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Evolución de la estructura económica de población en España

La mal llamada economía capitalista, que debería definirse como economía urbana, se puede analizar como una función del crecimiento de la población de consumidores dependientes. Esto se debe, por pura lógica, a que en un entorno urbano masificado el porcentaje de la población que precisa de mediación para su supervivencia tiende al 100%. De ahí emana la imagen o concepto de ideología concentracionaria que usamos en ocasiones para definir ese modelo económico. En un entorno rural tradicional y universal, el grado de soberanía personal y colectiva determina determina un coeficiente de mediación comprendido entre 0 y 1.

No es algo obvio. La mayoría de economistas, pensadores, filósofos, políticos y militares que han reflexionado sobre estos temas, preocupados por el “atraso” de España, siempre se ha visto deslumbrada por el fuerte desarrollo de las sociedades industriales “militarizadas” del Norte de Europa. El fuerte incremento de la población, confinada en pequeños espacios urbanos, provoca cambios profundos en la manera de vivir y de pensar.

Como buen iconoclasta que no renuncia a pensar por su cuenta, entiendo que la función de crecimiento concentracionario es muy engañosa, porque un coeficiente de mediación próximo a 1 (100%) implica un cambio de naturaleza religiosa que aboca al nihilismo y a la destrucción. No es un argumento nuevo en la naturaleza: la población de ratas en un entorno favorable tiende a crecer de un modo exponencial hasta que el medio deja de ser propicio. Entonces, su población colapsa de golpe. Se desatan guerras y las madres abortan su descendencia.

La lucha competitiva de los individuos por el reparto de víveres en un metafórico Campo de Concentración no constituye un “mercado”.  Como todo el mundo sabe, “mercado” era en sus origen no metafórico un espacio en el que unos agricultores, ganaderos y artesanos soberanos venían a intercambiar sus pequeños excedentes de producción. La lucha competitiva se asemeja al reparto reglado de un botín entre los supervivientes de un ejército en campaña. En uno y otro caso, las reglas de supervivencia y la lógica “religiosa” son muy diferentes.  El pequeño productor cree en la “libertad” y confía en los beneficios de un “mercado abierto”.  El soldado o mercenario es un nihilista que busca quedarse con la mayor parte del botín y busca la destrucción del mayor número de competidores.

La actual estructura económica de las distintas regiones en España viene determinada por el crecimiento de su población. Pero, a diferencia de lo que ha ocurrido en grandes países del entorno, como Francia, Alemania y Reino Unido, en nuestro país dicha evolución no ha sido un fenómeno natural ni equilibrado. La mayoría de los analistas basan sus razonamientos en tópicos y mitos demográficos. Así, la despoblación de la España Interior no es progresiva a medida que la economía se moderniza, sino que se origina de golpe con la aprobación de las Leyes de Concentración Parcelaria. El peso conjunto del interior de la península entre 1857 y 1953, sin Madrid Capital,  varía del 39 al 38%, pero cae al 25 % en 1975 y al 20% en 2001 y al 18% en la actualidad.

En el siguiente cuadro, se aprecia mejor esa evolución.

Región 1857 1900 1920 1930 1940 1952 1965 1975 1990 2000 2017
Andalucía 18,9 18,8 19,3 19,4 20 20 18,6 16,8 17,9 18,3 18,2
Aragón 5,7 4,9 4,7 4,4 4,1 3,9 3,4 3 3 2,9 2,8
Asturias 3,4 3,4 3,6 3,5 3,3 3,2 3,1 3 2,8 2,7 2,2
Baleares 1,7 1,7 1,6 1,6 1,6 1,5 1,5 1,7 1,8 2 2,5
Canarias 1,5 1,9 2,2 2,4 2,6 2,9 3,1 3,6 3,8 4,1 4,6
Cantabria 1,4 1,5 1,6 1,5 1,5 1,4 1,4 1,3 1,3 1,3 1,2
Castilla Mancha 7,8 7,4 7,6 7,7 7,4 7,4 5,9 4,6 4,3 4,3 4,3
Castilla León 13,5 12,5 11,2 10,8 10,5 10,3 8,7 7 6,6 6,2 5,2
Cataluña 10,7 10,6 10,8 11,4 11,1 11,5 13,7 15,6 15,6 15,3 16,1
Extremadura 4,5 4,7 4,8 4,8 4,8 4,9 4 3 2,7 2,6 2,3
Galicia 11,5 11 10,7 10,3 10 9,6 8,4 7,6 7,1 6,8 5,8
Madrid 3,1 4,1 4,8 5,4 6 6,5 9,3 11,8 12,8 12,8 13,9
Murcia 2,5 3,1 3 2,7 2,8 2,7 2,5 2,4 2,7 2,8 3,2
Navarra 1,9 1,7 1,5 1,5 1,4 1,4 1,3 1,3 1,3 1,3 1,3
País Vasco 2,7 3,2 3,6 3,7 3,6 3,7 4,9 5,6 5,4 5,2 4,6
Rioja 1,1 1 0,9 0,9 0,9 0,8 0,7 0,7 0,7 0,6 0,6
Valencia 8,1 8,5 8,1 8 8,4 8,2 8,6 9,2 9,9 10 10,7

De la integración social al desequilibrio territorial y presupuestario

El análisis de la realidad demográfica de España y su evolución histórica no deja lugar a dudas. Al elegir un modelo “europeo” de sociedad “militarizada”, la principal conclusión es que bajo el eufemismo de “polos de desarrollo” se esconde una ideología que promueve la desertificación del territorio.  Si al finalizar el siglo XVIII, antes de la invasión de las tropas de Napoleón, se observa una distribución de la población relativamente homogénea  en todas  las provincias, al finalizar el siglo XX se aprecia con nitidez que al menos 15 provincias han sido despobladas por debajo del 0,5% y envejecidas por encima de la media nacional.

La estructura de la población tiene una importancia fundamental en una economía en la que el peso del sector Servicios, financiado a fondo perdido desde los Presupuestos del Estado, representa hasta un 70% del PIB y del Empleo.  El ejemplo más evidente es el de la Cataluña de los años 1998 y 1999, estancada en 6 millones de habitantes, que responde al crecimiento demográfico de Madrid llegando a un acuerdo migratorio secreto con Marruecos.

Al margen del problema político específico que ha generado la polémica decisión demográfica de Jordi Pujol de dopar el censo de Cataluña con una inmigración de origen marroquí, se ha generado un monstruoso desequilibrio territorial que ha agravado el déficit de recursos existentes. La población que reside todo el año en la franja más turística del Mediterráneo supera los 20 millones de habitantes, con una población activa empleada que no alcanza los 6 millones de trabajadores.

Para sostener el negocio del Turismo, se financian y mantienen onerosas infraestructuras, se suministra agua y energía por debajo de los costes de producción, se pagan los abundantes intereses de la Deuda Pública que origina la importación de un petróleo caro, se subvenciona el empleo temporal y se consiente el fraude fiscal de los empresarios locales.  En esas circunstancias específicas, el Gasto Público por Persona Pasiva supera los 20.000 euros al año, frente a una media nacional de 14.000 euros.

El crecimiento económico de Madrid, como polo de desarrollo, no compensa los problemas sociales que provocan la pérdida de peso específico de la región castellana y el sobrepeso de una Cataluña desfigurada por el nacionalismo político más radical. Del equilibrio milenario entre las 4 o 5 grandes regiones de la Península Ibérica hemos pasado a un predominio artificial y agresivo de un área de menos de 50.000 km2. Y lejos de servir para impulsar el crecimiento económico conjunto de la nación, y crear empleo, está propiciando deflación y déficit público.
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