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La Revolución Puritana (39): El gran timo del IPC

Hace mucho que no hablamos de economía. De la inflación verdadera, no la de Merimée. Contaba un amigo lector de INLUCRO en Twitter que hay millones de contenedores varados en los puertos. En el fabuloso mundo del flete, 5 o 6 grandes compañías monopolizan e intermedian el mercado. El shipping se ha disparado de 2.000 a 8.000 dólares, paralizando por igual importaciones y exportaciones.. No están llegando las piezas de recambio para asegurar el correcto mantenimiento de los equipos o las reparaciones necesarias. En algunas revistas especializadas de ciclismo, avisan a los aficionados que cuiden de su material porque no llegarán los repuestos hasta..¡2023! Es lógico. Si en un container estándar cabe lo equivalente a 7.000 cajas de zapatos, no es lo mismo importar de China móviles que baratija. Desde la fábrica hasta la casa del cliente, el coste de la distribución se ha duplicado.

¡Es la inflación, estúpido!

La arena en el engranaje del Just In Time, desde la fábrica hasta el cliente en tiempo real, no sólo supone que el coste de distribución se duplique, sino que se paralice la actividad comercial y se desinfle la demanda. Decimos que la Deflación es la Guerra porque es lo que caracteriza la destrucción del mercado. Siempre anticipa los primeros episodios de hiperinflación.

Lo que los académicos llaman “hiperinflación”, en realidad no es inflación. De hecho, es lo contrario: La ausencia de confianza, desaparición del crédito y colapso de la demanda solvente son el escombro y la ceniza que quedan cuando el mercado ha sido arrasado. Al negocio de la hostelería, cerrado y puteado por los marxistas y puritanos, ya no le preocupa que el cliente deje de gastar. Aforo limitado y economía estanca, intermediada por comisarios políticos, en la que el consumidor tiene que pagar el precio impuesto. Sobra gente confinada en Madrid para saturar la oferta que sobrevive. Fuera de Madrid y Barcelona, sin población, que se jodan y cierren.

La disparidad de conceptos que se refieren a un mismo fenómeno de naturaleza social y psicológica, ilustra la complejidad del juego económico. Hiperinflación, inflación, estanflación, deflación, inflación negativa y privatización de la inflación no son sinónimos. La analogía simulada le ha servido siempre de coartada política al monetarismo más rastrero. Todos los agentes económicos entienden o padecen lo que es la pérdida de valor adquisitivo de sus ahorros. Lo que ayer valía 10 hoy se queda en 9. La mayor parte de la población percibe la inflación como desgaste, y no como lo que es: un mecanismo natural de ajuste. La inflación es la temperatura del cuerpo económico, que le hace sudar cuando hace calor, y tiritar cuando se congela.

El Índice de Precios al Consumo no es un termómetro de la inflación: es un indicador que mide el grado de intervención de la economía. Por debajo de 0, significa que la privatización de la inflación es absoluta. Se convierte en un mecanismo de transferencias que raya con la apropiación indebida. Un IPC anual del 1% cuando la inflación estructural bordea el 7% equivale a un incremento de la presión fiscal del 6%. Y si el gran truco del diablo es hacer creer que no existe, el de los políticos es ocultar la pérdida de valor adquisitivo fijando los precios más sensibles.

Al cumplir los 18 años, todo ciudadano debería elaborar un Indicador que le permita medir la pérdida de valor adquisitivo de su propia cesta de la compra. Saber en qué se gasta el dinero que gana o recibe y el peso exacto de un paquete de tabaco, de un depósito de gasolina o del smartphone que acaba de comprar. Se dará cuenta que si no vive en Madrid o Barcelona lo que suba el billete de Metro no le afecta. Se dará cuenta que buena parte de los 500 artículos que usa el INE para medir su IPC no figuran en su propia cesta. Es completamente invisible si no reside en uno de los 200 municipios elegidos por los funcionarios del Estado para la estadística oficial.

A medida que el adolescente crece y se hace adulto, su cesta de la compra se amplía, pero no mucho. La siguiente tabla lo ilustra.

Gasto tipo. Septiembre – Diciembre 1995

Composición Gasto (euros) Peso relativo Inflación anual
Tef, luz, agua, casa 181 6% 8,1%
Coche 813 27% 3,2%
Hogar 607 20% 5,5%
Bares 348 12% 4,9%
Textil 245 8% 2,25%
Cultura 124 4% 3%
Bancos  25 1% 11%
Falsos Gastos 232 8% 5%
Mobiliario 425 14% 4,4%
Total 3.000 100%  

Las 100.000 pesetas de gasto tipo mensual han devenido 3.000 euros. Es una inflación anual compuesta del 6,6%, en línea con la que ha sido la tendencia estructural de los últimos 150 años en España. Con este sencillo ejemplo, es fácil calcular cuánto dinero ha sido saqueado por apropiación indebida de la inflación desde 2001. El 65% de todo el poder adquisitivo ahorrado, equivalente a 1,5 billones de euros. Una mitad ha sido transferida a Cataluña, y la otra mitad, a Alemania.

Radiografía de la inflación real. 1995 – 2021

El fenómeno que hemos padecido los españoles desde 1995 tiene nombre. Lo acuñé hace unos años. Apropiación (Indebida) de la Inflación. Los precios de bienes y servicios de una cesta tipo se han multiplicado por 4, los impuestos por 2 y los salarios por 1. Es una transferencia sucia que empobrece por igual a trabajadores por cuenta ajena y autónomos, y enriquece a aquellos colectivos que no tributan pero cobran subvenciones, ayudas y devoluciones de impuestos. Como consecuencia directa, se reducen las inversiones, las salidas y se incrementa el peso relativo de los gastos fijos y de la alimentación.

Cesta de la compra: 1995-1997

 

Composición Gasto (Ptas) Peso relativo Inflación anual
Casa: 605.500 11,92%  
Teléfono(97) 2100 (mes)   7,87%
Luz(97) 1.750(mes)   6,81%
Comunidad 6.000(mes)   6,4%
Coche 971.000 19,11%  
Gasóleo (95) 38 (litro)   5,5%
Hogar 684.000 13,46%  
Pan 188 (kg)   4,5%
Patatas 15 (kg)   9,13%
Café 192 (kg)   5,56%
Bares 358.000 7%  
Caña  75   5,35%
Textil 144.500 2,85%  

Cesta tipo: 1991-2001

Composición Gasto mensual Peso relativo Inflación
Casa 120 14,4% 5,6%
Coche 250 30% 3,52%
Hogar 130 15,6% 4,5%
Salidas 100 12%  
Bares 60   6,2%
Vacaciones 40   7,1%
Textil 25 3% 1,1%

El IPC oficial de los últimos 20 años marca una inflación media del 1,5%. Si esa fuera la realidad económica que viven los empresarios y consumidores españoles, los precios habrían subido un 40% desde los años 90. Esto sería lo que pagáramos hoy.

Cesta, según IPC 1997- 2021

 

Composición Precio según IPC Precio Actual
Teléfono (mes) 20 euros 72 euros
Luz (mes) 16 euros 48 euros
Comunidad (mes) 50 euros 150 euros
Gasóleo (litro) 0,36 euros 0,78 euros
Pan (kg) 1,60 euros 3,2 euros
Patatas (kg) 0,15 euros 0,80 euros
Café (kg) 1,8 euros 4 euros
Caña (litro) 1,8 euros 7,2 euros

 

La cesta de la compra y los tributos

Para calcular el IPC, el Instituto Nacional de Estadísticas analiza el precio de 500 productos y servicios en 200 municipios de toda España. No son ni muchos ni pocos. En un hipermercado tipo como Carrefour, hay 26.000 referencias a la venta, y en el catálogo general de Amazon España, más de 180 millones. Lo que de verdad llama la atención, es que el INE omita en su cesta el artículo que más pesa: el tributo. De media, algo más del 12% es el IVA que soportan los 4 principales capítulo del gasto familiar. Supera el 20% si añadimos tasas e impuestos municipales.

Los ciudadanos españoles que viven bajo un techo, conducen un coche y necesitan alimentarse tienen en común el 65% de la cesta de la compra. Es lógico: la tributación condiciona la composición del gasto. En origen, porque la administración favorece la creación de monopolios, y en destino, porque limita la capacidad del consumidor. La mayoría de los españoles no puede cambiar de casa, de coche, ni variar su dieta básica.

Siendo así, no se entiende que el INE no considere oportuno calcular que la inflación de los impuestos ha subido en España. Un 2,81% al año desde 1995. Es algo más que el 2,26% anual que mide el IPC oficial. ¿Casualidad?

No es ninguna casualidad. A pesar de no formar parte de la composición de la cesta de precios, lo que en realidad mide el IPC del INE no es la inflación, es el incremento de la presión fiscal. De ese modo, la inflación se convierte en la típica profecía autocumplida. Prueba de ello es que deviene deflación y estancamiento cuando la clase media empobrecida no puede hacer frente a nuevas subidas. Dicho de forma más clara y directa: el IPC solo mide la capacidad de los contribuyentes para soportar nuevos tributos.

Un hogar español de clase media soporta una presión fiscal real que raya el 55% de sus ingresos brutos. Llegó a superar el 70% en el 2008, pero por el camino se han ido desplomando el ahorro y el consumo. Pagar 1.000 euros de impuestos directos e indirectos al mes condiciona todas sus elecciones.

© Belge
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