La economía es un partido de fútbol. Existen tres maneras de ganar: meter más goles que el competidor, mantener la portería a cero o comprar al árbitro. Lo fundamental, para un país, no es ni la formación ni los recursos disponibles: es tener claro en todo momento a qué juega. Con la aprobación de la Unión Monetaria y la conversión al Euro, la sociedad española ha acabo creyéndose las mentiras del juego bonito y miles de adolescentes, adictos a la play, aplaudiendo los goles en propia puerta. España está siendo goleada.La economía de escala es uno de los grandes mitos del capitalista moderno. Muchos productos, servicios o mercancías necesarias son gratuitos y, a pesar de ello, su demanda es finita. La principal característica de la deflación es que, precisamente, no se vende ni lo que se regala. Es la demostración de una de las falacias más arraigadas en todo tipo de relatos y discursos. El estado de ánimo de los consumidores influye más en los indicadores que las políticas de oferta y/o demanda. ¿Y cómo se estimula el estado de ánimo de una sociedad cuando se multiplican estigmas y pronunciamientos derrotistas?El totalitarismo es un estado de confusión y depresión. Un “Huis-Clos” de suma cero en el que, como explicó Jean Paul Sartre, el infierno son siempre los otros. No es ninguna casualidad que los jóvenes adolescentes de los países del Norte sean los más propensos a sufrir episodios de depresión y distintas patologías psiquiátricas. Karl Marx acertó a diagnosticar que sus contemporáneos vivían alienados, es decir: enajenados. Los acontecimientos posteriores le dieron la razón.Al adoptar el euro, España se condenó a tener que generar una carga de trabajo de 40.000 millones de horas productivas con una rentabilidad mínima de 20 euros. Son palabras mayores para una sociedad que a mediados de los 90 solo era capaz de ocupar a 13/14 millones de españoles, con rentabilidades inferiores a las 2.000 pesetas por hora. El gran mercado europeo prometido resultó ser el típico pájaro volando, mientras Alemania inundaba los mercados del Sur con importaciones fraudulentas y subvencionadas. El país “reunificado” cuenta con 12/13 millones de trabajadores sin derechos que garantiza una carga de trabajo de 20.000 millones de horas productivas con un coste inferior a los 3 euros.Los jóvenes despistados que aplauden a los derrotistas y celebran la Ideología alemana de la esclavitud ignoran que en el nuevo mapa alemán de la Unión Monetaria, España es solo un país donde reclutar camareros que le alegren el día a viejas chochas danesas y suecas tuneadas. Da igual la formación que tengan o crean tener. Cada conducen un coche alemán para fardar, y llenan el depósito con petróleo a 200 euros, se están comprometiendo a trabajar como esclavos el resto de sus vidas para pagar deudas imaginarias.Antes de firmar el desastroso Tratado de Maastricht, España era la séptima potencia mundial y exportaba en torno al 25% de su PIB. Hoy no figura ni entre los 20 primeros, y sus exportaciones reales llegaron a desplomarse por debajo del 20% tras la caída del Lehman Bothers y las medidas de proteccionismo encubiertos que impulsaron nuestros “socios” para defender sus mercados. Y aunque se ha reconducido el disparate de un déficit comercial astronómico en los primeros años de la Unión Monetaria, la perspectiva a corto y medio plazo es completamente deprimente para toda una generación. El inminente cierre del Espacio Schengen solo es la demostración fehaciente de la premeditación con la que han actuado siempre los países que impulsaron la creación de la Unión Monetaria.© Belge