La gloriosa historia del Tour de Francia empezó hace 103 años cuando a un joven periodista francés, Geo Lefèvre, se le ocurrió imaginar un challenge deportivo que tuviera la estructura de los míticos folletines literarios que tantos lectores aportaron a la Prensa. A priori no era nada evidente extrapolar esa idea a un diario deportivo. Lefèvre logró convencer al director de L’auto (hoy L’Equipe) que era posible organizar una competición deportiva popular para promocionar las ventas del periódico. El éxito fue asombroso, y en muy pocos años nacieron el Giro de Italia y la Vuelta a España.En este largo siglo, la colección de anécdotas y la narración de gestas inolvidables llenarían una enciclopedia entera. No ha existido ningún otro deporte cuyo éxito popular se pueda comparar, ni siquiera un manoseado, adulterado y comercial fútbol que apenas deja rastro en las memorias. Decía el gran Greg Lemond que el ciclismo cambió – para mal – en 1989, y es verdad. No fue tanto el dopaje, que siempre ha coexistido con la competición ciclista, como un problema de modelo de negocio. Hasta esa fecha, era un deporte genuinamente europeo y continental. Con la llegada de corredores anglosajones, estadunidenses y colombianos, el ciclismo empezó a crecer fuera de Europa con unos parámetros completamente diferentes. La Unión Ciclista Internacional y los Organizadores del Tour de Francia empezaron a pelear por el modelo de negocio y por el control de un deporte muy lucrativo.Al abrir las Puertas de EEUU, los organizadores del Tour de Francia vendieron su alma al diablo y este tardó muy poquitos años en exigir la entrega de la mercancía. El modelo de Hombre Tour y de Duelos en las Cimas en Prime Time, en la que los demás ciclistas quedaban relegados a simples comparsas o figurantes, voló por los aires con el escándalo del dopaje sistemático y generalizado. El público europeo empezó a dar la espalda a un modelo de ciclismo espectáculo y a desertar las cunetas de las carreteras.Para colmo de males, en España el ciclismo profesional ha sido víctima de una combinación letal de estupidez, sectarismo y codicia. En lugar de hacer pedagogía, los periodistas de RTVE y otros medios se decantaron por el sensacionalismo y el politiqueo. Durante más de un lustro, se han dedicado a criminalizar el ciclismo y a linchar en plaza pública a los ciclistas. La famosa Operación Puerto montada por el gobierno de Zapatero quedó en aguas de borraja en cuanto el principal acusado se ofreció en pleno juicio a detallar los pormenores del dopaje en el fútbol español.Desde hace una larga década, la organización de la Vuelta a cargo de Unipublic y la cobertura mediática de la prueba por TVE son una auténtica “mierda”. Con su desprecio al público, entre unos y otros han expulsado de las cunetas a los aficionados y espectadores y han espantado a los grandes patrocinadores. Llegar la carrera a los pueblos e irse a publicidad durante la travesía porque el municipio no paga lo que le piden por “publicitar” su nombre o colocar una meta volante. Business es business. La prueba que debería servir para mostrar la belleza y riqueza de todos los pueblos de España solo es un pretexto para escuchar los viejos chistes de Pedro Delgado y los inefables comentarios de Carlos de Andrés.Este año, la Vuelta a España se ha resumido en un duro paseo a lo largo de la cornisa cantábrica y Pirineos. Como decae el interés de la prueba, hay que darle chicha a la Audiencia. Pero la mayoría de los ciclistas se ha hartado de que les hagan subir por sistema absurdas cuestas al 30% y hubo un conato de motín hace 2 días en Alicante. Ni los porcentajes pueden ir a más, ni la cobertura periodística ir a menos. Si Cris Froome y Contador no hubieran decidido participar a última hora en la Vuelta, la edición de este año habría pasado completamente desapercibida.
La Agencia Tributaria facilita desde hace dos décadas un detalle informe anual de recaudación tributaria sobre distribución territorial de los diferentes ingresos del Estado. En el se puede analizar y medir la evolución del esfuerzo fiscal y compararlo con otras regiones, en función del nivel de infraestructuras, actividad económica y población.El Gasto Público total, que incluye gastos diferidos e incremento de la Deuda Pública, se duplicó entre en los primeros años de este siglo XXI como consecuencia de la adopción del Euro y de una política presupuestaria laxa y falta de control. Podría decirse que el GPT ha pasado de un perímetro de 40 billones de pesetas hace 20 años a mas de 550.000 millones de euros a partir de 2010. El 22% de todo ese gasto público corresponde, según los criterios de Hacienda, a Cataluña, aunque no faltan expertos que elevan esa cifra hasta el 30%.
Los nacionalistas han hecho de la Industria Turística su particular Coto de Caza. Tan es así que se vienen publicando en el sector las mismas cifras oficiales, año tras año, desde hace más de 5 lustros. De media, cada turista internacional se gasta en nuestro país algo más de 900 euros. No sería nada extraordinario si no fuera por un pequeño e insignificante detalle: esas series no coinciden con los datos que publica la Comisión Europea, a través de la Oficina de Estadística Eurostat.Cada ciudadano del Norte de la Unión Europea viaja de media 10 días y se gasta más de 3.000 euros. 300 euros/día es un gasto razonable, que cualquier observador puede medir en sus propios desplazamientos. Pero aquí, un año más, pues, no toman el pelo para justificar el inmenso fraude y el creciente déficit fiscal de todo el litoral mediterráneo. Nos hacen comulgar con la estampa de ricos europeos, con una renta y poder adquisitivo tres veces mayor que el nuestro, gastando 90 euros al día, alojamiento y desplazamiento incluido. Tienen bula.En los últimos años, el turismo ha crecido en España como consecuencia de la desestabilización militar de buena parte de los países mediterráneos. Sin embargo, se sigue dando por buenas cifras de hace dos décadas. Es materialmente imposible que se gasten le mismo dinero que hace 20 años, cuando los precios al consumo se han multiplicado por 4 y los costes del alojamiento se han disparado. En 1987 se podía pernoctar en Madrid por 1.000 pesetas.Hace no mucho tiempo, el mismo periódico informaba que los técnicos de Hacienda habían detectado en el sector hostelero la utilización generalizada de un software que ayudaba a llevar una contabilidad en B con todo el rigor necesario para no tributar por los ingresos reales. Aunque huelgan mayores demostraciones que la evidencia empírica del dinero negro que corre a raudales por aquellos lares, nunca está de más analizar los propios informes anuales de la Agencia Tributaria. El maná del turismo brilla por su ausencia en las cuatro grandes regiones que monopolizan el mercado.
Ingresos fiscales CCAA de Sol y Playa
Región
Ingresos fiscales
Habitantes
Cataluña
37.200 millones
7.500.000
Valencia
11.300 millones
5.200.000
Baleares
3.250 millones
1.000.000
Murcia
1.850 millones
1.800.000
Andalucía
11.100 millones
8.500.000
Canarias
2.350 millones
2.000.000
Totales
67.000 millones (33%)
26.000.000 (60%)
Los ingresos totales de las CCAA que copan el mercado turístico
Si se comparan las cifras de las regiones mediterráneas que monopolizan el turismo en España con las comunidades autónomas sin costa y sin turismo de sol y playa, la realidad salta a la vista.