La deflación es la guerra. Siempre lo es. Cuando el valor se escapa por la puerta, el caos entra por las ventanas. Lógico. Puede darse crédito sin dinero más nunca dinero sin crédito. La globalización descarriló un 30 de febrero, mientras la gente hacía otros planes. Planes pequeñitos, de correr por casa. Y ahora toca meter miedo, contar las cosas como son. Nos han hecho creer que debíamos jugar todos de delanteros, por la gloria del gol, pero la mayoría de los partidos acaban empate a cero. Los mercados aguardan este miércoles que el BCE rebaje los tipos de interés, como ya han hecho la FED y el Banco de Inglaterra. Es un error. El mundo no se enfrenta a una crisis de liquidez, sino de rentabilidad. Quieren preservar el flujo de comisiones de los intermediarios cuando deberían proteger la creación de riqueza. Pedían deflación a gritos, y deflación les ha sido concedida, pero de un modo diferente al que habían imaginado. El mito de la globalización incesante tenía un encanto casi infantil, pero el descrédito que genera la codicia y la desconfianza que desabastece los mercados no los enmienda la mentira. China ha puesto patas arriba el tablero. La pandemia de SARS COV 2 ha dejado patente a la vista todas las debilidades de la sociedad occidental. Si lo interpretamos como un pulso: ¿qué derecho tenemos a seguir reclamando el honor de dirigir el destino del planeta? Singapur, Corea del Sur, Japón y China – Asia en definitiva – han improvisado medidas de contención eficaz en muy pocas horas. A miles de kilómetros del foco del contagio, en el corazón mismo de la mítica civilización europea, Alemania, Francia, Italia y España se han cubierto de gloria. La palma al mayor disparate se la lleva el gobierno marxista de Pedro Sánchez en España.
La onda expansiva del contagio masivo que han causado sus mentiras va a provocar un colapso económico sin precedente en la Historia de España. La deflación provocada por la deserción de los turistas y el parón en el consumo restan 300.000 millones de euros al PIB. A su vez, el déficit público va a superar los 150.000 millones de euros en 2020. En esas circunstancias, es imposible que batasunos, golpistas, podemitas y socialistas logren sacar adelante los Presupuestos del Estado ni con la ayuda del BCE. Es bastante probable que España sea el primer país europeo que se vea obligado a implantar el racionamiento en las principales ciudades. Es inevitable tras el cierre de fronteras en la UE, y las cuarentenas en muchas regiones. Los consumidores españoles van a poder comprobar, a sus expensas, lo que vale realmente el activo logístico de empresas como Amazon y otras plataformas digitales. ¿Si cortan las carreteras y las calles, podrán seguir circulando sus riders? La economía digital, que nos vendían como el futuro, se derrumba si desaparece el huésped que parasitaba.© Belge
La onda expansiva del contagio masivo que han causado sus mentiras va a provocar un colapso económico sin precedente en la Historia de España. La deflación provocada por la deserción de los turistas y el parón en el consumo restan 300.000 millones de euros al PIB. A su vez, el déficit público va a superar los 150.000 millones de euros en 2020. En esas circunstancias, es imposible que batasunos, golpistas, podemitas y socialistas logren sacar adelante los Presupuestos del Estado ni con la ayuda del BCE. Es bastante probable que España sea el primer país europeo que se vea obligado a implantar el racionamiento en las principales ciudades. Es inevitable tras el cierre de fronteras en la UE, y las cuarentenas en muchas regiones. Los consumidores españoles van a poder comprobar, a sus expensas, lo que vale realmente el activo logístico de empresas como Amazon y otras plataformas digitales. ¿Si cortan las carreteras y las calles, podrán seguir circulando sus riders? La economía digital, que nos vendían como el futuro, se derrumba si desaparece el huésped que parasitaba.© Belge

La productividad es uno de los conceptos estrella de la retórica económica. Se emplea para un roto y un descosido. Junto con el de economía de escala y la ley de la oferta y demanda, le sirve a los sacerdotes del gremio para no explicar nada con mucho énfasis y convicción. Dar más por menos, con los mismos recursos…Hasta suena redondo.Sería interesante buscar ejemplos concretos, por países y sectores, en los que se pueda comprobar si se verifica la Santa Trinidad del discurso económico. Máxima productividad de los empleados, demanda adictiva del producto y economía de escala de todos los recursos utilizados.Entre 2003 y 2018, el coste laboral medio en España ha subido de los 16,5 a los 21,5 euros. La tendencia aquí contrasta tanto con la zona Euro como con el conjunto de la UE. Son casi 10 euros de diferencia por hora trabajada. Por sectores, la subida de costes salariales es mucho más acusada en los países del Norte y del área protestante, con Dinamarca a la cabeza. Encabeza el ranking, Noruega, con el equivalente a más de 51 euros por hora.¿Es más productivo un camarero danés, alemán o sueco que un español para que le paguen casi el triple? ¿Cuesta menos producir un litro de cerveza? ¿Es tan grande la avalancha de clientes en los bares que pueden cobrar 8 euros por lo que en España les piden 2 euros? ¿Hay más visitantes y turistas por esos desapacibles lares que por estas tierras amables y soleadas? Otra respuesta interesante de conocer sería: ¿cuántos bares y cafeterías quedarían abiertos en nuestro país si tiraran el litro de cerveza a 16 euros o pagaran salarios de 40.000 euros al año?De los ejemplos anteriores se desprende que el mismo concepto de “mercado” unificado con una moneda común es una herejía. El rico panetone milanés, a más de 50 euros, no tiene demanda en España, ni siquiera en el Corte Inglés. Y lo que es cierto para la golosa pastelería, es verdad para los complementos de moda en el escaparate de cualquier boutique.¿Cuál habría de ser la productividad ideal del trabajador tipo para poder pagar con impuestos españoles unos zapatos a precios de Viena, una camisa de Milán, comerse un menú de Copenhague, tomarse una cerveza de la Plaza Navona o alquilar un piso céntrico de Munich? ¿ A qué actividad debería dedicarse el empresario de turno, aquí y allá, para soportar con alegre beneficios unos costes salariales de 100.000 euros al año?(c) Belge