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La Estafa del Euro explicada a un pensionista español

Querido Pensionista:

Empezó a trabajar por necesidad cuando finalizó la guerra civil y acaba de cumplir 95 años. Usted lleva 30 años jubilado. Su historia personal, finalmente dichosa, es la historia de una España que se puso en pie a base de esfuerzo y sacrificio. Era una España en la que no se calculaban las horas trabajadas, porque siempre eran más de la cuenta. La tarea en el campo era dura, pero tenía sus compensaciones: en las fábricas en las que Usted trabajó en Barcelona y Bilbao, el tiempo se hacía interminable. Al final del día, se le acumulaban las horas de los 2 trabajos que encadenaba para sacar su familia adelante y ahorrar algo de dinero. Trabajaba en una panadería por las noches, dormía un poco, y empezaba su turno en la fábrica. Su sueño era montar una pastelería o una cafetería.

Su sueño se hizo realidad a final de los años 70, con la crisis del petróleo. Les despidieron en la fábrica y con el dinero de la indemnización se quedó con el traspaso de un bar en Madrid. Eran 13 años los que le faltaban para poderse jubilar, pero el trabajo no le asustaba. Le fue bien, y llegó a tener en nómina una docena de empleados. Por aquel entonces, ya sabía que su cocinero y sus camareros iban a cobrar una pensión mucho más alta que la suya. En su condición de autónomo, aportaba el 28,8% de una base de cotización comprendida, ya en los años 80, entre las 46.830 y 247.590 pesetas al mes. Calculó que, pagando menos de 200.000 pesetas a la Seguridad Social, las 150.000 horas trabajadas por España le darían derecho a una pensión de poco más de 1 millón de pesetas al año.

El negocio le fue bien enseguida y el asesor fiscal que contrató le explicó cómo optimizar sus futuros ingresos, creando una sociedad y figurando como asalariado por la base de cotización máxima permitida por el convenio sectorial. Pagaría mucho más dinero a la Seguridad Social y a Hacienda unos pocos años, pero luego iba a percibir como pensionista una cuantía tres veces mayor. Tuvo suerte, y el sistema no se reformó antes de 1990. Eran años de levantar la mano, y concederse con facilidad pensiones de invalidez y asistenciales a muchos españoles que apenas habían cotizado

En los últimos 30 años, el número de personas con derecho a pensión en España ha pasado de 6 a 10 millones y el Gasto total se ha multiplicado casi por 5 hasta los 155.000 millones presupuestados para 2019. Es cierto que se reformó la Ley que regula la cotización a la Seguridad Social y ya no se permiten determinadas trampas, pero las pensiones contributivas máximas de los últimos 15 años superan holgadamente los 30.000 euros al año.

La pregunta que los españoles tenemos derecho a formular es la siguiente: ¿Cuando nuestros representantes políticos negociaban con Alemania las condiciones de la futura adhesión de España a la Unión Monetaria tuvieron en cuenta el problema de las pensiones contributiva máximas o pasaron por alto ese insignificante detalle? El Gasto comprometido para el sistema de pensiones públicas en 1998 era inferior a los 8 billones de pesetas, en relación a un PIB real de 89 billones de pesetas. Hoy representa el 13% de un PIB nominal irreal, inflado y manipulado por razones políticas.

Con independencia de cómo se han venido revalorizando las pensiones desde 1990, lo cierto es que Usted tuvo la dicha de vivir en su vejez un periodo de paz social, de bonanza y prosperidad económica. Gracias al feliz y sabio consejo de su asesor fiscal de entonces, Usted ha percibido 40 millones de pesetas brutas hasta 2002 y más de 500.000 euros después, sin contar los intereses.

Pero, a diferencia de Usted, que sobrevivió a una cruel guerra civil y soportó todas las penurias de la posguerra, trabajando duro y sin descanso desde los 14 años para sacar a todo un país adelante, sin regatear ni un minuto de su vida, los nuevos pensionistas del EURO no han acreditado demasiados méritos. De todas las pensiones máximas que se pagan desde hace 15 años ¿cuántas pueden certificar que han contribuido a su país y a las cuentas de la Seguridad Social en una mínima proporción de lo que reciben? Los años 70 y principio de los 80 fueron de dura crisis económica, y sólo unos pocos privilegiados del nuevo régimen político se beneficiaban de altas remuneraciones. El común de los mortales, fuera de Barcelona y Madrid, soportaba altas tasas de paro y sueldos bajos.

De nuevo, a los españoles nos asiste toda la legitimidad del mundo para formular otra pregunta pertinente: ¿Es lícito que un grupo de personas, que no ha contribuido al bienestar de la nación más allá de militar 30 años en el Partido Socialista Obrero Español y demás formaciones nacionalistas minoritarias, se puedan jubilar a partir del año 2003 con pensiones de más de 30.000 euros al año? Los generosos sueldos que Telefónica, Argentaria, Repsol, Seat, Iberdrola o La Caixa pagaban por sinecuras a cambio de lealtad han salido siempre de los impuestos de todos.

Cuando Alemania diseña los mecanismos de la Unión Monetaria, y presiona a sus socios para que abandonen los principios solidarios que hacían de la CEE una organización envidiada por todos, ya tiene meridianamente claro el concepto de Currency Board y sus principales consecuencias políticas. En su inmensa ingenuidad, los Siervos del Euro no dudaban hace unos años en mostrar públicamente su vasalla gratitud hacia Berlín. Luego se volvieron prudentes y taimados, al constatar la progresiva ruina de sus vecinos. A ellos les iba de cine, en medio de la desolación generalizada, y ahora, además, podían comprar más barato.

A nada que se rasque un poco, salen prestos por la izquierda y la derecha a justificar la creación del Euro y a defender las políticas de deflación interna.A los Siervos del Euro que fingen ser marxistas, se les distingue por esa sutil contradicción de pedir subidas de impuestos para blindar el sistema de pensiones públicas en España. ¿Cómo podría alguien de “izquierdas”, partidario de un sistema de reparto, justificar de otro modo el abono generalizado de sumas en euros por las que nunca nadie ha cotizado? La prueba del algodón de la cómplice premeditación del Psoe de Zapatero con el mecanismo del Currency Board ideado por Berlín es la creación misma de la famosa “hucha de las pensiones” para la que el PP de José María Aznar no tuvo que hacerse de rogar. Sin esa “hucha”, la transición de un sistema de pensiones en Pesetas a otro en Euros es imposible.
La “hucha” ha servido para comprar la “lealtad” de un ejército de Siervos y Lacayos con el dinero de los contribuyentes, pero los últimos doblones ya suenan en una caja de caudales vacía. No es casualidad que sea ahora, precisamente, cuando estos marxistas enloquecidos amenazan con asaltar cielos, confiscar bienes, declarar independencias, desenterrar muertos y reformar constituciones.

© Belge
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