Tempus fugit, carpem diem y memento mori. El tiempo vuela, pero pocos se han parado a pensar que el verdadero sentido de la locución latina nada tiene que ver con el manido nihilismo contemporáneo. La sociedad de consumo, que se ha vuelto adicta a las grasas transgénicas, confunde la velocidad con el movimiento. El sentido de la expresión, que era un verso de Virgilio, sería algo así como: Si tienes prisa, ve despacio.Los 83 y 87 años que viven, de media, los hombres y mujeres en España representan un botín de 727 y 762.000 horas que se pueden multiplicar, en el mejor de los casos, por 3.600 segundos. Para alcanzar la bonita suma de 3.000 millones, hay que acumular 95 años y 2 meses de experiencia en la Tierra, pero ¿cuántos de esos momentos son capaces de parar el tiempo? Hay segundos que duran toda una vida, y vidas que transcurren en un segundo.El tiempo no es igual en todas las religiones y culturas. El que nos ha tocado vivir es un saco que hay que llenar de experiencias, de aventuras, de historias, de hitos y de aplausos, pero en la Edad Media, por citar una época que ha legado numerosos vestigios a nuestra sociedad, los individuos gozaban de su tiempo con mayor libertad que la nuestra. El historiador Jacques Le Goff ha documentado que, al contrario de lo que sostenían los autores marxistas, era una época alegre y bastante luminosa. Las más de 200 fiestas que se celebraban cada año atestiguan como se empleaba el abundante tiempo de ocio que dejaban las tareas agrícolas y ganaderas.Movilizados La revolución religiosa y militar que acompasa el desarrollo industrial de los países anglosajones se traduce en una intervención política del tiempo de la sociedad. Los hombres y mujeres que se han visto obligados a abandonar el campo son reducidos a la esclavitud y privados del derecho a gestionar su tiempo. Son “enrolados” y empujados a “producir”: su tiempo es oro. Es una ecuación fácil de resolver: al igual que cualquier especie de ganado estabulado, el esclavo come y pone. Todo lo que no es coste fijo, es producción. Desde aquí, solo podemos recomendar la recreación que hace Michel Tournier del Mito de Robinson Crusoe.Tras su derrota militar en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, el modelo político y económico imperante se tambalea y transforma