Nelson Mandela, inmortalizado en el cine por Morgan Freeman, tuvo mil años en la cárcel para entender que compartía la misma Fe que los bisnietos de los primeros holandeses y británicos que colonizaron Suráfrica. El Apartheid y la Lucha de Clases son dogmas de la misma religión. La película de Clint Eastwood narra las tretas y astucias del viejo líder del Congreso Nacional Africano para crear un “nosotros” sin perímetro definido y sin enemigos exteriores. La pasión por el Rugby le proporcionó la argamasa que precisaba para cimentar una nueva comunidad nacional en fiesta.Mandela tuvo éxito ahí donde Mahatma Gandhi había fracasado. A pesar de todos sus esfuerzos por evitar la partición de la Colonia India, los británicos dejaron sembradas las semillas de la cizaña entre musulmanes e hindús cuando se vieron forzados a abandonar sus lucrativos dominios. El conflicto de Cachemira que desembocó en la independencia de Pakistán se saldó con 1 millón de muertos.Católico, Apostólico y Romano. El significado se pierde y puede ocurrir que los analfabetos más rabiosos acaben difundiendo la idea que es sinónimo de “rancio” y “viejo”. Es sorprendente que en los tiempos de la Globalización incipiente no se advierta la modernidad absoluta del primer culto “universal” que rechaza la imposición de cualquier dogma de fe. Es una religión que se construye en base a los relatos de los apóstoles y testigos y que se va alimentando de todas las instituciones vivas de la cultura romana y mediterránea. No hay ni rastro de “ellos” en el Nuevo Testamento. El Enemigo Exterior de un Imperio político ya decadente no estaba en las Fronteras sino en su mismo corazón . Los bárbaros que sitiaban y saquearon el Oasis eran líberos y legionarios desmovilizados que reclamaban las soldadas pendientes y las tierras prometidas. A su manera, solo intentaban mantener vivo el sueño de esa Roma Eterna y Universal.©Belge. 25-03-16