El relato que va del 20 de diciembre de 1973 hasta el 1 de octubre de 2017 puede analizarse como la
Hoja de Ruta del nacionalismo en España.
La Santa Transición del régimen post franquista al régimen de las Autonomías asimétricas debe su nombre al carácter sagrado del catecismo democrático revelado al hombre de la rúa, y a las cerca de 1000 víctimas inocentes que dejaron los juicios sumarios de su Santa Inquisición. La retórica política de los Puritanos es la misma desde hace 500 años y los “Puros” de la Santa Transición no consiguen explicar porque van dejado las cunetas de su Camino de Fe hacia el Progreso llenas de cadáveres.El que relata, a menudo se delata. El lingüista Julién Greimas describió la sencilla estructura lógica que determina el desenlace de cualquier historia. El discurso político y el sermón religioso se pueden analizar como sendos cuentos morales en los que el sujeto consigue alcanzar el Paraíso tras superar no pocos obstáculos y derrotar a sus enemigos con la ayuda de los Puros. Desde ese punto de vista semántico, funcionan igual el relato de la Vulgata, el sesudo análisis político que repiten los militantes y los videojuegos con los que reclutan a los nuevos yihadistas.Si para narrar una historia hay que ocultar los andamios, para de-construir un relato, lo que toca es buscar las preguntas lógicas que sirvieron para urdir la trama. Hacer una pregunta pertinente es como buscar un cabo suelto que nos permita deshacer todo el jersey de lana o desenredar la madeja. No es sencillo. La mayoría de los autores tiene previstas esas contingencias y suelen evacuar esas peligrosas preguntas con pequeños relatos trampa, bucles y veredas que se pierden en la confusa vegetación.En el relato reciente de los atentados de Barcelona, el número de preguntas sin respuesta que se pueden formular es muy elevado. Son tan pocos los hechos acreditados, y tantas las dudas, que no es fácil formular una pregunta que sea realmente pertinente. Hay que buscar el cabo suelto a 300 km de Ripoll, en un chalet ocupado de la Urbanización Montecarlo, en Alcanar (Tarragona). A la luz de los hechos descritos en los periódicos, la pregunta sería: ¿Cómo llegan 120 bombonas de butano a una casa okupada?Para poder comprar una botella de butano, Cepsa y Repsol exigen la firma de un contrato y la entrega de una serie de documentos (
http://bombonabutano.com/contrato) entre los que destacan la cédula de habitabilidad y el certificado de la instalación. El material fotográfico (
https://www.elconfidencial.com/espana/2017-08-24/atentados-barcelona-cambrils-alcanar-mossos-jueza_1432844/) que ilustra los primeros relatos de prensa tras la fuerte explosión del 16 de agosto en Alcanar descarta que se trate de un accidente fortuito originado por un escape de gas. Se ven decenas de bombonas esparcidas debajo de los escombros. Resulta, a todas luces, sospechoso que ningún profesional de las Fuerzas Públicas pueda pasar por alto tan “insignificante” detalle. La pregunta parece impresa en el casco de cada botella de butano: ¿Cómo han llegado 120 bombonas de gas a una casa okupada ilegalmente? La jueza de Instrucción que se desplaza al lugar de los hechos, descarta de un modo intuitivo la posibilidad de una deflagración fortuita. Pero, cuando menciona la hipótesis lógica de la fabricación de una bomba para un atentado yihadista, los Mossos d’Escuadra de la Generalitat echan balones fuera y le dicen literalmente a la magistrada: “Señoría, no exagere”. Le explican que se trataba de un laboratorio de drogas. Las filtraciones de aquellas conversaciones, que publica ABC tras el atentado, hablan por sí solas. Los policías autonómicos de la Generalitat se esfuerzan por explicar para qué podían servir las bombonas de butano pero no muestran ningún interés por saber cómo han podido llegar hasta allí.La dichosa pregunta rebota después del atropello masivo de Las Ramblas, cuando uno de los detenidos en el chalet okupado declara ante el juez que preparaban un atentado contra la Sagrada Familia. Los catalanistas, desmentidos por todos, se esfuerzan por buscar una explicación con la ayuda de Marruecos. Aparece en la prensa la fabulosa versión del butanero marroquí.
http://www.20minutos.es/noticia/3122136/0/marruecos-investiga-detenido-bombonas-celula-atentados-barcelona/ En resumen: un presunto butanero marroquí “pudo” robar 120 bombonas de butano sin que nadie se diera cuenta, y transportarlas en su coche para almacenarlas en una casa okupada a 300 km de distancia.Es el asombroso mundo de la Yihad, en el que los terroristas marroquíes siempre se dejan el pasaporte en el lugar de sus fechorías y en el que los repartidores de butano se pasean por media España con 120 bombonas robadas. Es de suponer, siguiendo la lógica interna del relato de la Generalitat, que las empresas comercializadoras habrán informado al juez y a la Guardia Civil del peculiar recorrido que hizo cada botella con su correspondiente número de identificación. Si fueron robadas a distribuidores de Cepsa o Repsol por un repartidor marroquí, constara la pertinente denuncia en cada caso.A tenor de los requisitos exigidos a los consumidores y empresarios para poder comprar y usar una bombona de butano, es evidente que después del 11-M los Servicios de Seguridad tienen intervenido y controlado el mercado. No tendría sentido que un grupo de terroristas aficionados, que buscan en internet como fabricar una bomba casera, pudiera cargar un camión con bombonas de gas e intentar provocar una hecatombe. Al contrario, lo que sí tendría mucho sentido es cualquier departamento de las agencias americanas de inteligencia tuviera a la célula catalana de Ripoll vigilada y conociera desde hace meses todos sus planes para provocar un Estado de Conmoción en Cataluña.(sigue)