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¿Quién teme al BREXIT feroz?


Cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas. El referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea es la continuación de la política exterior que sigue Londres desde 1992.  En octubre de 1990, y en contra del deseo expreso de Margaret Tatcher, la Libra se había integrado en el embrión de la Unión Monetaria que era la Serpiente Monetaria a un cambio de 3 marcos alemanes por libra, el mismo tipo de cambio al que fluctúa de facto desde hace años la Libra esterlina.  Pero con la crisis de 1992, y el fuerte incremento del paro, los partidarios de mantener la soberanía monetaria del Banco de Inglaterra  se debieron sentir fuerte e idearon una feliz estratagema con la ayuda de EEUU.  Bloquearon la negociación sobre el Tratado de Maastricht hasta conseguir sacar a empujones un estatus privilegiado al margen de la Unión Monetaria.

Para aplacar a los franceses, los británicos debieron prometer un periodo de Transición, tras el cual se sumarían al Euro. Y durante una larga década se hicieron de rogar y se dejaron querer. El laborista Tony Blair estuvo prometiendo hasta el año 2004 que un referéndum sobre el Euro era inminente. En realidad, hizo de gancho: una hábil maniobra para no espantar a las víctimas de la Unión Monetaria. Nunca tuvo el Reino Unido ninguna intención de adoptar un Euro diseñado por el Bundesbank y dirigido desde Frankfurt.  Hoy menos que nunca.  Gracias a no estar sometidos a la caprichosa y delirante política monetaria alemana, el Reino Unido logró capear la fuerte crisis de 2007 y salvar a sus bancos.

El BREXIT es una evidencia. Los británicos viven en el mejor de los (dos) mundos.  Dentro de la Unión Europea gozan de facto de un estatus a la Suiza. A todos los efectos están dentro del Proyecto Europeo y se benefician de todas sus ventajas económicas y políticas, pero sin ningún compromiso ni obligación solidaria para con el resto de los socios.  Juegan, al igual que Alemania, Suiza o Dinamarca, a pertenecer a una Europa de dos velocidades.  La de los ricos y pobres,  acreedores y deudores.  Y nadie se lo puede reprochar: ni siquiera Francia está ya a gusto en esta deriva del Proyecto Europeo que ha reabierto una vieja fractura religiosa entre protestantes y católicos.

Aunque Londres aceptó a regañadientes en 1992 la libre circulación de las personas en el Continente, lo cierto es que el grueso de la inmigración en el Reino Unido procede de sus propias colonias y de países de Este como Polonia a los que fue, deliberadamente, a pescar trabajadores cualificados. El cinismo de los británicos con relación al Espacio Schengen es absoluto: llevan más de 20 años abusando con gran descaro de la hospitalidad española y multiplicando los fraudes a su sistema sanitario.

Tal y como lo ha planteado David Cameron, el BREXIT es un “farol” bastante burdo. En su origen, tenía cuatro dimensiones.  La primera, de política interior, buscaba contrarrestar con un referéndum explícito la baza del creciente euroescepticismo latente.  La segunda, conseguir de Bruselas una especie de derecho de veto permanente para el Reino Unido sobre cualquier cuestión soberana que le afecte.  En el fondo, no deja de ser una vuelta al mecanismo de veto de la CEE, que se sustituyó por el actual sistema de cuotas. La tercera dimensión es un verdadero pulso a la política exterior de Francia para que rinda y firme el Tratado Comercial con EEUU.  La cuarta dimensión del BREXIT es fundamental para entender cómo se está desarrollando: Londres entiende que ni Alemania ni Francia pueden permitirse subir la apuesta, de modo que el farol sale gratis.  Si gana el referéndum por la permanencia, David Cameron sale políticamente reforzado, dentro y fuera del Reino Unido; si por ventura lo pierde…se repite el referéndum como ya ocurrió en Irlanda cuando vencieron los partidarios del No a la Constitución Europea y al Euro. Tan sencillo como eso.

Si no hubiera sido por la desastrosa gestión de Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011, España se encontraría hoy en la misma tesitura que el Reino Unido. Podría permitirse estar fuera del Euro y fuera de la UE, mejor que sometida a los caprichos monetaristas y religiosos de Alemania.

© Belge

El pequeño gran negocio de la economía sostenible


neumaUn negocio redondo. Arde en Seseña  un cementerio ilegal de 10 millones de neumáticos usados.  Una columna de humo tóxico y altamente cancerígeno emborrona el cielo velazqueño de Madrid. Es un peaje que hay que pagar a los lobbies que han hecho de la ecología un gran negocio cautivo. Ni siquiera el macro escándalo provocado por el fraude empresarial del Grupo Volkswagen ha servido para abrirle los ojos a la Opinión Pública sobre la estafa de la economía sostenible.

Cada año se venden en España unos 40 millones de neumáticos nuevos. Del orden de  300.000 toneladas de caucho. En cada transacción se aplica a todo tipo de turismo un impuesto de reciclado llamado ecovalor,  cuyo importe asciende a 1,57 euros desde el 1 de enero de 2009. En el caso de neumáticos de camiones, tractores y demás maquinaria pesada, dicha tasa supera los 20 euros por unidad.

El Ayuntamiento de Seseña, en manos de IU  hace más de una década, se dio a conocer por su enfrentamiento con el “Pocero Malo”.  Enseguida miles de pretendidos ecologistas y activistas profesionales de izquierdas se movilizaron contra los planes urbanísticos de Francisco Hernando, en nombre de la “sostenibilidad”.  No deja de tener su punto de guasa que hayan consentido 13 años una montaña ilegal de  neumáticos y hayan protegido al “ecologista” que se ha dado a la fuga.  Una sensibilidad medioambiental muy selectiva.

Todos sospechamos, con irrebatible criterio lógico, que en decenas de cementerios de este tipo se almacenan un alto porcentaje de los neumáticos usados que se cambian en España.  Tampoco es casualidad que estén ubicados en las afueras de las grandes ciudades para abaratar los costes de transporte.  Sin contar todas las subvenciones y costes centrifugados en las distintas partidas de los Presupuestos Generales del Estado, un porte de gomas usadas hasta Seseña puede reportar 2.000 euros. Un negocio redondo que se puede estimar,  entre impuestos directos e indirectos, en más de 4.000 millones de euros desde 2004.

(c) Belge

¿Fusión de Bankia y BMN a la vista?


Una perita en dulce. La banca castellana es una verdadera perita en dulce. Tras años de insistir en el tema, conseguí  ver publicado hace poco el balance regional del sistema financiero español.  Su titular sería tan espectacular como la tesis que la lógica me llevó a sostener contra no pocos analistas y periodistas mercenarios: Castilla y León ha sido y es la única región español  que ahorra mucho más dinero que el que pide prestado.  El superávit que presentaban sus entidades financieras superaba el 30% en plena crisis. Por comparación, y al otro extremo del ranking, el sistema financiero catalán presentaba y presenta un abultado déficit de capital.

Ese es el contexto y escenario general en el que se mueven los lobbies y los mercenarios políticos. La agitación populista y radical de los últimos años  no se entiende si no se analiza en detalle el deterioro de la mora en determinadas CCAA.  Cataluña bordea la rebeldía y el desacato constitucional no tanto por cuestiones ideológicas, lingüísticas o sentimentales, como por el simple hecho que ha prestado sin ningún rigor financiero mucho más dinero que el que tenía ahorrado. Con la conversión al Euro, y la expansión económica y comercial de la primera parte del siglo XXI, se “apalancó” todo lo que pudo en busca de jugosas comisiones y negocios inducidos.  Hoy presenta el déficit de capital más elevado de España  y la mayor tasa de morosidad, sin que ni uno solo directivo de esas cajas haya tenido que responder por ello.

Cuando en España a algún político o empresario se le ocurre una maniobra sospechosa, suele acudir corriendo a buscar entre los corruptos burócratas de la UE quien le brinde una coartada. Esta semana hemos podido leer, asombrados, como Bruselas pedía al gobierno en funciones que acelere la venta de Bankia. ¡Con un par! Debe entender que el negocio de “rescatar” Cajamadrid puede acabar peligrando si se acaba conformando un gobierno radical con fuerza para nacionalizar el ahorro de los castellanos.  Entre pillos anda el juego.

El rumor de la posible fusión de Bankia ha coincidido con la alarmante noticia de que Castilla Y León se va a quedar sin Caja España. El pase negro malagueño es un desastre absoluto para los ahorradores castellanos.  Lo de menos es que pretendan dejar una única oficina por provincia y reducir la plantilla a la mínima expresión, y lo grave que se lleven el ahorro neto para saldar el déficit de capital andaluz. En muy pocos meses, los antiguos clientes de Caja España o Caja Duero ha podido comprobar que los servicios bancarios de Unicaja son un auténtico bodrio. Nunca le dará Vicente Herrera suficientemente las gracias a sus compañeros del PP de Madrid  por traicionar la confianza de los castellanos para tapar los pufos del sistema financiero catalán.

 

© Belge

El 27 de abril te robarán la cartera


Con tantas emociones electorales, y en medio de un intento de golpe institucional encubierto, ha pasado desapercibido para la mayoría de la Opinión Pública silenciada uno de esos pequeños cambios que las élites financieras introducen de vez en cuando.  El pequeño inversor ya se comió en su día el derecho de suscripción preferente, y entregó en la trastienda el descuento de dividendo, teniendo que pagar dos veces la misma factura fiscal.  El próximo 27 de abril le robarán directamente la cartera, con legalidad y alevosía.

Entre los “pequeños” e “insignificantes” cambios que se avecinan, destaca que el banco en el que tenga depositadas sus acciones pasará a ser el titular y propietario de facto de los títulos.  Podrá prestarlos a su antojo y conveniencia, incluso sin el consentimiento ni conocimiento del cliente.  En el mejor de los casos, cuando se vea perjudicado, tendrá derecho a “indemnización legal” pero no podrá reclamar el lucro cesante.  En lugar de accionista y propietario de unos bienes mobiliarios que ha elegido y pagado libremente, pasa a ser un vulgar partícipe con derecho a pataleo.  En caso de que el banco sea quebrado o declarado en liquidación,  las acciones de los clientes que figuren en la cuenta ómnibus de la entidad computarán como parte de sus depósitos hasta un límite de 100.000 euros. Con un par.

Huelga decir que a partir del 27 de abril estarán, uno al lado del otro, el ciudadano que asó la manteca y el que se dedicaba a tradear a favor del banco, asumiendo pérdidas, pagando comisiones, tributando sin escatimar y poniéndose a la cola en el concurso de  acreedores para descubrir que no quedan fondos.

A fecha de 15 de abril, con el Ibex en máximos relativos, es un buen momento para salirse discretamente del mercado y pensar una estrategia global.