La estafa del euro, explicada a un licenciado en Económicas

Estábamos en la diana. El 7 de febrero de 1992 se firmó el Tratado de Maastricht por el que la UE sustituye a la CEE y establece las 4 reglas para la entrada en vigor de la futura Moneda Única. Libre circulación del capital (Euro), libre circulación de las mercancías (desarme arancelario), libre circulación de los servicios (libre competencia de las empresas) y libre circulación de las personas (Espacio Schengen). Tras 10 años de maniobras en la oscuridad, la Canciller Ángela Merkel y el poderoso Bundesbank han conseguido casi todos sus objetivos políticos. El Euro está cuestionado y de rodillas; las importaciones chinas inundan las economías de los PIGS y las mercancías circulan libremente pero solo de Norte a Sur; la libre competencia ha favorecido que 30 multinacionales americanas que no pagan impuestos y que funcionan en régimen de absoluto monopolio copen, al margen de las leyes,  todo el mercado europeo; el Espacio Schengen es papel mojado y le quedan dos telediarios.

Las hemerotecas encierran verdaderos tesoros y auténticas sorpresas. La sutil premeditación y el cálculo con el que trabajaron siempre los negociadores británicos se observa con el tiempo con total nitidez. El socorrido e instrumental ataque contra la Libra Esterlina por parte de un financiero como Soros, muy vinculado siempre a los intereses estratégicos norteamericanos, evidencia que Londres buscó la fórmula mágica para quedarse al margen de la futura Unión Monetaria sin que dicho privilegio a la suiza diera el cante.  Una vez que se observa la pauta, es mucho más fácil entender la estrategia y los distintos movimientos tácticos. Los países aliados de Alemania, que podían haber entrado formalmente en la UE en 1993 con todos los derechos y obligaciones, demoraron la firma un par de años. De ese modo, ni Suecia ni Austria tuvieron que someterse a la disciplina del Euro.  A su vez, Dinamarca hizo como que tropezaba en el último minuto, y se perdía el tren.

A resultas de las negociaciones y acontecimientos de 1991 y 1992, que alumbraron la UE, los países “ricos” consiguieron situarse DE FACTO (dialéctica alemana) en una posición de ventaja. Todos los beneficios de estar dentro de Europa sin asumir NINGUNA obligación solidaria. Con un mapa del continente europeo en la mano, vemos la triste suerte que llevan padeciendo 20 años países como el Reino Unido, Islandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Suiza, Austria, Mónaco y Andorra. Se entiende que cunda la alarma social y esos electores acaben votando a partidos ultras.

La fama de seriedad, disciplina y austeridad de esas sociedades es bastante inmerecida. Con la entrada en vigor de la Unión Monetaria, Alemania impuso un sistema de compensación entre Bancos Centrales conocido por su apodo: Target2. En realidad, poco conocido. Se basa en el principio de la mutualización de las deudas privadas. El Bundesbank que siempre se opuso a la creación como cortafuegos de los famosos Eurobonos es la que impulsó la creación de un mecanismo que obliga a los contribuyentes a asumir las deudas comerciales contraídas entre particulares y empresas privadas. En secreto lo mantienen para evitar generar un debate universal sobre deudas ilegítimas. Dicho debate se abrirá paso cuando a Alemania quiera dar por amortizado el Euro y acabar de saquear el sistema financiero en Europa.

Para que los lectores de este análisis entiendan el concepto, es necesario recurrir a elementos gráficos. Cuando un ciudadano viaja libremente a Segovia para degustar su afamado cochinillo, paga la nota con su tarjeta de crédito o con dinero en efectivo. Dejará incluso una propina que sirva para rubricar que el servicio prestado ha sido de su agrado. En dicha transacción, restaurador y cliente no han involucrado ni A ayuntamientos, ni a Diputaciones de sus respectivos lugares de origen. Tampoco han aparecido a reclamar su parte del trato ganaderos, carniceros, transportistas ni cocineros.

Todas esas cosas son las que ocurren, a escala, con el mecanismo de compensación Target 2,  cada vez  que una empresa alemana  le vende a crédito un coche a un particular español en un trato privado. Todos los contribuyentes españoles pasan a ser deudores del Bundesbank por dicha venta. No deja de tener su punto de gracia el diabólico cinismo con el que Alemania argumenta que hay que dejar quebrar los bancos y arruinar a los depositantes para no “involucrar” a los contribuyentes al tiempo que les obliga a responder de oscuras deudas entre particulares.  Es el carnicero que espera al cliente a la puerta del restaurante para exigirle, bate de beisbol en mano, que vuelva a pagar el cochinillo que se acaba de comer.

© Belge

 
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