La Revolución Puritana (33): Comprometidos con el brote


En la jerga del poker, existe una expresión que resume la Teoría del Juego y condensa su estrategia. Comprometido con el bote significa que la probabilidad de beneficio es igual o superior a la apuesta que se arriesga por el derecho a ver la siguiente carta. Si la opción de ganar es alta, la probabilidad compromete la mano a priori. El drama, que se perpetúa una mano tras otra, es que solo puede ganar uno porque hasta la última carta el suceso menos probable siempre es posible.

En la gestión de esta crisis mundial que llaman pandemia, es la Canciller Ángela Merkel la que acaba de enseñar la patita. Fue la primera en poner fichas sobre el tapete para subir las apuestas. Se inventó que la menor mortalidad por COVID en Alemania se debía a la detección precoz, pero el tiempo deja en evidencia lo que el farol ocultaba. Desde octubre de 2019, ha comprometido a sus socios con informes falsos y ha determinado sus estrategias sanitarias. Lo que era una simple gripe cuando desabastece el mercado, deviene el fin del mundo cuando quiere cerrar las fronteras de la UE y aprobar leyes de excepción. El mismo BCE, al que el Bundesbank prohibía ayudar a los Estados Soberanos y rescatar los bancos damnificados por el Euro, ahora tiene carta blanca para salvar sus Fondos de Inversión.

No falta quien aplauda a Alemania por impulsar la creación de un pasaporte “vacunal” que dinamita el Espacio Schengen. Sería una circunstancia sanitaria, si no fuera un farol que viene premeditando desde hace más de 20 años. No le gusta que los pueblos del Sur puedan circular libremente por Europa, nunca le ha gustado esa idea. La canciller Ángela Merkel ha demostrado a lo largo de toda su carrera política tener un sexto sentido para detectar la debilidad de los rivales y abusar de los jugadores asustados.

Los ilusos comprometidos con el brote piensan que pueden negociar un lugar de privilegio en la nueva sociedad de castas. Les domina el miedo a perder y prefieren el ronroneo de la tele. Todo va a salir bien. Pero para recordar tan obsceno espectáculo y patética cobardía, hay que remontarse a octubre de 1938. Chamberlain y Daladier regresaban de Munich. Fueron vitoreados por la multitud y recibidos como ídolos de masas. Habían salvado la paz, ya podían todos volver a sus felices negocios, a su vida normal. Edouard Daladier les saludó y murmuró por lo bajo: “Ah! Les cons”

© Belge

La Revolución Puritana (32): Los Hiperbóreos


En el ajuste de cuentas con los pueblos decadentes del Sur, Nietzsche se presenta como miembro de una raza imaginaria: “Nosotros somos Hyperbóreos”. Los filósofos marxistas y puritanos, que siempre andan disculpándose, deberían empezar a leer los libros por su primera frase. Es algo muy saludable que ya recomendaba Roland Barthes. El incipit suele ser a menudo la parte más importante de cualquier texto. El filósofo germano no se define a sí mismo como individuo, sino como parte de un todo puro y preservado. Tiene su gracia cuando dedica las siguientes páginas a argumentar cómo el idealismo cristiano ha decaído los pueblos semitas del Mediterráneo hasta corromperlos.

El proceso de Civilización de San Agustín se opone a la preservación de la Naturaleza Verdadera de Nietzche. Pero, a diferencia de San Agustín de Hipona, que gozaba de una envidiable salud, el bueno de Federico era un enfermo que se pasó su corta vida idealizando la vitalidad. El filósofo luterano no era el mejor exponente de la preservada raza de los hiperbóreos. Como le pasó a otros escritores encumbrados del periodo romántico, el trastorno mental crónico que padecían se interpretó como la genuina manifestación del Volksgeist y del Volksgemeinschaft hiperbóreo.

No deben caer en saco roto estas consideraciones, por la sobredosis de pelis y series de televisión que hemos visto y nos adoctrinan. El puritanismo es una patología social que aflora en tiempos de crisis. Buena parte de los iluminados anglosajones que integran los principales lobbies políticos y económicos han sido destetados con esas ideas. Es un juego de niños rastrear todos esos pronunciamientos, como perseguir a unos caracoles por el rastro de baba que van dejando por los medios de comunicación.

Desde el 11-S, cualquier persona relevante en el Imperio Puritano de la Triple A siente la necesidad de significarse. Aunque han aprendido a disimular su ideología supremacista, las circunstancias extraordinarias les impelen. Es lógico. Tienen que mantener su posición en el rebaño, especialmente cuando el miedo lo echa a correr. En la Gran Enciclopedia Universal de la Conspiración, hay páginas enteras con sus declaraciones y proclamas a favor de corriente.

Muchas de las cosas escandalosas que escribió Nietzche en sus libros serían hoy censuradas directamente por Google, Twitter o Facebook. Cualquier persona puede probar a disfrazarse de alemán para interpretar esas ideas y medir el tiempo que tarda la norteamericana Youtube en borrar el vídeo de su plataforma. Pero a los adolescentes occidentales les siguen enseñando que el Hiperbóreo es ese gran pensador que desmontó la “farsa judeocristiana”. Lo que nos lleva a formular una pregunta: ¿Son los marxistas españoles hiperbóreos o solo sobreventilan?

© Belge

La Revolución Puritana (31): La Ciudad de Dios


San Agustín de Hipona, el africano, se convirtió al cristianismo tras una vida despendolada de estudiante díscolo. Según la guía que nos explicaba la pintura de Michelangelo da Caravaggio en la tumba de Santa Mónica en Roma, era hijo de una mujer maltratada que encontró en el cristianismo la fuerza para resistir el martirio doméstico y las habladurías del vecindario. Considerado uno de los padres fundadores de la Iglesia Católica, se aleja del Maniqueísmo y abraza la Fe de su madre en Roma, a los 33 años, justo a tiempo para vivir el saco de la ciudad y la caída del Imperio. A él le debemos las principales corrientes filosóficas y jurídicas que han configurado nuestro mundo actual.

Roma no era solo un lugar de perdición, era también la Ciudad de Dios en la Tierra. Como faro de civilización que deslumbraba a todos los contemporáneos, más allá de las fronteras del Imperio, era todo lo que podía llegar a ser. La luz que surge de las tinieblas, como de la barbarie trasciende el orden. La Fe, la Religión y la Iglesia son el calco idealizado de la Ciudadanía, la Ley y el Senado de la República que sobrevive a la barbarie de los vándalos del norte. Según los historiadores, el dominio de esas tribus germanas y escandinavas duró poco más de un siglo por su incapacidad para organizar la sociedad de un modo pacífico. Las bases sociales y culturales de la Iglesia Católica se convirtieron así en el principal foco de resistencia política al poder de los vándalos. Podría decirse que 1500 años después, seguimos igual.

De San Agustín hemos heredado del Maniqueísmo dos tentaciones determinantes: darle demasiada importancia al Antiguo Testamento y buscarle sentido a la Historia. Cuando los filósofos marxistas del mundo puritano intentan salvar los muebles de su ideología, a menudo invocan el carácter profundamente racista del régimen nacional socialista. No es igual, no, aunque no consiguen explicar de un modo convincente las diferencias. No se atreven a delatarse.

Del Renacimiento que trajo la Ruta de la Seda a la Revolución Industrial, el hecho más determinante fue el Descubrimiento de América y la importación del maíz y la de la patata. El excedente agrícola que propició en las regiones más septentrionales de Europa permitió alimentar ejércitos más numerosos y propició el imperialismo de los pueblos más violentos del Viejo Continente. Sobre la base de un modelo en esencia feudal y militar, organizaron la producción de bienes y servicios como si de una guerra se tratara. El Antiguo Testamento era el libro ideal para adoctrinar a las huestes y fomentar la obediencia ciega de los siervos. El mundo era un lugar terrible porque debía seguir siendo así.

La Revolución Digital y Cibernética que estamos padeciendo en la actualidad representa un salto cualitativo en el modo de propagar el miedo entre los individuos. Para garantizar su sumisión los pretenden aislados, débiles y enfermos. A diferencia de lo que ocurre tras el Renacimiento del Sur, ahora sobra mano de obra, sobran soldados, sobran consumidores, sobran viajeros, sobran viejos. Desde la óptica nihilista de los puritanos, sobra de todo. El desafío que no confiesan es, por lo tanto, muy diferente.

Releyendo lo que escribía Niestche en su idealización genealógica de la moral “aristocrática” corrompida por el resentimiento judeocristiano, y el instinto de decadencia que alimenta en la moral de los pueblos del Sur, para debilitarlos, tenemos un mapa preciso del neofeudalismo que subyace a la progresiva congolización digital de la anglobalización. La humanidad está enferma de decadencia y es misión de los puritanos sanarla, predicando que todo lo que creíamos bueno y verdadero es, en realidad, malo y falso. El Nuevo Hombre, vacunado contra el catolicismo decadente, es aquel que asume con naturalidad esa Nueva Normalidad Aristocrática y Feudal del mundo.

© Belge

La Revolución Puritana (30): La senectud programada


Hijas naturales de Thomas Malthus, Charles Darwin y Herber Spencer son el control de la natalidad y la senectud programada. El delirio ideológico de los puritanos anglosajones y escandinavos no tiene más límite que el miedo proteccionista que sienten a verse superados por sus competidores. Cuando salieron de sus islas y feudos mentales anclados en el Medievo, descubrieron que el planeta era un lugar muy poblado. Debieron sentir pánico. Con el paso de los años, su ideología ha devenido una patología política y económica.

Son muchos los que centran todos los males de la Tierra en figuras mediáticas como las de Georges Soros y Bill Gates. La constelación de empresas, fundaciones y organizaciones no gubernamentales que usan como tapadera conforman un tupido entramado de terminales con las que impulsar los planes imperiales de la Inteligencia Americana. Soros se convirtió en estrella mundial cuando la Casa Blanca y Londres organizaron el primer BREXIT del Reino Unido, que dejaba a los británicos a salvo fuera del alcance de la Unión Monetaria. Era un treta urdida para convertirles en excepción a la regla,y que Alemania pudiera endosar las factura de la Reunificación a los socios del Sur.

Las conexiones de Bill Gates con la CIA son vox populi, desde que el magnate se hiciera rico plagiando el sistema operativo de Apple con total impunidad. La Inteligencia Americana le facilitó dinero en abundancia a cambio de una primera herramienta de control social de las poblaciones. Luego, con los malvados terroristas islámicos se darían las circunstancias propicias para desarrollar programas como Carnivore o Echelon y aprobar la USA PATRIOT ACT, y extenderlos mucho más allá de la Doctrina Monroe.

Desde que la OMS cambió la definición de Pandemia, queda constancia del interés manifiesto que existe por alimentar el miedo al bioterrorismo y a la guerra bacteriológica. Ni siquiera cuando pillaron a BAXTER in fraganti, tras amagar la Gripe Aviar, alteraron sus planes. Su descarnada obsesión por alargar la edad de jubilación, recortar prestaciones, y fomentar la eutanasia temprana, delata su hoja de ruta hacia el control de la mortalidad y una senectud programada. En muy pocos años ya, todos esos puritanos enloquecidos nos empezarán a contar que los recursos del planeta son limitados y que es moralmente injusto e insolidario prolongar la senectud de forma “artificial”.

Una de las secuelas más impactantes que podría dejar el virus SARS COV 2 y que se ha descrito podría ser el envejecimiento acelerado de las células. Se trata de una información muy técnica, pero que no debería caer en saco roto. La crisis sanitaria que han programado los puritanos tiene ya tantas dimensiones y tantos frentes abiertos que conviene analizar el tipo de objetivo que persigue semejante hoja de ruta nihilista. ¿Qué valor social tiene un anciano en un universo lógico en el que la familia ha sido destruida? ¿Años de supervivencia consentida en función de los años cotizados y la “casta” social?

© Belge

Nunca formaría parte de un club que me admitiera como socio. Pero toda regla tiene su excepción.