tipo de empresa puede tener trabajando en sus oficinas a decenas de miles de “falsos autónomos”. Les engatusan con la promesa de que les meterán en nómina, pero la realidad es que trabajan de 8 a 18, codo con codo con otros compañeros que se rigen por generosos convenios laborales y ganan cuatro veces más dinero que ellos.  Una práctica ilegal y consentida que ningún inspector de trabajo entorpece.

Los empleados que ingresan puntualmente su nómina a final del mes intentan moverse lo menos posible para seguir saliendo en la foto.  Solo aspiran a prejubilarse con 48 años, aunque se mueren de envidia cuando comparan las condiciones de los primeros afortunados.  Tuve una especie de jefe en funciones, que ni era jefe ni funcionaba, que se quedó en puertas.  Prejubilarse 15 años antes de tiempo con el 80-100% del salario, sin los gastos que ocasiona ir a trabajar, es una bicoca que pagan los contribuyentes a escote. 100 millones de las antiguas pesetas por cada empleado que prejubilan en Bancos, Cajas, Eléctricas, etc.  La factura que les han endosado a los españoles desde 2004 supera los 100.000 millones de euros.

En un contexto así descrito es fácil explicar los mecanismos del Principio de Peter.  Nunca ascenderán a nadie por méritos, porque es imposible. En la rifa solo han metido papeleta los aspirantes con perfil sindical o político que no hacían nada en el puesto que ocupaban. Si en un medio de comunicación tienes un redactor jefe que se dedica a supervisar como sus compañeros explotados titulan las noticias de agencia que reciben, y el tráfico de la página se dispara por casualidad, el riesgo es que le asciendan a Director de contenidos o de lo que sea.  El razonamiento que harán los Directivos trincones de la Organización será de tipo: “que siga la Magia”. El Pensamiento Mágico de los Directivos propicia el ascenso,  pero es la codicia natural de Peter  la que impulsa a aceptar un cargo para el que no está capacitado.

(sigue jijiji)

(C) Belge. 28/03/2017

La insoportable levedad de Peter


A vueltas con las aventuras laborales de Peter, me viene a la memoria una cita que atribuyen a Juan March, el célebre contrabandista balear.  Decía que le había sido tan fácil montar un imperio porque descubrió que a los aduaneros no les llegaba el sueldo para permitirse comprarles unos zapatos bonitos a sus señoras.  Estos funcionarios ganaban 60 pesetas al mes y con la Primera Guerra Mundial, el contrabando con los países contendientes movía fortunas en Europa.

Peter es el eslabón débil de cualquier empresa. Como señalábamos en anteriores análisis, la incompetencia sobrevenida puede ser real, en algunos casos, o simulada. Una organización es una gran tienda de chuches, con más tentaciones que dependientes.  Y Peter pasa un día tras otro delante del mostrador, pensando en los zapatos de su mujer, en el chalet en la playa o en la moto que le gustaría comprarse.

Pero no es  fácil definir qué es la Integridad profesional sin pisar muchos callos. Las personas honestas que he conocido no han sido muchas. A diferencia del resto del personal, intentan ser discretas y comedidas en el trato con los compañeros. Consiguen ser respetuosas  con  los demás  de un modo natural.  No es un rasgo frecuente en un entorno competitivo  donde unos y otros compañeros andan siempre buscándose las vueltas.

Los empleados profundamente deshonestos son mucho más divertidos y constituyen una fuente inagotable de anécdotas e historias edificantes.  Tienen mal fondo y son envidiosos hasta límites patológicos, pero el rasgo que predomina en todos ellos es la vagancia. No hacen nada.  Tienen un verdadero don para ver venir los marrones y se pasan el día ideando como escurrir el bulto: es puro instinto de supervivencia.

En las empresas pequeñas, como era el Diario de Ávila,  el mal bicho suele ser un cabroncete trincón con balcones a la Plaza Mayor.  No hay tajada en el plato al que no le intente hincar el diente.  Como carece de cualquier sentido del ridículo, sirve lo mismo para presidir un Club de fútbol que para impartir clases de cocina.

En las grandes corporaciones, como puede ser Mapfre , hay que hacer duras oposiciones para meter la mano en la caja.  Laramendi ideó un cortafuegos para impedir el nepotismo, limitando la contratación de familiares hasta el segundo grado,  pero cuando se jubiló, algunos directivos se las ingeniaron para colocar a toda la prole de la abuela en las empresas de los proveedores habituales a cambio de abultar su cuenta de  resultados.

Recuerdo a uno de ellos con especial cariño.  Su coche tenia 300.000 km pero eso no le impedía ir y venir de Barcelona en el día para cobrar las 40 pesetas por km recorrido y las dietas estipuladas. Los chicos del taller, que le mimaban el coche, me dijeron la distancia que recorría cada año, pero no me lo quise creer.   Tampoco me quería creer que cada visita suya al restaurante de moda le costaba a la empresa cerca de 80.000 pesetas, pero el contable me enseñó algunas de esas facturas.  Los días en que no salía a recorrer las carreteras de España se las ingeniaba para concertar visitas a la hora estratégica de ir a comer.  La moraleja del cuento es que el Mal Bicho le costaba tanto a Mapfre si se iba a por las dietas como si se quedaba en casa.

(sigue jiji)

El Ataque de los Tigretones


De las muchas batallas olvidadas que se libraron al Oeste del Mississippi,  la que más bajas causó en el ciberespacio patrio fue la que protagonizó la Banda de los Tigretones.  El feroz pero desconocido depredador ibérico, que ocupa el tercer puesto en el escalafón, tras el Tigre de Bengala y el Tigre de Papel,  atacó desde varios flancos cuando septiembre ya tocaba a su fin.

El Ataque de los Tigretones llegó por sorpresa, cuando me había cogido tres días de vacaciones.  Procedía de varias IP´s diferentes, coordinadas, y duró más de un año.  Habían creado centenares de cuentas con el único propósito de cargar de recomendaciones negativas el perfil de los usuarios. Tocar a rebato, y multiplicar los informes explicando la gravedad del sutil ataque que estábamos sufriendo, no sirvió absolutamente para nada.  Se negaron a tomar medidas específicas, salvo impedirme controlar las IPs de los distintos usuarios.  Al cabo de un año, el tráfico de la página se había reducido a la mitad.

A los incompetentes directivos que medraban en torno a la máquina de café,  esperando su merecido incremento de sueldo, no les entraba en la cabeza la poderosa lógica del juego de recomendaciones.  Les parecía una estupidez que los mejores foreros se esforzaran en escribir mensajes solo para conseguir la recomendación positiva de otros usuarios y evitar ser ignorados. Y aun más estúpido que se dieran de baja, y emigraran a otras webs, a ver su perfil ultrajado con 500 “ignores”.

El Ataque de los Tigretones tenía como finalidad acabar con un peculiar sistema de Bonus/Malus  que había establecido una jerarquía meritoria en la página. Finalizó de un día para otro cuando accedieron a eliminar del perfil de los usuarios el contador de las recomendaciones negativas.  Era un mal menor transitorio, mientras se frenaba el Ataque y se limpiaba el perfil personal de los foreros,  pero nunca se recuperó.  La Banda de los Tigretones, victoriosa, desapareció.  Una auditora de tráfico externa revela cual fue el impacto de aquel sabotaje masivo:  A lo largo de 2008, se perdieron 2.000 puestos en el Ranking Mundial.

(sigue)

La Falacia de Peter


En el arte de la guerra,  Sun Tsu nada decía de los francotiradores  ni de los quintacolumnistas, pero algunos conceptos se deducen de los principios generales. Cuando el enemigo avanza, nos retiramos. Cuando el enemigo para y acampa, lo molestamos. Cuando el enemigo trata de evitar el combate, atacamos. Cuando el enemigo se bate en retirada, lo perseguirnos. Todo español nacido libre lleva un general  Quinto Fabio Máximo escondido detrás de la sonrisa, dispuesto a hacer de la indisciplina militar un arte.  Lo recordaba Pérez Reverte en una columna reciente, a propósito de las gestas de los soldados españoles en Francia y Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.

Decía en un análisis anterior que es un error dar por hecho que los empleados y directivos de una Organización, por símil con los soldados y oficiales de un Ejército, persiguen el Bien Común y el Provecho Propio.  La mayor parte de las guerras comerciales las ganan los traidores  y agentes dobles cuidadosamente infiltrados en las empresas. Un empleado que asciende hasta su nivel de incompetencia es casi siempre un quintacolumnista empotrado en la organización por la competencia.

Cazar un topo multinick no es tarea sencilla. Suelen esquivar los cepos del hortelano y no se dejan envenenar fácilmente. Se saben en terreno enemigo y no bajan la guardia.  Para tener éxito en su trabajo, un Community Manager necesita más paciencia que un agricultor. Y mucha imaginación para renovar estratagemas y aplicar las reglas de un juego sin reglas. Para ser el Mejor Community al Oeste del Mississippi, además hay que disfrutar trapeando Trolls tanto como un oso en una colmena.

Hacía pocos días que había cruzado el Mississipi, y me encontré de sopetón con una partida de caza mayor. No conocía entonces al Jefe de los Indios ni me imaginaba cuáles eran sus planes, pero estaba decidido a emular al mismísimo David Crockett.  Mi predecesor, que sufría cada jueves los siete males para redactar un newsletter que se mandaba a los suscriptores de la web, procuraba  anotar algunas ocurrencias de los foreros.  Yo vi una herramienta útil para hacer periodismo y rastrear la información financiera real sumergida en los foros. Era trabajoso pero duró poco. A los pocos meses habían suprimido la sección, y los lectores se quedaron sin noticia de cómo los Indios asaltaban la Colonia fortificada.

Al topo de los indios lo cacé un año más tarde. No conocía la fábula de la zorra y el cuervo de La Fontaine y acabó soltando el apetitoso queso.  Fue un juego de niño descubrir la identidad del directivo que le había filtrado la mayor (y única) exclusiva  que ha publicado en toda su carrera profesional.  Aunque cuando se descubre a un topo, hay que tener más paciencia que nunca para que nos guíe hacia su nial.

Cuando los Indios vieron que alguien les seguía el rastro, caparon algunas de las herramientas disponibles que permitían triangular e identificar a los Trolls más activos. En muchas webs en España, estos usuarios pueden llegar a registrar más de 100 cuentas falsas.  A pesar de la retórica oficial, cuesta entender que la “protección de datos” de los usuarios pueda llegar a amparar la profusa creación de identidades falsas para mentir, amenazar, difamar y lanzar bulos en las RRSS.

Nuestro topo multinick  usaba varias máscaras para meter cizaña en los foros, creyéndose amparado por el anonimato. Lo que nunca supo es que le descubrí muy temprano, cuando cometió el error de pedirme unos datos personales que a los pocos días aparecieron publicados en los Foros de Marca. Nunca supe muy bien el motivo de la obsesión del Topo con ese periódico deportivo, pero me resultó muy útil para conocer el tipo de información sesgada que le había comunicado a los Directivos de la empresa.

(sigue)